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Banda de hermanos

"Son los profesionales de la salud, bomberos, Fuerzas Armadas, Carabineros, recolectores de basura, entre otros miles de compatriotas, que en catástrofes como ésta nos enseñan lo que significa tener la camiseta puesta por Chile". Francisco Orrego B., Abogado
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Muchos lectores recordarán una célebre miniserie de televisión ambientada en la Segunda Guerra Mundial, llamada "Band of Brothers" (banda de hermanos o hermanos de sangre), y cuyo título está inspirado en una famosa arenga de Enrique V de Inglaterra antes de la Batalla de Agincourt en una obra de Shakespeare de igual nombre. Esta elocuente expresión vino a exaltar la importancia de la hermandad y del trabajo en equipo de personas comunes y corrientes, sin personalismos ni egoísmos, en medio de un conflicto tan traumático como es una guerra.

En el caso de nuestro país, las bandas o bandos forman parte de nuestro hábitat político-institucional desde la independencia. El bando patriota identificaba al grupo que defendía la total autonomía de Chile y que, en el primer congreso nacional, representaban aquella corriente, aunque minoritaria, que quería romper todo lazo con la corona española. Por el otro lado, el bando realista, que la defendía a morir. Tan antiguos como aquellos son los bandos Carreristas y O'Higginistas, sin olvidar a pipiolos y pelucones. Luego, los bandos congresistas y balmacedistas que se enfrentaron en la Guerra Civil de 1891. Y así suma y sigue, hasta el día de hoy. La naturaleza humana tiende a congregarnos en bandos. Los buenos y los malos; los míos y los tuyos. Pero nos hemos olvidado del "nosotros".

La pandemia del covid-19 -que actualmente azota al país- tendrá repercusiones de toda índole. La pérdida de vidas humanas, una crisis sanitaria, la recesión económica, entre otros efectos, pondrán a prueba el patriotismo de los chilenos y nos dan una oportunidad para reencontrarnos con el "nosotros". Tenemos que sufrir terremotos, maremotos, erupciones volcánicas, pandemias, guerras y otros desastres naturales, sanitarios o bélicos, para que florezca el sentimiento patriótico y despleguemos todo nuestro esfuerzo, sacrificio, generosidad y solidaridad en ayuda del país y de nuestros compatriotas.

Los héroes del ayer no sólo deben ser respetados y honrados, sino que además deben servirnos de inspiración para desarrollar acciones colectivas que vayan en beneficio del país y de nuestras comunidades y vecinos. Los héroes de hoy, en cambio, no son estatuas de bronce ni han debido sacrificarse por la patria en conflictos bélicos, como antaño, sino que son personas comunes y corrientes que diariamente trabajan en la verdadera y heroica primera línea. Son los profesionales de la salud, bomberos, Fuerzas Armadas, Carabineros, recolectores de basura, entre otros miles de compatriotas, que en catástrofes como ésta nos enseñan lo que significa tener la camiseta puesta por Chile.

Jorge Luis Borges nos recordaba: "Nadie es patria. Todos lo somos". Por ello, la invitación es a pensar en el "nosotros" y actuar como una genuina y auténtica banda de hermanos, la banda de los hermanos chilenos.

Tú

"Pasarás a la historia como otros antes. Sin embargo, tú también haces que nosotros, los humanos, nos mostremos en plenitud: cuánta reflexión profunda están contando los sabios acerca de nuestra existencia, de los modos de relación, del valor del otro". Bernardo Donoso Riveros, Profesor emérito PUCV
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Llegaste en silencio, sutilmente, como un ladrón en la noche. Se detectó tu presencia en un lejano lugar de la tierra, de la casa común que habitamos. Sí, porque hoy es más común de lo que pudo serlo para nuestros antepasados, y la distancia o el desconocimiento mutuo no tienen fronteras. La globalización, de la que hablamos tanto, ha hecho posible ser vecinos y sentir con nuestros sentidos la existencia de los otros. Entonces, tú, tan infinitamente pequeño, has tenido un terreno fértil para tus planes invasivos. No es primera vez en la historia humana que otros anteriores a ti, también pusieron en riesgo la existencia de civilizaciones; claro que ellos tuvieron más contenciones naturales porque las fronteras, la distancia y el tiempo eran diferentes. En estos días podemos ver a historiadores invitados por los grandes medios de comunicación que relatan cómo fueron las invasiones previas de otros invisibles como tú.

Tus características te hacen de una dimensión gigante en la multiplicación infinita de tu pequeñez. Y entonces impactas nuestra vida porque eres peligroso, tenaz, como si tu sentido fuese cobrar cara no sólo la existencia corporal, sino que tocar más allá. Quieres infundir pánico, terror, incertidumbre. Capturar cuantas personas puedas en un tornado cuya presencia, velocidad y tamaño estamos observando como protagonistas de tu ataque. El mundo entero tiene tu presencia como motivo de conversación, de encuentros y desencuentros, de imaginación, de incógnitas, de dilemas a resolver. Tú has cambiado el eje de atención de los líderes y de los científicos que sirven a nuestra existencia buscando cómo hacer la vida mejor. Así como antes, bien lo sabes, descubrirán cómo eres y tu debilidad escondida en tu invisibilidad al ojo humano, pero visible a las maravillas del progreso científico y tecnológico. El tiempo finalmente se dará a favor de la humanidad como ha sucedido con tus antecesores.

