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Las expectativas de la Gobernación Regional

Entre estallido, pandemia y el nunca resuelto traspaso de competencias, la primera elección de jefes regionales inicia su aventura con primarias en la oposición e interrogantes en el oficialismo. La centroderecha se paralizó tras la salida de carrera de su candidata Macarena Santelices y no ha podido aunar voluntades en torno a un nombre en particular.
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Las elecciones primarias para la Gobernación Regional tendrán dos focos el próximo domingo 29 de noviembre: el primero, escenificado por el Frente Amplio, ofrece como protagonistas a la abogada, consejera regional y exlíder universitaria, Nataly Campusano, quien va por Convergencia Social y es apoyada por el senador RD, Juan Ignacio Latorre, y el diputado Diego Ibáñez; el arquitecto, ex director de la EPV y actual director del Centro de Neurociencia, Juan Carlos García, hoy bajo el membrete del Partido Liberal; y el ingeniero agrónomo, vocero de Modatima y rostro del combate a la sequía en la zona norte de la Región, Rodrigo Mundaca, quien se presenta como independiente.

La Unidad Constituyente (una suerte de ex Nueva Mayoría más el Partido Progresista), en tanto, enfrentará al exrector de la Universidad de Valparaíso y y reconocido rostro del CRUCh, Aldo Valle, en cupo socialista, con el sicólogo y consejero regional por Quillota, Cristián Mella, democratacristiano e hijo del histórico alcalde de Quillota, Luis Mella.

Los aportes para campaña, dados a conocer ayer por El Mercurio de Valparaíso, ubican al profesor Valle como el más apoyado en términos monetarios (con sendos depósitos del Partido Socialista que se igualan a los del candidato PS por la Metropolitana, el doctor y exministro de Salud, Álvaro Erazo, y doblan a los del candidato por Concepción, Enrique Inostroza), partido que aparenta ver en él al candidato más sólido para imponerse en una de las regiones más apetecidas del país.

La mayor incógnita (y atractivo) pareciera presentarse en la primaria del FA, donde se conjugan otros factores como el etario y de género (Campusano), valpocentrista urbano (García) y rural social (Mundaca), y en la que podrían registrarse algunos fenómenos interesantes, como mostró la alta votación recogida por la opción Rechazo en el Plebiscito Constitucional en las comunas y provincias afectadas por la sequía y que también resienten el excesivo centralismo intrerregional.

La centroderecha, por su parte, totalmente paralizada tras el nombramiento ministerial y posterior salida del Gobierno de la exalcaldesa de Olmué y candidata única a la gobernación, Macarena Santelices, lo que la dejó legalmente inhabilitada para participar, no consiguió aunar voluntades para ponerse de acuerdo en primarias y apostará todo a la papeleta final. ¿Los nombres? Hasta ahora el core Manuel Millones, renunciado a la UDI en junio, y el empresario y alguna vez candidato a alcalde de Concón, Ricardo Urenda, quien flamea las banderas de Evópoli. Sin la presencia del jefe regional Jorge Martínez, quien optó por seguir en su cargo y posiblemente apostará por la Cámara Baja, tampoco se descarta, asimismo, una irrupción de último minuto del exintendente, Raúl Celis Montt (RN).

Los fareros de Chile

"Propongo que los fareros sean postulados y declarados como Tesoros Humanos Vivos por el Estado de Chile, pues el aporte y rol estratégico que prestan para conservar la cultura de los faros es innegable. Esta noble tradición, en peligro de extinción, debe ser preservada". Francisco Orrego Bauzá, Abogado
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"Un líder que actúa como 'pequeño timón' es constante -como un faro, no como una veleta-, una fuente de luz constante y digna de confianza, no alguien quien gira con cualquier viento social" (Stephen Covey, 2004).

Chile navega en una tormenta. La crisis política, sanitaria y económica que golpea a nuestro país, ha generado un ambiente poco propicio para el diálogo y los acuerdos. Hoy, como nunca, el fuerte oleaje divide a los chilenos. La polarización y la notoria ausencia de liderazgos hace que algunos sientan que estamos a la deriva, sin rumbo claro. Ante olas y vientos delirantes que azotan nuestra institucionalidad, cuesta ver la luz en el horizonte. El ambiente está oscuro y no hay quién la ilumine. Faltan líderes y sobran polillas.

Pero aún queda patria compañeros, ya que la Armada de Chile celebró recientemente el día de la especialidad de Faros, con ocasión del aniversario del primer faro construido en el país. Se trata del faro Punta Ángeles, construido e inaugurado en 1837, en Valparaíso.

A partir de 1867, de la mano del ingeniero danés Enrique Siemsen y, posteriormente, del escocés George Slight, se daría inicio a la construcción y operación de una vasta red de faros a lo largo de todo el país, a cargo de la Dirección General del Territorio Marítimo y de Marina Mercante (Directemar). Actualmente existen 18 faros habitados, especialmente en la región austral, donde cumplen una valiosa y esencial tarea para la navegación y seguridad marítima. Muchas de estas construcciones datan del siglo 19 y merecen toda la protección del Estado como sitios de interés histórico o arquitectónico, tal como las Iglesias de Chiloé.

