Mariana Enríquez: "Casi todo el tiempo no sé qué decir"
"El otro lado" (UDP) es una contundente selección del lado periodístico de Mariana Enríquez, una de las escritoras actuales más importantes de nuestra lengua.
El año pasado la escritora argentina Mariana Enríquez (1973) se consagró como una de las plumas latinoamericanas más importantes con "Nuestra parte de noche" (Anagrama), novela de horror con la que ganó el Premio Herralde.
En "El otro lado", en cambio, se lee un laboratorio de periodismo monumental. El padre de la autora compiló físicamente sus artículos publicados en distintos medios desde mediados de los noventa, años en que también Enríquez debutaba en la literatura. Tras la muerte de su progenitor el 2015, el novio continuó ese trabajo de archivo. Eran dos maletas grandes llenas de recortes de revistas y diarios.
En Chile la presentación de este libro fue hecho vía Zoom y posteriormente compartida en las redes sociales. Allí dialogaron Matías Rivas (director Ediciones UDP), Leila Guerriero (prestigiosa cronista argentina y editora de "El otro lado") y Mariana Enríquez.
De campera negra
Enríquez fue una escritora brillante y precoz. Así escribió su colega trasandino Juan Forn el momento en que la conoció: "A principios de los 90, cuando yo trabajaba en Planeta, Gabriela Cerruti me pidió si podía recibir a una compañera de colegio de su hermanita que había escrito una novela. En mi recuerdo, la piba entró en mi oficina vestida de colegio, pero sospecho que la memoria me engaña, lo más probable es que ella viniera en uniforme sí, pero en su uniforme privado de aquel entonces (que seguiría usando más de diez años): pollera escocesa, borceguíes negros, medias negras, campera negra, los pelos negros electrizados como una tormenta alrededor de su cabeza y la mirada igual de negra, asesina. Hay que agregar los cigarrillos, fumaba como un vampiro en esa época. La novela la traía escrita en un cuaderno Arte de espiral, con hojas cuadriculadas".Esa misma precocidad vital hizo que encontrara espacios en las crónicas de la vida de una mujer joven, con un tono humorístico, o que hiciera textos de conciertos de aquella época, como de Rolling Stones, banda de culto en Argentina, de la que ha escrito varias veces en distintos formatos, contando su vertiente ocultista o perfilando a su mítico vocalista, Mick Jagger. El rock es fundamental en "El otro lado": aparecen también Kurt Cobain o Bruce Springsteen.
Enríquez, hoy subeditora del suplemento Radar de Página/12, docente y desde este año directora del Fondo Nacional de las Artes, no censuró su archivo, al punto que confesó en la presentación sus sensaciones respecto a la selección que hizo Guerriero: "Fue una manera de permitir que esto sucediera, hay textos que preferiría no haber publicado. Está bueno que alguien los rescate más allá de lo que fueron las condiciones de producción". Si bien disfrutaba escribir, "después cuando veía lo publicado era 'qué horror'. Pensaba que lo leía poca gente, que la gente se olvidaba".
Claro, porque Enríquez muchas veces escribió contra el tiempo como lo hacen los periodistas, pero a su favor está el bagaje que ella misma tenía en su pasión por el consumo cultural. De hecho, una de las secciones es "Mi mundo privado" donde se ven todas esas afinidades que después se han vuelto materia de sus propios libros que ya suman más de una decena.
"El otro lado" es la novela de los días entregados a la prensa, muchos escritos en la redacción. Y ese trabajo con el que alimenta la casa se conecta con su obra literaria. Enríquez lo admitió en aquel diálogo virtual: "Periodismo y literatura son muy diferentes en cuanto a métodos, pero no sé si son tan diferentes en otros sentidos. Uno no puede evitar volver a las mismas cosas".
Guerriero apuntó como factor común entre ambos libros la belleza de los personajes. A veces aquellas bellezas de la vida real se le perdían por cosas de la época, como un mail mal anotado. Cosas de los noventa. Leila Guerriero considera los textos como "pequeñas huertas con gustos cultivados, el gusto por determinado tipo de cine, determinado tipo de música, las devociones".
Varias mujeres inspiran a Enríquez: escribe sobre Drew Barrymore, Adele o Amy Winehouse. Leila Guerriero reconoce el valor de la condensación en esos retratos. La autora rememoró que, en esa sección, quiso "dar una vuelta literaria a los personajes, es una idea sencilla a partir de la sensación que me dejó su obra. La columna vertebral del texto es extremadamente subjetiva".
Para los gustos más marginales está la sección "Iluminaciones". Allí se rastrean referencias al cómic The Sandman, que Enríoquez leyó en los noventa, o músicos como Daniel Johnston o Charlie Sexton. Hay un rasgo común en la selección que tiene que ver con la falla en los personajes, Enríquez no es afín a lo impoluto. "Me gusta la falla, la contradicción, la herida, una obra y un artista al límite del abismo y pensarlo desde allí", confesó.
"Tengo un panteón y voy metiendo gente", explicó Enríquez, para unir toda esta curatoría que arman los nombres desplegados en "El otro lado". Esta acumulación de nombres queridos o admirados tiene que ver con la idea del periodista cultural: "Que diga lo que recomiende, lo que le fascina. A mí el crítico cultural sopesando me parece un plomo, no estamos para eso en la vida, que piense la gente lo que quiera, a mí me gusta que me digan 'esto te van a encantar'".
Hasta la pandemia alcanzó a colarse en el libro con dos textos escritos en abril. Uno tuvo alto impacto en el momento de la publicación en la UNAM, "Ansiedad", porque representó a bastante gente. Así lo explicó la autora: "Casi todo el tiempo no sé qué decir y constantemente me piden que diga algo. Una columna sobre cómo llevo el confinamiento. Una opinión sobre la naturaleza mutante del virus. ¿Me parecen bellas las ciudades vacías y recuperadas parcialmente por animales? Todo es contradictorio y angustiante. Un escritor, un artista, debe poder interpretar la realidad, o intentarlo al menos. Como persona que trabaja con el lenguaje debería colaborar en la discusión pública. Pensando, escribiendo, interpretando. Pero cada día que pasa, pensar en esta pandemia se convierte en una neblina pesada: no veo, estoy perdida, apenas alcanzo a distinguir mis manos si las extiendo".
Enríquez fue recomendada como lectura vital por Patti Smith, la rockera norteamericana.
Por Cristóbal Gaete
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