"Acelerar las cosas por criterios políticos o económicos puede ser muy nocivo"
Hace un poco más de un mes, el 17 de marzo, asumió la presidencia del Senado Adriana Muñoz. Socióloga de formación, fue una de las figuras políticas fundadoras del Partido por la Democracia (PPD). Desde entonces ha sido diputada por varios períodos antes de ser senadora y ha tenido en su labor parlamentaria una particular preocupación en los temas de género, mediante proyectos de ley enfocados en la defensa y promoción del papel y los derechos de las mujeres en la sociedad chilena. De cierta forma, ha sido una muestra ella misma de estos cambios, en cuanto fue la primera mujer en presidir la Cámara de Diputados (el año 2002) y la segunda en presidir el Senado (la primera fue la parlamentaria Isabel Allende en 2014). Entre las prioridades que pretendía enfatizar en su mesa directiva se contaban justamente algunos asuntos relativos al género, además de la escasez hídrica y también la descentralización de la salud. Pero la irrupción del nuevo coronavirus se impuso con su pandémica presencia.
El día después de que Adriana Muñoz asumió la presidencia del Senado, se declaró en Chile el Estado de Catástrofe por coronavirus o covid-19. De manera que a ella le ha tocado estar al frente de esta cámara del Poder Legislativo bajo la gravitación de una pandemia que ha marcado gran parte del acontecer diario del país y no solo su agenda legislativa. El Senado, por supuesto, ha tenido que, no obstante la crisis sanitaria, mantener su actividad, entre otras cosas para legislar adecuadamente en los puntos necesarios para enfrentar la epidemia, así como en otras materias que pueden eventualmente relacionarse con ella, como la iniciativa de un "botón de pánico" y el uso del monitoreo telemático para casos de violencia intrafamiliar.
Sobre su primer mes como presidenta del Senado, sobre la actuación tanto del Gobierno como de la oposición ante la pandemia, sobre las medidas tomadas y las que debieran tomarse, así como sobre la "nueva normalidad" y el plebiscito constitucional, conversa Adriana Muñoz.
-¿Cómo ha sido trabajar en medio de medidas para hacer frente a la situación de pandemia?
-No ha sido fácil, evidentemente, el riesgo de contagio pone una complejidad y temor al trabajo, pero creo que todos, tanto en el Senado, como en la sociedad en general, hemos comprendido que mantenernos seguros requiere ciertos sacrificios, complicaciones y limitaciones.
-¿Cuál es su balance de este primer mes en la presidencia del Senado? Lo bueno y lo malo.
-El Senado ha adoptado medidas rápidas y decididas para mantener su actividad y, con ello, legislar oportunamente en las materias que las chilenas y chilenos necesitan para superar esta situación. No hubo demoras y tanto comisiones como sala han tenido bastantes sesiones. Lo malo, por lo menos para mí, pero creo que también para mis colegas, es tener que reducir las visitas a terreno y las actividades con la gente. Es una situación muy compleja. Me gustaría poder estar más cerca de la gente de Choapa, Limarí y Elqui, con los que hemos forjado muchos lazos y cariño. En todo caso, estoy en permanente contacto y tratando de resolver sus problemas y necesidades.
-En una evaluación de la gestión del gobierno y sus medidas por la pandemia, ¿qué ha hecho bien, a su juicio?
-Creo que lo positivo ha sido tener una vocería única, a cargo del Ministerio de Salud, que permite una información clara y oportuna. Además, creo que fue positivo instalar una Mesa Social que permitiera complementar los análisis gubernamentales con la de los gremios y especialistas. Sin embargo, creo que, en ambos casos, falta aún transparencia en los datos y una mayor capacidad de diálogo.
-En lo no tan bueno, en una declaración pública, usted y otras personalidades señalaron preocupación por medidas como reapertura de centros comerciales, reincorporación presencial de funcionarios públicos, retorno pronto a clases de los estudiantes. ¿Por qué son preocupantes?
