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Proyecciones en la era postcovid

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El uso de los billetes y las monedas terminará reduciéndose a acciones puntuales, tal como le pasó a los cheques hace algunos años. Habrá que confiar en la tecnología, las cuentas virtuales y nuevos tipos de moneda, como los bitcoins o las chauchas, la criptomoneda chilena".

Crisis o hechos extraordinarios como la pandemia que estamos viviendo son capaces de cambiar para siempre nuestros hábitos y formas de vida. A partir de lo que hemos visto, me atrevería a realizar algunas proyecciones:

Saludos: Una de las costumbres que más impacta a los estudiantes de Estados Unidos cuando llegan por intercambio a Chile, es esa manía que teníamos de darnos la mano y saludar de beso a todas las personas, incluso a aquellas que recién conocemos. Se entiende como un acto reflejo de amor entre padres e hijos, pero hasta hace poco se había vuelto una costumbre demasiado común entre los chilenos. Respecto al saludo de manos, la leyenda cuenta que era una prueba de confianza para demostrar que uno no andaba armado. Hoy, una mano infectada puede ser tan peligrosa como un cuchillo, por lo que no quedará otra que confiar en que nuestros amigos estén desarmados. Seguramente, después de esta cuarentena, los besos y apretones de manos serán un recuerdo del pasado con personas que no son cercanas.

Los diarios impresos: Hace unos meses, el diario La Tercera dejó de imprimir las ediciones durante la semana y limitó su distribución a los sábados y domingos. Más allá del gusto que a algunos nos genera revisar el diario en papel, lo cierto es que además de ocupar un formato que contamina (papel, tinta y traslados) en términos prácticos, las ediciones impresas están expuestas a quedar obsoletas frente a noticias que evolucionan minuto a minuto en las redes sociales. El formato digital permite cambios y portadas dinámicas. Aquí, además, hay un tema generacional: preferir la edición impresa a la digital es el equivalente en las nuevas generaciones a preferir una carta en vez de un email.

Los billetes y las monedas: Aún es común ver que las personas eviten pasarse la sal en la mesa porque "da mala suerte". La tradición se remonta a que los primeros intercambios comerciales se hacían con la sal como medio de cambio. Dejar la sal en un lugar y no pasársela de mano en mano era una forma de asegurar que no se alterara la cantidad. Tiempo después, aparecieron las monedas y, más tarde, los billetes. Lo que las campañas de las tarjetas comerciales no lograron hacer con jingles y concursos para desincentivar el pago en efectivo, lo que hizo el coronavirus en pocos meses. El uso de los billetes y las monedas terminará reduciéndose a acciones puntuales, tal como le pasó a los cheques hace algunos años. Habrá que confiar en la tecnología, las cuentas virtuales y nuevos tipos de moneda, como los bitcoins o las chauchas, la criptomoneda chilena.

La forma de hacer política: La discusión sobre el retiro del 10% de los fondos de pensiones generó un interés inédito en la población. Aquellos políticos que vieron en esta medida un primer paso para acabar con las administradoras de los fondos de pensiones, tal como existen, utilizaron el argumento de que "había que escuchar a la mayoría". Lo que no dimensionaron es que si esa es la nueva forma de concebir la política -no estoy haciendo un juicio de valor sobre esto- su función como representantes no tiene sentido (nadie sabe para quién trabaja). El modelo de los senadores y diputados fue concebido en una realidad muy distinta a la actual, cuando las personas estaban lejos del Congreso y necesitaban a los representantes. A eso se sumaba la idea de que el parlamentario estaba mejor preparado e informado para la toma de decisiones. Actualmente, la tecnología nos podría permitir hacer una votación vía internet y nos ahorraría la necesidad de los honorables. Si queremos ir un poco más allá, el físico chileno César Hidalgo propone senadores "avatar", quienes, sin costo para el Estado, nos entreguen la información que queremos, de acuerdo con nuestros intereses, y nos sugieran cómo votar o, incluso, con toda nuestra información, votar por nosotros.

En fin, después de algunos años, cuando me vea, por favor, evite darme la mano o saludarme de beso y si me debe dinero, hágame una transferencia. Si me equivoqué en las otras cosas, ya lo habré olvidado. Si acierto, no me cansaré de recordárselo. 2

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Un gabinete en tiempos de crisis

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Para la izquierda, este cambio de gabinete genera el dilema de seguir agudizando el panorama legislativo con proyectos de reforma constitucional que corten sus puentes con el Gobierno y la coalición, perdiendo los apoyos conseguidos las semanas pasadas.

