La comuna de Concón siempre ha tenido ese nosequé que la convierte en un territorio tremendamente veleidoso para las aspiraciones políticas tradicionales. Con más de 42 mil habitantes (24 mil votos en el Plebiscito Constitucional), una calidad de vida que la instala frecuentemente en los rankings urbanos, magnífica gastronomía, un auge de la construcción de edificios y sectores residenciales e industriales, con colegios de reconocido prestigio, tanto privados como municipales, y alejada de los grandes focos de delincuencia y pandemia que caracterizan a sus vecinas, tampoco parece casual una primaria de buen nivel como la que enfrentará el 29 de noviembre a los candidatos oficialistas: Gabriela Orfali (RN), Tarek Giacaman (EVO), Bernardo Guerra (UDI) y Jorge Valdovinos (Ind. PRI). El lío, empero, es la presencia del exalcalde Valdovinos, hasta la última elección independiente pro DC y, en una curiosa jugada que hoy lo tiene en el bando contrario, preabanderado de Chile Vamos por el PRI, lo que provocó que la diputada María José Hoffmann pusiera el grito en el cielo por las características un tanto mercenarias de su postulación.

Vamos a las frías matemáticas: si nos retrotraemos a las municipales de 2016, cuando el independiente Óscar Sumonte resultó reelecto con 5.031 votos y se impuso al candidato UDI de Chile Vamos, Luis Rivera (4.337), al profesor radical Alberto Fernández (3.135) y a la independiente de derecha Sandra Contreras (2.360), ¿por qué la derecha no fue unida si solo tres años antes Concón integró el grupo de las 17 comunas en las cuales Matthei derrotó a Bachelet en el desigual balotaje presidencial de 2013 (junto a otras como Vitacura, Las Condes, Antártica, Santo Domingo, Algarrobo, Zapallar o Colchane) y ya el 2012 Sumonte había recuperado la alcaldía batiendo a Ricardo Urenda y Valdovinos?

Al respecto, siempre se discutió sobre la pertinencia de los candidatos chahuanistas versus los UDI (no olvidar a Jaime Varas el breve) e incluso con subderivados de RN hasta dar con independientes apoyados en las sombras y el insólito caso del que pareciera ser el candidato más fuerte de esta primaria oficialista: Valdovinos inscrito en la lista del flamante socio minoritario de Chile Vamos, y a quien la diputada Hoffmann califica no sin un dejo de razón como "candidato de la izquierda".

Ahora, si aplicamos estadísticas de quinto básico, no es muy difícil entender que una posible postulación del director del Fosis, Luis Rivera, renunciado a la UDI en septiembre del año pasado, tendría mucho más futuro si se instala directamente en la papeleta del 11 de abril, que enfrentando a Valdovinos y disgregando su votación entre los genuinos candidatos de la derecha, como podría ser Orfali. Y, en rigor, sería hasta conveniente para sus intereses y los de la centroderecha. Pero, ¿por qué nadie es capaz de sincerarlo? ¿Para qué ningunear a Guerra de esa manera? Por el otro lado aparecen el concejal Marcial Ortiz (DC), el exsecpla de El Tabo Freddy Ramírez (Ind.) y el director de seguridad, Pablo Rojas. No sea cosa de que en abril les pasen la cuenta...

Ante los evidentes daños que ha provocado el covid-19 a nuestras sociedades, es fundamental ir proponiendo soluciones inmediatas y, junto con ello, decir que no se observan acciones claras desde los estamentos públicos ni privados, como tampoco desde la misma sociedad civil organizada.

Todo indica que serán más primordiales que nunca las ALIANZAS, sean éstas público-privada, como pública-pública y privada-privada, y que deberemos ser más creativos y efectivos que en cualquier otro tiempo para construir estrategias de desarrollo con las más variadas formas de organización y con liderazgos colaborativos y distanciados -en lo posible- de enceguecimientos políticos, religiosos o de otro orden, y que solo busquen contribuir efectivamente al desarrollo de nuestros territorios

Es vital conseguir alinear al conjunto de la sociedad para enfrentar, más unidos que nunca, los grandes retos presentes. Todo tipo de gobernante, en las diferentes escalas y sectores de la sociedad, deberá tomar conciencia de que seremos fuertes solo cuando los intereses de todos los actores nos sean comunes y estén orientados en la misma dirección. No hay otro modo. Los nuevos Planes Estratégicos deberán representar la voluntad de todo el territorio, logrando que el total de actores avance en forma coordinada, con una visión común y un accionar capaz de llevar sus territorios al progreso.

En simple, las cuatro patas que conforman la "mesa" territorial (Administración Pública, Empresa, Academia y Sociedad Civil), deberán compartir el mismo objetivo para su territorio: un sueño o proyecto común.

Para el urbanista y experto en ciudades intermedias y desarrollo local, Alain Jordà, hay cuatro requisitos para lograr que los actores locales compartan un mismo objetivo territorial de largo plazo: 1.- Generar el mejor proyecto de futuro para la ciudad; 2.-Un liderazgo colaborativo; 3.- Un proceso participativo diseñado ad-hoc; 4.- Una estructura mixta de gobernanza.

No cabe duda que después de la pandemia habrá territorios que lograrán un mejor/mayor desarrollo que otros y que, mucho más que los siempre manoseados "recursos económicos" (que escasean más que nunca), la solución iría por consensuar visiones y obtener un proyecto común, a través de alianzas estratégicas, donde los actores locales -descentralización mediante- sean prioritarios en la toma de decisiones.

Con ello se generará la sinergia imprescindible en nuestra sociedad de siglo XXI y superar -de una vez por todas- la mirada bipolar del siglo XX. Así, también, lograremos mejores resultados si la organización y, sobre todo, la visión de liderazgo se trabajan de arriba hacia abajo y viceversa.

Mientras no superemos la bipolaridad de los buenos-malos, seguiremos entrampados en trabar la gestión de unos si piensan diferente a otros. Y recíprocamente. Y con todo esto, seguirán sufriendo las consecuencias los más desprotegidos y vulnerables.