-Creemos que se están dando señales que no corresponden al estado actual de la pandemia en Chile. Hoy el covid-19 está en expansión, todos los días hay más contagiados, muchos pacientes críticos y un número importante de fallecidos. Nos acercamos al peak. Es el momento de mayor riesgo. En esas condiciones, el llamado claro debe ser pedir a nuestros compatriotas redoblar las medidas sanitarias. La nueva normalidad puede llevarnos a una falsa sensación de relajo que nos cueste muchas vidas.
-Y si tuviera que evaluar a la oposición, ¿qué diría de su actuación durante esta crisis?, ¿comparte la crítica de Ricardo Lagos en el sentido de que habría estado ausente de ella?
-Lo primero que hay que señalar es que ser oposición en estas condiciones es muy difícil. Si uno analiza la prensa internacional, ve que esa es la realidad en todo el mundo. En general, tengo una percepción positiva y distinta a la del ex Presidente Lagos. Hemos contribuido a que el país tenga las herramientas para sortear esta crisis. Hemos legislado con rapidez. Así lo han reconocido recientemente en la Sala del Senado, los ministros Ward y Blumel. Ahora, como ocurre en cualquier catástrofe, en el período inmediato de la emergencia solo cabe cerrar filas y colaborar. Ya cuando las cosas decantan, uno puede, como está ocurriendo, empezar a evaluar las acciones adoptadas y plantear críticas y propuesta alternativas acerca de la suficiencia y extensión de las medidas adoptadas y de los criterios sanitarios.
-En una columna ha criticado también "la gastada receta neoliberal" del gobierno en medidas económicas para ayudar al endeudamiento de los hogares, pidiendo control de precios de algunos productos o exigencias a los bancos en cuanto a los créditos. ¿Son viables esas medidas?
-Lo que ocurre es que siento que nos hemos ocupado poco de la vida cotidiana de los hogares. Las familias ya estaban agobiadas por el endeudamiento antes del covid-19. Y hoy, con ingresos más bajos que los habituales o sin ingresos, se ha vuelto angustioso. Por eso, lo que solicité es, por una parte, realismo. Esos hogares no podrán pagar, así de simple. Y, por otro lado, hago un llamado a una solidaridad efectiva, de empresas que han tenido por largos años muchas utilidades. Ha llegado el momento que les den una mano a sus usuarios, pero una mano verdadera, sin letra chica, sin condiciones. Que por un par de meses ganen menos no causará un descalabro en sus balances, pero sí puede hacer la diferencia para muchos hogares que hoy viven momentos muy amargos.
-Si no a una "nueva normalidad", ¿aspira a que algún grado de normalidad se alcance en este primer semestre?
-Mi impresión es que las decisiones debemos dejárselas a los técnicos. Idealmente, grupos especializados deberían decirnos cuando la pandemia vaya en retirada y, bajo qué condiciones puede retomarse la vida, por cierto, gradualmente. Acelerar las cosas por criterios políticos o económicos puede ser muy nocivo.
-Y, ¿qué lugar ocupa el estallido social y el proceso constitucional en esta normalidad?
-El estallido social está ahí. Ha quedado suspendido, porque la gente entiende que la salud está primero, pero está latente, vivo, porque los problemas siguen ahí, porque la desigualdad sigue ahí, porque el abuso sigue ahí y está pandemia ha agudizado o mostrado con especial crudeza esas inequidades. Así que el desafío del Gobierno y también de la oposición es enfrentar la pandemia sin quitarles la mirada a los temas pendientes, como previsión, educación, salud, y en ese marco el plebiscito y la Asamblea Constituyente son indispensables para canalizar esas demandas.
"El Senado ha adoptado medidas rápidas y decididas para mantener su actividad y, con ello, legislar oportunamente".
"El llamado claro debe ser pedir a nuestros compatriotas redoblar las medidas sanitarias. La nueva normalidad puede llevarnos a una falsa sensación de relajo". "El estallido social está ahí. Ha quedado suspendido, porque la gente entiende que la salud está primero, pero está latente, vivo, porque los problemas siguen ahí".