El profundo cambio de gabinete llevado a cabo por el presidente Sebastián Piñera el pasado 28 de julio marca un punto interesante de análisis. Es por lejos el más profundo de este periodo de gobierno, pero representa además un cambio de lógica mayor. El mismo proceso del pasado 28 de octubre del 2019 tuvo un punto de contraste, ya que empoderó a ministros que pertenecían a los círculos de confianza personal del Presidente. Nada reflejaba mejor eso que el caso de Gonzalo Blumel en Interior. Más que un político experimentado y con capital político propio, Sebastián Piñera buscaba en él un representante de la voluntad presidencial. Este recurso había sido usado en años anteriores y allí uno recuerda el caso del ministro Peñailillo, en relación a la Presidenta Bachelet. Lamentablemente, ya está más que demostrado que esta herramienta es poco viable y para el caso presente solo mantenía la tensión de un Presidente que seguía buscando la iniciativa sobre los partidos de su coalición, basado en la notable votación obtenida en el 2017, alejándolos e irritándolos.

La debilidad de esta solución, mantenida en lo grueso por la sucesión de cambios de gabinete parciales, terminó de colapsar con el desbande oficialista en la tramitación del proyecto de retiro adelantado del 10% de los fondos previsionales de las AFP, y forzó a un cambio que, en esta ocasión, marca un giro relevante de la actitud presidencial. El nombramiento de un ministro del Interior como el senador Víctor Pérez demuestra que el Presidente busca recuperar el apoyo político de la UDI, mientras que la incorporación de representantes de los bloques en pugna interna en el propio gremialismo y RN permite simultáneamente traer al gabinete a una amplia muestra de liderazgos de la coalición, y al mismo tiempo "amarrar" a parte considerable de los parlamentarios de dichos partidos en la conducción política de la administración. Con una sola maniobra, consiguió una buena oportunidad de pacificar al sector. Una salida como esta, también puede recuperar la adhesión de los votantes de Chile Vamos con el Presidente, que desde el 18 de octubre había sido abandonado por moros y cristianos y que ve ahora la recuperación de un sentido de convicción y proyecto. Por el contrario, una escena así ha causado que la oposición se ha quejado unívocamente de que es un gabinete duro, incluso motejándolo de "gabinete del rechazo" respecto del plebiscito constituyente. No parece una reacción hábil, pues solo confirma el apoyo de la derecha a la corrección de la decisión presidencial, que se puede argumentar que es precisamente el objetivo central de este cambio.

Para la izquierda, este cambio de gabinete genera el dilema de seguir agudizando el panorama legislativo con proyectos de reforma constitucional que corten sus puentes con el Gobierno y la coalición oficialista, perdiendo los apoyos conseguidos las semanas pasadas en el Congreso y, ante un complejísimo panorama electoral, tienda también a confirmar lo que las encuestas muestran, en el sentido de una profunda pérdida de adhesión de los votantes de centro a dicho sector.

Otra consecuencia de este cambio es lo que prácticamente todos los analistas de la plaza clamaban desde hace meses, y era la necesidad de cesión de poder por parte del Presidente. Una decisión difícil para cualquier mandatario; tanto Sebastián Piñera como Michelle Bachelet parecen padecer ese problema de forma aguda, contribuyendo a la desarticulación del sistema de confianzas con sus coaliciones. En este caso, la llegada de un gabinete tan empoderado se parece a la llegada de Edmundo Pérez Yoma al gabinete de Michelle Bachelet, en su primera administración, cimentando una lealtad con su plataforma política y su futuro, mas allá de las frustraciones personales que debe de producir al mandatario.

Por todo lo anterior, parece ser una maniobra compleja pero inicialmente exitosa, que ha devuelto cierto orden a la coalición de Gobierno y parece generar ciertas esperanzas en su electorado. Sin embargo, eso no implica que haya recuperado el control de la agenda, ya que en tiempos de pandemia, crisis económica y fuertes tensiones sociales, no hay nada garantizado. Como fuere, es claro que la administración Piñera esta hoy mejor a como lo había estado en las últimas semanas y la responsabilidad de que eso se mantenga y continúe ahora ya no es solo de palacio, sino que también de Chile Vamos, y eso por sí mismo es un cambio mayor y que se debe de celebrar más allá de las fronteras de la coalición de Gobierno. 2

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