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Restaurantes languidecen

Entre el empuje y la incertidumbre se debaten empresarios del sector gastronómico de Valparaíso y Viña del Mar. Sin ingresos desde marzo, muchos han tenido que desvincular colaboradores y mantener a otros con protección del empleo. ¿Hasta cuándo? No lo saben.
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"No va a ser lo mismo que antes, va a existir mucha duda, la gente va a estar muy cauta", prevé el presidente de la Cámara de Turismo de Reñaca, Santiago Pérez, proyectando el retorno de la actividad en un horizonte aún nebuloso y marcado por la incertidumbre, lo que parece ser la tónica del sector.

Cerrados desde el 20 de marzo en Valparaíso y Viña del Mar, y sólo con la opción de operar en delivery, los restaurantes languidecen en el advenimiento de la primavera. Sin ingresos desde entonces, muchos de sus dueños tuvieron que despedir personal o salvar al que pudieron con la Ley de Proyección al Empleo, pero eso no los exime de pagos previsionales, arriendos y cuentas varias.

"Ha sido tan difícil también postular a los créditos FOGAPE y otras líneas, pero si te los dan e inyectas tres, seis, ocho millones de pesos a tu actividad, y las cosas no resultan, ¿cómo los pagas después", se pregunta -al igual que los empresarios gastronómicos- este dirigente empresarial, operador y agente de viajes, reconvertido él mismo al área de las asesorías "porque no podemos movilizar gente…¿de dónde, con qué protocolo?".

El empresario gastronómico Renato Airola, dueño del clásico Portofino de Valparaíso; del Va Bene y del Toro Rosso, en Viña del Mar, dice que "ha sido súper difícil mantenerse en esto". De 104 personas que trabajaban en sus locales tuvo que desvincular a 58 y 45 se mantienen con protección al empleo, de cuyas cotizaciones previsionales debe hacerse cargo mensualmente, como también de contribuciones y otras cuentas, sin generar ingresos.

"He tenido que poner 12 ó 15 millones de pesos todos los meses, vender cosas que tenía, endeudarme más en el banco" para poder hacer frente a la complicada situación, en la que el sector, dice, ha estado solo, porque la ayuda consistente en créditos implica que en un momento hay que empezar a pagarlos, y no se sabe si el regreso a la actividad se dará en condiciones que permitan cumplir.

"No creo que haya un restaurante en Chile que pague al contado, que no tenga una bicicleta de endeudamiento o que no se le haya pasado una cuota bancaria. Primero apostamos que el fin de año iba a ser bueno y no lo fue; luego por el verano, tampoco lo fue, y después llegó la pandemia…entonces veníamos complicados desde antes", refiere el empresario.

El su caso, el delivery ha operado parcialmente en el Va Bene, pero con porcentajes ínfimos de ventas, no más allá del 10% de las operaciones habituales. El Portofino, ni pensarlo en esa modalidad, porque su clientela procede mayoritariamente de Santiago y es un restaurante grande que de sólo abrirlo genera gastos. Pero, por lo mismo, estaría en mejores condiciones que otros ante un eventual regreso. "Tiene capacidad de hasta 240 personas y felizmente cuenta con terraza", de modo que si la zona escalara en el Paso a Paso, podría en un momento dado operar con el 50% de su capacidad.

Pero eso no se sabe cuándo va a ocurrir y el análisis de Airola es que el sector está pasando el chaparrón solo. "En general, el rubro gastronómico no ha sido apoyado en nada. Por el volumen de ventas, yo no he tenido ningún aporte, y personalmente tampoco, porque tenía sueldo alto", remarca.

"No sabemos qué va a pasar si el Gobierno no se mete las manos al bolsillo, entrega un apoyo Corfo, avala por cinco o seis meses al personal en protección al empleo, o devuelve seis meses de Iva, que sí son inyecciones directas", resume.

Alex Mego y sus dos socios, propietarios de los restaurantes peruanos Sazón Nazca ubicados en Esmeralda 1103, Valparaíso, y en Arlegui 863, Viña el Mar, están trabajando codo a codo con sus empleados -nueve de 70 que se desempeñaban en los negocios antes de la pandemia- y también ocupan sus propios autos para el delivery.

"La gente se sorprende, pero nosotros estamos muy agradecidos de los porteños por el cariño que nos tienen, así es que tratamos de brindarles un buen servicio y nos llaman, nos ha ido bien con el delivery, no nos quejamos, pero hay muchos trabajadores que están pasando por momentos muy difíciles", dice el socio, cuya extensa familia tiene otros seis locales Nazca en las dos ciudades.

Este empresario de 32 años, que se instaló en 2013 en el Puerto y que junto a sus socios tuvo que cerrar el local pionero, en Esmeralda 1146 -porque los desvalijaron y les destruyeron una cámara frigorífica de alto valor-, dice que "hasta el momento no hemos despedido a nadie; nos hemos acogido a la protección del empleo, pero ya estamos en el tope, analizando qué vamos a hacer…la mayoría de nuestros trabajadores son migrantes y tratamos de apoyarlos en lo más que se pueda, porque es muy difícil para ellos".

Alex refiere que "el Puerto está súper complejo, ha sido muy afectado por la crisis social y ahora por todo esto; hay varios locales que están cerrando. Nosotros estamos trabajando duramente y no nos quejamos, hemos ido pagando deudas, pero ha sido muy difícil porque el banco no nos ha apoyado como quisiéramos, así es que estamos batallando".

En lo que respecta al posible desconfinamiento, confía en que se pueda retomar una relativa actividad en el Nazca de Esmeralda, "que es un local grande, con espacio para 100 mesas, pero eso también significa funcionar con el 50% de los trabajadores…si tenemos que despedir, ellos van a quedar en el aire, y lo que menos queremos es eso", admite.

cerrados desde el 20 de marzo, los restaurantes de viña del mar REGISTRAN millonarias pérdidas DE LAS CUALES NO LOS SALVA LA MODALIDAD DELIVERY, QUE ES UN PORCENTAJE ÍNFIMO DE LAS VENTAS.

"el rubro no ha sido ayudado en nada"

"hasta ahora no hemos despedido a nadie"

Equipo Reportajes

reportajes@mercuriovalpo.cl