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Unidos junto al Mes del Mar

"Aunque nuestros héroes de hoy no combaten en conflictos bélicos ni usan espadas o escudos, la actual crisis sanitaria ha dejado al descubierto una nueva generación de héroes anónimos". Francisco Orrego Bauza, Abogado
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El Mes del Mar ya se encuentra a la vuelta de la esquina. Será un mes especial y distinto. No hace falta explicarlo. Las tradicionales ceremonias y eventos de conmemoración deberán realizarse bajo condiciones extraordinarias. Ellas pondrán a prueba la capacidad del país para celebrar y rendir tributo a Arturo Prat y a todos los marinos que participaron en la heroica gesta del Combate Naval de Iquique. Será una oportunidad para recordar -unidos como nunca- al héroe, marino, abogado, esposo y padre. También es una oportunidad de reconocer la importancia del mar en el desarrollo de Chile y el invaluable aporte de la Armada de Chile en la historia de nuestro país.

Desde su fundación en 1817, la Armada de Chile ha sido -junto a las demás ramas de las Fuerzas Armadas- la encargada de la seguridad exterior y defensa militar del país. Bajo el lema de "Vencer o Morir", le ha tocado intervenir en varios conflictos bélicos desde la Guerra de la Independencia hasta la más reciente crisis del Beagle ("La guerra que no fue", como se le conoce).

También le ha correspondido desarrollar una labor estratégica en la formulación de las distintas políticas oceánicas de Chile, tanto aquella formulada en 1976 como la elaborada en el año 2018. Sus funciones en tiempos de paz abarcan una serie de aspectos relacionados al océano y a la actividad marítima, destacando recientemente en el control del orden público durante los estados de excepción constitucional. La Armada se ha configurado así en una institución fundamental de la República.

La importancia del océano para el desarrollo del país es indiscutible. El transporte marítimo, los recursos pesqueros, el ecosistema marino, entre otros, han significado que nuestro país haya dado creciente importancia geopolítica, jurídica, económica, científica y medioambiental al océano, alcanzado un liderazgo irrefutable en el desarrollo de conceptos como la Zona Económica Exclusiva, en organizaciones como la Organización Marítima Internacional (OMI) y en la concientización de la descontaminación de los océanos. Desde esta perspectiva, el océano -y sus implicancias globales- ha sido abordado como una política de Estado que ha trascendido los cambios de administraciones. Ello, en parte, es fruto del aporte de la Armada de Chile como institución permanente.

La gesta heroica de Prat -y sus compañeros- cobra en el actual contexto nacional un valor incalculable. Su ejemplo no sólo ha servido para inspirar a cientos de generaciones de marinos, sino que también ha servido para inculcar entre los chilenos el valor del sacrificio y del deber a la Patria. Si Prat fue héroe en el pasado, lo es con mayor razón en el presente. Aunque nuestros héroes de hoy no combaten en conflictos bélicos ni usan espadas o escudos, la actual crisis sanitaria ha dejado al descubierto una nueva generación de héroes anónimos. En mayo próximo, junto con recordar el combate de Iquique en unidad, demos gracias a nuestros nuevos héroes, entre ellos a los miembros de la Armada. A través del modelo de Prat, reconozcamos lo mejor de los chilenos de ayer, hoy y siempre.

Cuidemos la vida y los medios de vida

"Debemos volver a una sociedad libre y responsable con las personas, la economía y el medioambiente, que recoja las enseñanzas de esta crisis sanitaria, sin volver a la violencia ni destrucción como medios para lograr las soluciones que se requieren". Pier-Paolo Zaccarelli, Presidente de la CRCP
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Esta pandemia nos ha dejado una serie de enseñanzas. Con mucho dolor hemos entendido lo relevante que es la responsabilidad y la colaboración, donde las personas debemos sacrificar aspectos que hasta hace algunos meses parecían derechos irrenunciables y exigibles incluso por la vía violenta, para cuidar nuestra salud y la vida de todos.

Lo anterior ha llevado al Gobierno a tomar oportunas y relevantes medidas para cuidar la vida de las personas, así como también -y a su debido tiempo- la sustentabilidad de los medios de vida de éstas, como el empleo y las empresas de todo tamaño, otorgándole prioridad a las micro, pequeñas y medianas por su mayor debilidad, pero también a las de mayor tamaño por su aporte a la actividad de tantas pymes y trabajadores de nuestro país.

Medidas como la suspensión del servicio de la deuda antigua, privilegiando las líneas de crédito covid-19 por hasta el equivalente a tres meses de ventas promedio, con garantías del Estado por 3 mil millones de dólares a la banca comercial, que además ha acordado tasas de interés real en torno al 0%, demuestran una disposición nunca antes vista por colaborar con las empresas que más lo necesitan.

Si además sumamos que se otorgarán hasta seis meses de gracia para servir la deuda nueva, por hasta 48 meses de plazo, postergando las amortizaciones de la deuda antigua, se deberían lograr los efectos deseados, apoyando a toda la comunidad de manera directa e indirecta.

Así, también, se espera que las grandes empresas -no por ello ajenas a estas dificultades-, que han debido cesar en sus actividades comerciales, sin ventas o con muy escasa actividad, tengan apoyo para que puedan sostener el empleo y sus cadenas de valor mediante créditos preferenciales, donde los acreedores nuevos, que financien capital de trabajo, tengan preferencia en el pago a los antiguos, para que así puedan volver a la continuidad operacional con los efectos positivos que ello genera en la sociedad.