Pero lo más destacable es la historia de los fareros. Para quienes hayan visto recientemente la película "Keepers, El Misterio del Faro", sabrán que se trata de una actividad muchas veces realizada en la más absoluta soledad y aislamiento, pero sobre todo de una profunda vocación consagrada al sacrificio y al honor. Detrás de "Los Fareros de Chile" se esconden miles de historias, anécdotas y tragedias, en lugares inhóspitos y alejados del país. Entre las historias, incluso las hay de solidaridad con los fareros argentinos en el extremo austral.

Como en muchas otras actividades, poco a poco la automatización de las señales marítimas está terminando con este oficio centenario. Como chilenos amantes del mar y sus tradiciones, tenemos la obligación de movilizarnos para evitar su desaparición. Con ese fin, propongo que los fareros sean postulados y declarados como Tesoros Humanos Vivos por el Estado de Chile, pues el aporte y rol estratégico que prestan para conservar la cultura de los faros es innegable. Esta noble tradición, en peligro de extinción, debe ser preservada como parte de nuestro patrimonio cultural inmaterial.

"Los faros no solo son piedra, ladrillo, metal y vidrio. Hay una historia humana en cada faro; esa es la historia que quiero contar" (Elinor DeWire). Concluyo formulando un llamado a los Ministerios de las Culturas, las Artes y el Patrimonio y de Defensa Nacional, así como a la Armada de Chile, para concretar esta iniciativa ciudadana y legado institucional.

En el intertanto, mientras navegamos en este agitado mar, seguiremos buscando a un faro que nos ilumine y guíe en este viaje a lo desconocido…

Nostalgia de un colegio

Agustín Squella Narducci , Profesor Escuela de Derecho, Universidad de Valparaíso "Ahora, cuando el Seminario cumple siglo y medio de existencia, ¿cómo no decir que siento nostalgia de haber estado allí, en el entendido de que nostalgia no es sino el valor que damos a las cosas buenas que tuvimos en el pasado? Vista así, la nostalgia tiene que ver con la gratitud, y es, en concreto, una gratitud retrospectiva".
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A veces uno pasa simplemente por un colegio y en otras está en él. En mi caso, como en el de tantos porteños, no pasé por el Seminario San Rafael, sino que estuve en él, aunque solo durante seis años, los últimos de mi vida escolar, puesto que antes pasé por otro colegio del que fui justamente expulsado por mala conducta.

Ahora, cuando el Seminario cumple siglo y medio de existencia, ¿cómo no decir que siento nostalgia de haber estado allí, en el entendido de que nostalgia no es sino el valor que damos a las cosas buenas que tuvimos en el pasado? Vista así, la nostalgia tiene que ver con la gratitud, y es, en concreto, una gratitud retrospectiva; en cambio, la melancolía -un sentimiento distinto- es el recuerdo de algo que nunca ocurrió o, en el mejor de los casos, de algo inacabado, incompleto.

Hace algunos días tuve la ocasión de conversar con profesores y actuales estudiantes del Seminario San Rafael, online, por supuesto, y nos habría gustado hacerlo en el patio central del colegio. Les conté entonces mis recuerdos escolares, hice un par de planteamientos acerca de la importancia de leer y concluimos con algunas apreciaciones acerca del momento constituyente que vive el país. Disfruté ese encuentro y espero que los jóvenes también. Se trató de una actividad que me hizo volver al colegio y sentirme otra vez como si tuviera la vida por delante. Hubo también preguntas de los jóvenes y en los rostros que aparecieron en la pantalla creí ver a mis propios excompañeros de estudio. Uno de estos últimos no resistió la salida del colegio y durante un tiempo largo volvió a este todos los días después de habernos licenciado. Así de fuerte puede ser la experiencia de una buena vida escolar.

El SSR tiene ya 150 años. ¿Cuántos colegios pueden decir lo mismo, sobre todo aquellos que se constituyeron o se transformaron en oportunidades de negocios antes que en proyectos educativos?

Muchas de las cosas buenas que viví allí ocurrieron en las salas de clases, pero también en los patios, durante el recreo, en la cancha de fútbol, en el grupo de teatro, en sus distintas academias y en la oficina del rector que pesquisaba a los que habíamos sido expulsados de clases para llevarnos hasta ese lugar y examinar el Diccionario de la Lengua o escuchar las óperas o sinfonías que eran del agrado del viejo sacerdote.

Ya a los 14 o 15 años sabíamos quiénes eran Carmen, Rigoletto, Don Giovanni, y qué significaban algunas graves palabras de nuestro idioma. Después de una barrabasada que había cometido en la puerta del colegio, el rector me pidió que buscara en el diccionario la palabra "honor" y leyera luego en voz alta, a continuación de lo cual preguntó: "¿Y usted cree que tiene honor?" "Sí", respondí, muy suelto de cuerpo, sin haber entendido muy bien el significado de esa palabra.

Si finalmente hubiera alcanzado algo de esa cualidad moral que es el honor, lo debo en mucho al colegio en que estuve.