El técnico de Everton, Javier Torrente, tiene una mirada bastante crítica respecto a las decisiones que se han tomado por parte de dirigencia del fútbol chileno durante la pandemia.

Según el entrenador, debiera haber una preocupación central por proteger a los clubes y tomar medidas proporcionales a la gravedad de los acontecimientos que han ocurrido en el último tiempo y que han impactado al fútbol. El argentino no sólo se refiere al coronavirus, sino también al estallido social del año pasado.

Y dentro de las medidas que pone como ejemplo para amortiguar los efectos negativos de la pausa del torneo, habla de suspender el descenso por esta temporada.

"La eliminación del descenso haría que si un equipo tiene que salir de su estadio y no puede ejercer su localía, pase a un segundo plano, se competiría sólo para ver cómo se llega a la parte de arriba de la tabla. Puede ser que alguno tenga que jugar de visitante siempre, pero como la consecuencia no es tan grave, su patrimonio se conserva porque sigue en Primera División", dice el DT de Everton.

Según el rosarino, "no pienso en mí, porque aparentemente nuestro estadio será aprobado, yo pienso en los otros", y añade que "esto se arregla hablando, si se abre el libro de pases cuando corresponde, si se elimina la gravedad de la pérdida económica que significa perder la categoría... Imagínese además qué pasa con otro equipo que no sea Iquique y se le lesionan ocho jugadores titulares, en qué condiciones compite con el resto".

Un desastre que difícilmente podrán olvidar en Barcelona fue el que les significó quedar eliminados de la Champions League al caer ayer por 8-2 ante Bayern München, en un partido que mostró las diferencias abismantes entre el estilo de juego frontal de los alemanes y el esquema de traslado del cuadro catalán.

Desde los primeros minutos el "mejor equipo del mundo", como lo había calificado Arturo Vidal en la conferencia de prensa previa al duelo de ayer, fue un remedo ante el apabullante juego de los bávaros, quienes en la cancha fueron unos verdaderos "bárbaros" al momento de liquidar en el arco de Ter Stegen.

No se jugaban ni tres minutos del primer tiempo y el exequipo de Vidal ya había abierto la cuenta gracias al olfato goleador de Müller. Ni siquiera el empate parcial, conseguido 180 segundos después, en un autogol de Alaba, quien se anticipó mal perfilado a un centro de Alba, le permitió al cuadro español ubicarse bien en la cancha, donde en cada sector fueron superados por los jugadores del campeón alemán.

Todo acabó en 9 minutos

Así no extrañó que entre los 22 y 31 minutos Bayern se fuera a un inalcanzable 4-1 gracias a las anotaciones de Perisic, Gnabry y el propio Muller, que desnudaron los serios problemas defensivos de un cuadro catalán, al que siempre les ganaron las espaldas en los laterales y entre sus centrales.

Un gran esquema de los alemanes, quienes desde la salida del arquero de Barcelona, presionaron en todos los sectores, reduciendo las opciones azulgranas a esporádicas apariciones de Messi, que con el pasar de los minutos cayó en la desazón e impotencia que ni siquiera el descuento de Suárez (57') pudo revertir.

Con el 4-2 se pensó en una reacción de Barcelona, pero ni siquiera las ganas que puso Vidal en la cancha aportaron a la causa, ya que los teutones arrasaron en el juego físico y sólo seis minutos después volvieron a estirar el marcador con un tanto de Kimmich.

En ese momento el duelo ya se había acabado para Barcelona, que padeció en los ocho minutos finales con tres tantos más. El sexto, obra de Lewandowski, a los 82', y los más dolorosos para los hinchas catalanes, el séptimo y octavo, en los pies del brasileño Coutinho, quien a los 85' y 89' sentenció la mayor goleada que los españoles hayan recibido en la historia de esta Champions y que podría apurar la salida de algunos históricos como Piqué.

"Vergüenza, tocamos fondo. Soy el primero en ofrecerme para irme si falta sangre nueva. Nadie es imprescindible", dijo el zaguero.

Santiago Wanderers cumple un nuevo aniversario y como ha sucedido a lo largo de la historia, su situación actual va de la mano con la crisis que vive el país. Seguramente, cuando un investigador quiera reconstruir la historia del club en 20, 50 o 100 años más, le va a costar entender por qué el equipo no jugó los partidos que restaban el 2019 o por qué apenas participó de la competencia el 2020. La única forma de comprender qué ocurrió, será estudiando el contexto, uno que nos habla del quiebre de una sociedad, primero, y del avance de una pandemia provocada por el coronavirus, después.

La realidad es compleja, fuera y dentro del club. Por un lado, se concretó el traspaso de acciones de Nicolás Ibáñez a Rafael González y, éste, en un proceso poco claro, traspasó una cantidad a algunos los socios, lo que le permitió efectuar un proceso eleccionario a puertas cerradas, "entre loros y media noche", sin que el resto pudiera participar del proceso, aunque fuese vía remota. De esta forma, los mismos que estamos dispuestos a pagar las cuotas, aún sabiendo que no veremos ningún partido en el estadio este año, fuimos marginados, en una cuestionable elección.

Por otro lado, la Corporación se ha subido al carro de las demandas ciudadanas. Tuvo una participación activa en las manifestaciones realizadas a partir del 18 de octubre y ahora último, a través de las redes sociales, se sumó a las protestas a favor de los mapuches detenidos por la justicia.

González y Oyer representan, en un microcosmos verde, lo que ocurre en el país. Por un lado, el presidente de la Sociedad Anónima pareciera actuar de la misma forma como lo hace parte de las élites de nuestro país, desconectado de la realidad. Y, por otro, está el presidente de la Corporación, quien representa el otro extremo, el del populismo, y se deja llevar por el barómetro de las redes sociales. A ambos los une su amor por Wanderers y querer lo mejor para el club, pero también asumir, de antemano, lo que es mejor para los socios, sin tomarse las molestias de consultarnos.

No es un panorama ni alegre ni simple, ni desde el punto de vista deportivo (seguimos últimos en la tabla) ni desde el punto de vista institucional.

La política y la polarización se insertaron de lleno en muchos ámbitos y Wanderers no es la excepción. Un ambiente, donde no se buscan consensos, sino derrotar al bando contrario. Difícil que de esta ecuación pueda salir algo bueno.

Lejos del campo de batalla ideológico y del último lugar en la tabla de posiciones, me quedo con lo positivo de esta pandemia y aniversario, aquellos wanderinos que, sin esperar el reconocimiento público, "la foto con las cajas", se han organizado para ayudar a quienes más lo necesitan. Son ellos los que, desde el anonimato y después de 128 años, mejor representan el espíritu de los fundadores.