Por su parte, las medidas a favor de la salud han sido ejecutadas por un sector de nuestra sociedad de gran relevancia. A ellos hay que agradecerles infinitamente su entrega y desempeño para resolver ahí donde se necesita: salud, seguridad, limpieza, abastecimiento de alimentos y remedios, funcionarios públicos y privados de distintos estamentos locales, regionales y nacionales, entre muchos colaboradores anónimos de cada día.

Las ideas, la innovación, el emprendimiento y el esfuerzo continuo nos sacarán de esta dura crisis que está generando una recesión que impactará a todas las naciones, incluido Chile. Por ello, no debemos dejar de ocuparnos de la salud y, por ende, de la vida de las personas, así como de los medios de vida, donde el Estado, a través de las medidas adoptadas y que seguirá adoptando, está estableciendo el marco de acción donde los privados tendremos el rol de recuperar lo más pronto posible una economía que prevenga una crisis social y económica, que profundice los efectos de esta pandemia.

Debemos volver a una sociedad libre y responsable con las personas, la economía y el medioambiente, que recoja las enseñanzas de esta crisis sanitaria, sin volver a la violencia ni destrucción como medios para lograr las soluciones que se requieren para mejorar la calidad de vida de todos los habitantes de nuestro país.

Recetas para hacer política y pan casero

Más que ser un lugar común, discutir hoy sobre si la clase política -como la llaman los siúticos- estuvo o no altura, ya ni siquiera vale la pena.
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Suponiendo que nadie pretende prescindir de aquel noble oficio del panadero y menos jubilarlos en los tiempos que corren -bien bestia habría que ser para desearle a alguien bancarse las colas de la AFC de Errázuriz para el cobro de un fondo de cesantía-, no pocos han dedicado su aislamiento en cuarentena para dedicarse (sin Thermomix, eso sí) a la terapia del amasado de harina, levadura, sal y agua, para así formar enlaces de hidrógeno y disulfuro gracias a la glutenina y la gliadina -las proteínas que conforman el gluten- y luego descomponer el almidón por las enzimas de la levadura, produciendo dióxido de carbón (CO2), etanol y calor, los que permitirán el inflado del pan en aquel majestuoso proceso llamado fermentación, antes de escapar por aquellos hoyitos que previamente hemos hecho con un tenedor.

Es cierto. Quizás nunca alcanzaremos la perfección panadera antes del regreso a la normalidad, pero sí nos bastará para lucirnos con la familia y, como se da el caso por estos días, generar una fuente de ingresos vendiéndoselo a los vecinos, como es la tónica regional.

¿Entonces, somos buenos panaderos? No, simplemente somos unos oportunistas: tiempo+harina+agua=pan. Para impresionar a alguien con el proceso, basta con algo de la Química aprendida en la Básica o un poco de Wikipedia. Pero no podemos garantizar que somos los mejores en este ámbito, sencillamente porque es mentira.

La reflexión se cae de madura por estos días cuando nos cuestionamos la importancia de los afectos, la urgencia del estrés o la necesidad de ciertas ocupaciones. ¿Panaderos? Sí, siempre debiesen existir. ¿Futbolistas? Obviamente. ¿Técnicos en refrigeración de alimentos? Suponemos que sí. ¿Sacerdotes? ¿Por qué no? ¿Poetas? Dios quiera. ¿Abogados? Quién sabe. Pero, ¿qué pasa con los políticos profesionales, aquellos que viven al alero de un parlamentario o un partido, que son nombrados en un cargo como premio, que infiltran nuestros servicios de salud o seremías y que, llegada la hora de problemas más complejos, de esos que no pasan nunca (un estallido social, una pandemia, por ejemplo) nos demuestran su total incapacidad para llevar las riendas de nuestros destinos? ¿Los necesitamos? Hasta ayer pensábamos que sí. Hoy ni siquiera los partidos están interesados en cargos como los de gobernador regional. ¿Por qué? Porque no saben qué hacer, porque se han mostrado totalmente inútiles y superados cuando tenían la obligación legal y moral de defender la paz de nuestras ciudades, la educación de nuestros hijos, que la delincuencia y el narco no campearan como lo hacen hoy, o cautelar la dignidad de nuestros adultos mayores, arreados como ganado para el cobro de sus pensiones y sus vacunas.

¿En qué mundo viven que piensan que -como dicen los alcaldes y el propio doctor y diputado Torres- pueden abandonar a una provincia completa como la de San Antonio sin que nadie les pase la cuenta? ¿De qué planeta llegaron para intentar convencernos de que lo hacían bien, con media Región bajo una sequía galopante, el desempleo por los cielos y la delincuencia en su hora más feliz? Es casi una especie de Mundo Mágico, en el cual se montan a mirar desde las alturas nuestros pequeños estadios, las maquetas de nuestros hogares y, cómo no, nuestras pequeñas y miserables vidas.

Desde La Ligua, el periodista Juan Riquelme nos cuenta que el alcalde Rodrigo Sánchez anticipa una cesantía del 20%, con Valle Hermoso convertido en un pueblo fantasma y los dulceros sin nadie a quien venderles sus productos, por lo que anunció hornos comunitarios y ollas comunes, además de agua gratuita (¡!) y forraje popular, ya que el Gobierno no cumplió con el decreto de emergencia.

Como decía Grossman, se trata de un antiguo y equivocado sueño: creer que el trabajo agrícola comunista instauraría el Reino de Dios sobre la tierra. Pero, a estas alturas, no hay ánimo para discutirle.