LA VIDA DESPUÉS DE LA PANDEMIA
PROSPECCIÓN. Hoy los líderes del mundo comprenden mejor la barca común y la necesidad de remar juntos. No hacerlo nos lleva a un mundo sin destino.
Estos son tiempos de necesaria reflexión. Junto con la observación y experimentación de la peste que envuelve a la humanidad, nadie escapa de ella. Por tanto, no hay organización o aspecto del entorno que no esté tocado y llamado a la acción. Entre éstas, las empresas y toda forma de emprendimiento, sin importar su tamaño, dimensión, industria a la cual pertenecen, su historia y cultura organizacional, por mencionar algunos aspectos. El Papa Francisco viene reflexionando acerca de la pandemia "a medida que ésta se extendía por la familia humana". En el libro "La vida después de la pandemia", con prefacio del cardenal Michael Czerny, SJ., se reúnen ocho mensajes entregados por el Papa desde el 27 de marzo al 22 de abril. Se señala que hay dos objetivos en el mensaje: "el primero es sugerir una dirección, algunas claves y directrices para reconstruir un mundo mejor que podría nacer de esta crisis de la humanidad". "El segundo objetivo es sembrar esperanza en medio de tanto sufrimiento y desconcierto". En ambos objetivos cada persona tiene un papel en que puede ser protagonista, cualquiera sea la dimensión.
A la ciudad y al mundo
Los ocho mensajes consideran dos Urbi et orbi, tres cartas, una catequesis, un extracto de homilía y un texto especial. Todo ello centrado en lo que hoy nos conmueve como humanidad y que toma nuestra mente y corazón permanentemente.
"Desde hace algunas semanas parece que todo se ha oscurecido. Densas tinieblas han cubierto nuestras plazas, calles y ciudades; se fueron adueñando de nuestras vidas llenando todo de un silencio que ensordece y un vacío desolador que paraliza todo a su paso: se palpita en el aire, se siente en los gestos, lo dicen las miradas. Nos encontramos asustados y perdidos. Al igual que a los discípulos del Evangelio, nos sorprendió una tormenta inesperada y furiosa. Nos dimos cuenta de que estábamos en la misma barca, todos frágiles y desorientados; pero, al mismo tiempo, importantes y necesarios, todos llamados a remar juntos, todos necesitados de confortarnos mutuamente. En esta barca, estamos todos". ¿Cómo no sentirse identificado con estas palabras?. Claramente la tempestad, imagen a la que recurrimos frecuentemente, por ejemplo cuando se hace análisis del entorno, tiene la fuerza conmovedora de nuestra vulnerabilidad y de la "superflua" seguridad de nuestro caminar por la tierra. Más aún, hoy los líderes del mundo comprenden mejor la barca común y la necesidad de remar juntos. No hacerlo nos lleva a un mundo sin destino.
"Y podemos mirar a tantos compañeros de viaje que son ejemplares, pues, ante el miedo, han reaccionado dando la propia vida". Sí, hemos aprendido, no sólo hemos visto nuestras pequeñeces y miserias en medio de la tormenta, sino que hemos visto también a esos compañeros de viaje que enumera el Papa uno por uno: los que hacen posible que la barca no zozobre.
Prepararnos
A quienes tienen la misión de ser guías les dice: "animo a quienes tienen responsabilidades políticas a trabajar activamente en favor del bien común de los ciudadanos, proporcionando los medios e instrumentos necesarios para permitir que todos puedan tener una vida digna y favorecer, cuando las circunstancias lo permitan, la reanudación de las habituales actividades cotidianas". Ánimo que es necesario en el mar crispado y la falta de fraternidad en las diferencias.
"En estos días de tanta angustia y dificultad, muchos se han referido a la pandemia que sufrimos con metáforas bélicas. Si la lucha contra el covid es una guerra, ustedes son un verdadero ejército invisible que pelea en las más peligrosas trincheras. Un ejército sin más arma que la solidaridad, la esperanza y el sentido de la comunidad que reverdece en estos días en los que nadie se salva solo. Ustedes son para mí, como les dije en nuestros encuentros, verdaderos poetas sociales, que desde las periferias olvidadas crean soluciones dignas para los problemas más acuciantes de los excluidos". Bella denominación a aquellos que hacen posible la navegación, donde todos tenemos un lugar: poetas sociales.
Hay una reiteración necesaria y urgente en las 65 páginas de esta histórica colección de mensajes a la Humanidad. "Si algo hemos podido aprender en todo este tiempo, es que nadie se salva solo. Las fronteras caen, los muros se derrumban y todos los discursos integristas se disuelven ante una presencia casi imperceptible que manifiesta la fragilidad de la que estamos hechos".
«Una emergencia como la del covid-19 es derrotada en primer lugar con los anticuerpos de la solidaridad». Lección que romperá todo el fatalismo en el que nos habíamos inmerso y permitirá volver a sentirnos artífices y protagonistas de una historia común.