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Icono del rescate se construyó en la planta ASMAR que devastó el tsunami

El mayor riesgo era que el roce de la cápsula Fénix con la roca produjera un desprendimiento y ésta se trabara con un hombre en su interior, recuerda exdirector de la compañía, Andrés Fonzo, quien recibió el encargo presidencial.
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Más que un desafío tecnológico o un gran esfuerzo de producción, la construcción de la cápsula Fénix tuvo un significado muy profundo para todo el personal de Astilleros y Maestranzas de la Armada (ASMAR), cuya planta de Talcahuano había sufrido graves daños a comienzos de aquel año, a causa del tsunami asociado al terremoto del 27 de febrero, y que estaba empeñado en poner de pie sus instalaciones.

Así lo recuerda el actual gerente corporativo de personas y exdirector durante ocho años de ASMAR, Andres Fonzo Morán, quien encabezaba el proceso de reconstrucción cuando la compañía recibió el encargo presidencial de desarrollar el dispositivo con el que hace diez años se pudo rescatar a los 33 mineros desde el fondo del derrumbado yacimiento San José, en una notable operación que difícilmente el país olvidará.

Fue en el marco de una visita a los trabajos de reconstrucción cuando el Presidente le preguntó si estarían en condiciones de construir la cápsula para el rescate. "La respuesta fue que sí teníamos la capacidad, y que aunque no era un desafío tecnológico mayor a los servicios que normalmente presta ASMAR, significaría un desafío moral para nuestros colaboradores, en el sentido que una empresa que se estaba poniendo de pie después de una tragedia, colaboraría en el rescate de personas que estaban sufriendo otra tragedia que comprometía sus vidas y eso generaría un incentivo positivo en nuestra gente y un sentimiento de legítimo orgullo por participar en este esfuerzo nacional, aún en el marco de nuestras disminuidas condiciones".

Desprendimiento, un riesgo permanente

Lo primero fue contactarse con los equipos de Codelco que participaban en la operación rescate para que les explicaran las características del trabajo que estaban realizando en cuanto a la perforación, dimensiones, profundidad, así como sus requerimientos. "Así nacieron los primeros bosquejos, los que fueron perfeccionados hasta contar con un diseño que garantizara y nos diera la seguridad suficiente de que podía funcionar, y resguardar la vida de los mineros durante la extracción", refiere.

También se reunieron con los profesionales del Ministerio de Salud, que les entregaron los antecedentes necesarios para afianzar el soporte de vida y seguridad necesario para el proceso de ascenso. A la vez, este ministerio había recabado la asesoría de personal submarinista de la Armada en temas relacionados con la permanencia prolongada de personas en espacios confinados, el cual aportó importantes datos para la definición de los sistemas internos de la cápsula, tales como soporte de oxígeno, sistema de iluminación y comunicaciones al exterior, entre otros.

"La principal complejidad era poder colocar a una persona en una cápsula que pudiera garantizar su seguridad y apoyo de vida por a lo más una hora, que pudiéramos asegurar que no se trabaría durante el ascenso, ya que Codelco había decidido que el agujero no sería intubado y por lo tanto el desplazamiento de la cápsula sería bajo el roce contra la roca", relata el exdirector de ASMAR.

"La cápsula podría fallar antes del rescate, pero jamás durante el rescate", prosigue. "¿Se imagina usted que fallara después de que ya se encontraran algunos mineros a salvo en la superficie y otros permanecieran confinados en la mina? El desafío más importante era que una vez iniciado el rescate, este se efectuara en un continuo hasta sacar hasta el último hombre, sin fallas. El riesgo más grande era que el mismo roce permanente produjera algún desprendimiento de rocas y la cápsula se trabara con un hombre en su interior".

Tres cápsulas para un rescate

Para lograr su cometido pusieron a prueba el diseño una y otra vez, hasta donde eso era posible. Por ejemplo, al dispositivo en desarrollo ingresaron personas de distintas contexturas para verificar que la cápsula podía ser utilizada sin mayores problemas por cualquiera de los mineros atrapados.

El problema no era de altura, sino que estaba dado por el tamaño del agujero, de forma tal que la cápsula debía ser capaz de contener a una persona de contextura gruesa, en condiciones aceptables, para un trayecto confinado que se estimaba que tomaría hasta 40 minutos.

Tampoco había posibilidad de hacer una prueba real, principalmente por un tema de expectativas. "Existía una gran ansiedad en la víspera del rescate, y una cobertura de prensa muy intensa y mundial, por lo que era complejo realizarla y manejar esas ansiedades y expectativas en caso que no resultara exitoso", recuerda el ejecutivo, quien cuenta que las tres cápsulas que se construyeron se enviaron de manera reservada hasta la zona del operativo.

Sí, porque se construyeron dos cápsulas idénticas, de las cuales una se utilizó, y otra de respaldo. La tercera, que era más corta, estaba allí para el caso de que las principales se atascaran, y así poder intentar un rescate.

Nada de eso ocurrió. El rescatista Manolo González fue el pionero de los viajes tripulados de la Fénix y también su último pasajero. Entre ambos hitos se sitúa el épico salvamento que según CNN fue visto por más de mil millones de personas en el mundo, con un rating mayor que la final del Mundial de Fútbol.

Ser parte de un esfuerzo nacional

Diez años después, Andrés Fonzo reflexiona: "Se nos había entregado la responsabilidad de participar en una tarea de rescate de personas de esfuerzo, donde las esperanzas no sólo se circunscribían a los 33 mineros, sino que comprometían a sus familias, al mundo de la minería, a una sociedad que se identificaba con ellos y a un país que se había comprometido con el éxito irrenunciable de una tarea muy compleja".

"Nos dimos cuenta rápidamente de que la cápsula sería el símbolo de ese rescate y de la esperanza de todos ellos, por lo que enfrentar el desafío y superarlo, se transformó en un sentimiento de orgullo para todo un astillero y obviamente para mí", recuerda.

"Como empresa nunca quisimos obtener réditos de ningún tipo en la ejecución de esta tarea, sino que lo enfrentamos como parte de un gran esfuerzo nacional, donde no cabían aspiraciones particulares, o como empresa, por lo que finalmente, la satisfacción es un asunto personal e íntimo, que nos acompañará siempre a quienes tuvimos el privilegio de ser parte de este esfuerzo, cada uno desde su espacio y rol particular". 2

Enfrentar el desafío y superarlo, se transformó en un sentimiento de orgullo para todo un astillero".

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