Valparaíso ante el conflicto portuario
Las diferencias entre la estatal EPV y la privada VTP llegan a los tribunales con argumentos que también tocan al concesionario TPS. El problema se remontaría al año 2016, cuando se habría limitado, a través de un manual de operaciones, el uso de tres terminales para la recalada de cruceros, lo cual habría determinado el desvío de las naves a San Antonio.
No hay buques, pero hay conflicto. Esa es la situación de hoy en la relación entre Valparaíso Terminal de Pasajeros (VTP) y la estatal Empresa Puerto Valparaíso (EPV). El conflicto se traduce en una demanda interpuesta en tribunales por VTP, empresa vinculada al grupo Urenda, que atiende a los cruceros que recalan en Valparaíso.
La presentación de VTP se basa "en los hechos y actuaciones de EPV que constituyen incumplimiento a la obligación de todo contratante de actuar de buena fe en materia contractual". EPV estaría "infringiendo el ordenamiento jurídico, legal, reglamentario y contractual aplicable, atentando contra los principios consagrados en la Ley N° 19.542 que modernizan el sector portuario estatal".
El problema tendría su origen el año 2016, cuando la portuaria aprobó y aceptó un Manual de Servicio de la empresa Terminal Pacífico Sur (TPS), concesionaria de frentes de atraque estatales, que eliminaba la preferencia extraordinaria de recalada de los cruceros en los sitios 1,2 y 3 operados por esa entidad privada.
Alega VTP que gozaba de esa preferencia desde 2002, cuando se adjudicó la licitación para la operación de cruceros mediante un convenio con EPV.
Esta pérdida de preferencia, según la demandante, obligó a desviar naves a San Antonio, al no contar con los mencionados frentes. A la vez, acusa a EPV de cobros excesivos por el uso del puerto, 74% superiores a los de San Antonio, llegando a ser Valparaíso uno de los más caros del continente para cruceros, afectando el desarrollo de VTP.
En base a estas acusaciones, VTP pide en tribunales dar término al contrato de concesión y una indemnización de US$ 16 millones por parte de EPV.
En declaración pública, la portuaria estatal manifestó que será en la instancia judicial "donde se dará la discusión con nuestro concesionario, de acuerdo al marco normativo vigente". Manifiesta, sin embargo, su buena disposición para la operación de los cruceros. Añade que superada la crisis actual "se plantea la oportunidad de consolidar esfuerzos que hagan de Valparaíso un destino internacional cada vez más competitivo".
Se podría pensar que en este conflicto hay tres partes: la entidad portuaria estatal propietaria de los frentes de atraque y los dos concesionarios privados, TPS, que opera esos frentes, y VTP, que maneja instalaciones terrestres para la atención de los pasajeros de cruceros en las remodeladas bodegas del sector Barón.
Pero también hay un cuarto protagonista, la ciudad de Valparaíso, su entorno y su actividad turística, que se beneficia con el movimiento que significa la recalada de cruceros.
Con esa mirada, interesa que este conflicto se resuelva entre los privados y la estatal, fijando una clarísima carta de navegación que evite naufragios futuros a los cruceros que recalan en Valparaíso.