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Cuarentena

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La aplicación de una cuarentena, desde el punto de vista ético, solo es exigible cuando la autoridad puede garantizar la subsistencia

de las personas (no basta con

una caja de alimentos)".

Este domingo 27 de septiembre se cumplen 40 años de la instauración oficial del Día Mundial del Turismo. Aunque no sea una fecha muy conocida ni sea algo que uno pudiera andar celebrando cada año, resulta significativa por los momentos críticos que vive esta actividad a raíz de la pandemia que nos afecta hace tantos meses en la región.

Las autoridades parecieran haberse ensañado con ciudades como Valparaíso y Viña del Mar, siendo que, hasta el momento, no existe una evidencia científica determinante que permita afirmar que la aplicación de las cuarentenas prolongadas tengan los resultados esperados. Qué mejores ejemplos que los de Argentina y Perú, que partiendo con esta medida antes que nuestro país, terminaron con resultados bastante parecidos. Tampoco existe claridad respecto a los criterios utilizados por el Ministerio de Salud para seguir implementando una cuarentena, tal como lo manifestó el representante del Colegio Médico regional.

Como suele suceder en este país, estas medidas finalmente terminan afectando a los "giles", aquellos que, pese a estar en contra de las disposiciones gubernamentales, por respeto a la ley y a la autoridad, estamos dispuestos a cumplirlas. Los mismos que, sin necesidad de una ley o decreto, vamos a hacernos cargo de todas y cada una de las recomendaciones de la autoridad: lavado de manos, distancia social, mascarillas, etc. El resto, en cambio, "los vivos", van a seguir haciendo fiestas, circulando sin permiso, usando la mascarilla solo de vez en cuando, como siempre, preocupados solamente de sí mismos.

La aplicación de una cuarentena, desde el punto de vista ético, solo es exigible cuando la autoridad puede garantizar la subsistencia de las personas (no basta con una caja de alimentos). Sin embargo, no debería corresponder cuando se circunscribe a limitar el movimiento de los ciudadanos, sin hacerse cargo de los problemas económicos y psicológicos que esto implica.

La alcaldesa de Viña del Mar, Virginia Reginato, en este sentido, fue enfática: "La gente está desesperada". En esta misma línea, el presidente de la Cámara de Comercio y Turismo de esta ciudad, Rodrigo Rozas, señaló que las autoridades no están comprendiendo la importancia de las decisiones que están tomando: "no pueden seguir dañando a quienes generamos el 80% del empleo". En la misma línea, Pier-Paolo Zacarelli, presidente de la Cámara Regional del Comercio de Valparaíso, advirtió que ya no tienen más margen ni tiempo para seguir aguantando.

En este escenario, me ha llamado la atención la actuación del Intendente Jorge Martínez. Más allá de la estima personal que le tengo y su incuestionable compromiso con la zona, uno habría esperado una acción más decidida de su parte en este cargo. Si bien su función es representar al Presidente, su compromiso primario debe ser con la gente y mediar para que las medidas que se tomen sean sensatas. En ese sentido, el Intendente de la Región del Biobío, Sergio Giacaman, dio una muestra de esto cuando criticó el "Fondéate en tu casa", un plan que, como la mayoría, fue pensado para el país, utilizando como modelo la realidad de Santiago.

Finalmente, la historia de las últimas décadas nos presenta un negro panorama para la región. La misma autoridad que fue implacable con la aplicación de la cuarentena, una vez que esta se acabe, seguramente en unos pocos días, va a olvidarse de la catástrofe económica, la cesantía, la crisis en educación y el impacto psicológico que ha tenido en las personas, en especial, en los adultos mayores los que, en estos meses, se les han venido los años encima. La región, en especial Valparaíso y Viña del Mar, seguirá, como ha sucedido durante los últimos gobiernos, siendo víctima del olvido por parte de las autoridades que han hecho tan poco por revertir este círculo de pobreza y marasmo en que se encuentra esta zona. 2

Gonzalo Serrano del Pozo

Doctor en Historia

Facultad de Artes Liberales

Universidad Adolfo Ibáñez

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Letras y autores de Chile

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Cuando el pensamiento necesita consignar las palabras, y escribirlas, quedan como cautivas. Pero están a la espera de quien, con su sentir intelectivo, la engendre leyéndolas,

y así, las recree o rememore".