Tu paso, cuanto sea que dure, y tus intentos de recuperarte para volver en otras olas, dejará dolor como podemos ver y costos que no serán sólo vidas, sino impacto en las vidas y en la organización de las naciones, en su progreso y en su desarrollo humano. Pasarás a la historia como otros antes. Sin embargo, tú también haces que nosotros, los humanos, nos mostremos en plenitud: cuánta reflexión profunda están contando los sabios acerca de nuestra existencia, de los modos de relación, del valor del otro. Has abierto un gigantesco espacio universal a la heroicidad de la persona. Cuántas historias pequeñas e invisibles como tú son de una grandeza que enaltece y acerca al cielo a quienes son peregrinos de la casa común.

Cierto es que, durante tu paso, también estamos mostrado nuestras pequeñeces, no sólo los otros, como acostumbran a hablar los que se apropian de la condición de referentes morales, escondiendo sus ilimitadas ambiciones de poder. En este tiempo, en que ha sido posible empezar a redescubrir el sentido de unidad para enfrentarte, puede haber un germen de consideración, respeto y misericordia entre quienes habitamos este suelo. Tal vez un germen, que se encuentra en las historias bellas, auténticas, y no en el odio de los breves escritos, para caminar a una libre tierra prometida.

Todos los hombres del Presidente

La ausencia de un asesor reconocido y definido le ha jugado en contra a Piñera durante esta crisis, en la cual todos (alcaldes y otros) se creen dueños de la verdad científica y estratégica.
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Dicen quienes han estado con él en los últimos días (incluyendo al director de este Diario, quien conversó con el Presidente durante casi una hora por videoconferencia el último jueves) que Sebastián Piñera es hoy más parecido al frío y calculador político que enfrentó la desgracia de los 33 mineros en agosto de 2010, con el éxito que todos saben, que al dubitativo y errático líder del viernes 18 de octubre de 2019 y los días que siguieron a la peor crisis y de malestar social desde el regreso a la democracia.

Será que su campo de acción ideal tiene más que ver con curvas, proyecciones, datos y logaritmos que con otros insumos un tanto más subjetivos como emotividad, sensaciones y el descontento.

Pero más allá de que ambos eventos (el de los 33 mineros y el del coronavirus) asomen como incomparables, no pocos han hecho el paralelismo de que, en términos políticos, pueda ser ésta la oportunidad para el Mandatario de salir airoso en una de las misiones más difíciles que pueden cargarse sobre la espalda de un líder político en todas sus biografías posibles: hacerse responsable de salvar la salud y las vidas de todo un país ante una amenaza que, incluso en naciones mucho más desarrolladas, ha causado estragos nunca vistos durante el presente siglo.

Para el 2010 uno de los más grandes aciertos de Piñera fue apoyarse durante los primeros días en el mayor experto en minas subterráneas que ha parido estas tierras, como es el ingeniero André Sougarret, quien con excepción de la voluntad de Dios y la fortaleza de los propios mineros, terminó siendo el gran responsable de encontrarlos con vida y su posterior rescate. En ese escenario, lo que pareciera estar faltante hoy en la estrategia del Presidente es precisamente la ausencia de una figura que cumpla tal rol, entendiendo que el ministro Jaime Mañalich, de especialidad nefrólogo, ha dedicado las últimas décadas de su vida a la administración de clínicas privadas y ministeriales más que a la práctica médica.

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, lo tiene en el veterano inmunólogo Anthony Fauci, quien estuviera a cargo de una de las peores crisis sanitarias de su país como fue la epidemia de VIH durante la década de los 80. La canciller alemana Angela Merkel, junto a su ministro de Salud, Jens Spahn, siguen las directrices del Instituto Robert Koch de Virología, primer responsable de la estrategia alemana frente al covid-19. Algo similar ocurre en el Reino Unido, donde Boris Johnson y su asesor Patrick Vallance han debido cambiar sus estrategias ante los catastróficos (y certeros) modelos matemáticos presentados por el Imperial College de Londres.

A diferencia de estos líderes, Piñera debe lidiar insólitamente con alcaldes que buscan derechamente tomar sus propias decisiones sin evaluar el cuadro general (¿qué es si no eso la propuesta de subdivisión administrativa de Valparaíso en 15 zonas autónomas por parte de Jorge Sharp?), un comité de expertos y científicos, cuya opinión fue desechada a la primera de cambio con la suspensión de clases, y el inagotable zumbido del Colegio Médico y su presidenta Izkia Siches, a quienes sólo ha conseguido contener junto con los jefes comunales en la Mesa Social.

Las políticas sanitarias exitosas, como el aislamiento efectivo en China; el método de diagnóstico temprano en Singapur, o el de las pruebas de diagnóstico generalizadas y masivas en Corea del Sur, tienen algo en común: decisión y conocimiento. El Presidente cuenta indudablemente con lo primero, pero no puede darse el lujo de prescindir de un experto en epidemiología, aun cuando tenga el panorama general meridianamente claro.