En estos tiempos de duro confinamiento, hay lecturas y escritores presentes en la memoria que nos estimulan y recrean. Descubrimos en ellos cada vez más, la fisonomía de nuestra patria, su historia y "loca geografía"; a su pueblo tan diverso en tipos y culturas, a varones y mujeres singulares en afanes u oficios anónimos e ignorados. Las letras de Chile pueden ser: relatos de cronistas, historia natural, política, social y económica; narrativa criolla, leyenda, cuento o novela; poesía con la que somos conocidos como "tierra de poetas"; canto popular en el payador a lo divino y humano; ensayos eruditos de académicos y autodidactas, que abarcan sucesos del pasado y el presente en obras de investigación o el artículo periodístico de actualidad.

Los autores que dieron origen a obras clásicas del patrimonio cultural, ignotos algunos y otros, con tribuna sólo por intereses políticos o financieros, están ahí, para ofrecer su visión del país. Cuentan Chile en sus creaciones, fantasías y relatos.

De muchacho me tocó dar con una breve y hermosa obra de Andrés Sabella. Tengo vivo el recuerdo de esa noche primaveral junto a nuestra costa porteña y el mar. Me encontraba solo en la pieza. Encima del escritorio, tenía entre manos la publicación descubierta en los estantes de mi padre. La luz encendida daba hacia el pequeño ejemplar; un tenue y fascinante brillo resplandecía en sus páginas. Sabella escribía sobre el norte de Chile…

Como sea, para mí, ese fue un encuentro con las palabras impresas y el buen decir articulado, fino, bello, armónico. Las palabras que leí eran transparentes y diáfanas. Semejantes a una fuente de agua cristalina, me cautivaron por la forma melódica y firme. Mis ojos seguían con entusiasmo la secuencia de tales vocablos, el ritmo, la puntación de las frases, las exclamaciones. Por el embrujo que esas palabras ejercieron sobre mí, llegué a recitarlas en alta voz. Necesitaba oírlas y sentirlas. Iba yo sumergido en ellas, abstraído. Se abría el horizonte del mundo para mí en las palabras, al nombrar lugares, cosas, personas, sucesos. Eran palabras significativas, evocadoras de la tierra, los habitantes y los elementos primordiales.

Experiencia única del espíritu, donde la palabra escrita transita silenciosa a lo íntimo del corazón y, como por milagro, concebimos el verbo inmaterial y perdurable. Así retenemos la impresión de realidad que las palabras remiten y comunican, con sus grafías y sones. La lengua es nuestra morada: son sus palabras, nos posee y somos en cierto modo ella misma. Cuando el pensamiento necesita consignar las palabras, y escribirlas, quedan como apresadas y cautivas. Pero, siempre, están a la espera de quien, con su sentir intelectivo, la engendre leyéndolas, y así, las recree o rememore.

En mi encuentro con Andrés Sabella y en la lectura de "Alhué" de González Vera, probé que sería capaz de vencer mi dificultad por la lectura a causa de la dislexia. Ambos autores contaron mi país e hicieron con sus palabras algo de lo que soy y valoro.

Por desgracia, se ignora y desdeña mucho a las letras y escritores de Chile. La globalización impele hacia otras perspectivas y usos. A menudo, se despiertan, intereses foráneos, donde resuenan varias voces e idiomas. Pero, ¿dónde están nuestras palabras?

En estos días de septiembre conmemoramos las efemérides y caminos hacia la Independencia de Chile, con restricciones sanitarias a festejos solo familiares. Acaso ello nos hizo conscientes que conviene buscar en el patrimonio de las letras y autores de Chile, lo que nos acuñaron y legaron: el temple e identidad de nuestro pueblo.

Es que todavía queda pendiente la conquista e independencia de la significación y herencia de nuestras palabras originarias. Porque la custodia y el cultivo de la lengua en la que habitamos, es, sencillamente, la posibilidad de pensar con nuestras palabras, lo que somos y seremos para el mundo actual. 2

Horacio Hernández Anguita

Fundación Roberto Hernández Cornejo

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