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Maradona, mucho más que fútbol

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Aunque los periodistas nacionales se esfuercen por aparecer conmovidos, jamás podrán meterse en el corazón de quienes, en una cancha de fútbol, sintieron que sus 629 muertos, en cierta forma, habían sido vengados".

La muerte de Diego Armando Maradona ha provocado una serie de reacciones esperables, considerando la dimensión internacional que tenía, desde sus inicios en Argentino Juniors hasta sus años como director técnico. Sin embargo, las expresiones de dolor que provoca en Argentina no se pueden limitar a su rol como futbolista, sino que requieren consideraciones que van mucho más allá de una cancha de fútbol.

Más de alguno podría decir, en la permanente comparación que se hace con Lionel Messi, que Maradona fue el mejor futbolista argentino de todos los tiempos porque ganó un mundial. No obstante, Mario Kempes, campeón con Argentina el año 78, también pudo haber tenido este estatus, aunque claramente no ha estado ni cerca de conseguirlo. Tampoco alguno de los compañeros que lo secundaron en la gesta del 86 o en la final de 1990.

La historia de Maradona y su relación con el público argentino parecieran están íntimamente ligadas al conflicto con las Malvinas. En 1982, cuando el mediocampista debutó en España, Argentina jugó el mundial mientras sus tropas se rendían en las islas Falklands. A la humillación de ver a los soldados desfilando como prisioneros de guerra frente a los oficiales ingleses, se agregó la frustración de ver a la selección, que había sido campeona del mundo en 1978, derrotada y eliminada por Brasil y a Maradona expulsado en ese mismo partido.

A medida que el tiempo fue avanzando, la Junta Militar argentina, que emprendió esta ilusa campaña contra Gran Bretaña, debió dejar el poder y entregarlo en manos de Raúl Alfonsín. Posteriormente, se comenzaron a conocer algunos detalles de la guerra. El mal estado de la tropa, la inoperancia e indiferencia de la oficialidad argentina y la brutalidad de los británicos en el frente de batalla, mitificada en las acciones sanguinarias de los gurkas.

El sueño de reconquistar las Malvinas se esfumaba frente a la superioridad británica. En forma paralela a los tratados de paz que debió firmar una debilitada Argentina frente a los ingleses y chilenos, a quienes habían desafiado en 1978, Maradona se consolidaba en Europa. Luego de un paso por el Barcelona, empezaba a crecer su fama en Italia, específicamente en Nápoles, desafiando a los poderosos equipos del norte.

Después de cuatro años, Argentina llegó al mundial de 1986, sin ser favorito y con muchas dudas respecto al rendimiento del equipo. Pese a todo, Maradona, con 25 años, llegó a México en su mejor momento. Luego de una primera fase, donde venció a Corea del Sur, empató con Italia y derrotó a Bulgaria, la victoria contra Uruguay en octavos, los llevó al enfrentamiento contra Inglaterra por cuartos de final, cargados de esperanzas.

Aquí se consolidó la leyenda. Transcurridos cuatro años de la guerra, los argentinos tenían la posibilidad de enfrentar a los ingleses en un campo de juego con reglas definidas y equiparidad de fuerzas. Aunque los jugadores trataron de quitar dramatismo al encuentro, que la prensa calificaba como la continuación de la guerra de las Malvinas, para los futbolistas albicelestes era la posibilidad, como lo reconoció Maradona, de recordar "a los chicos y las madres de la guerra".

Consecuente con esto, todo parecía estar permitido. De ahí que el gol marcado con la mano contra los ingleses en el minuto ´51, fuese festejado y festinado, sin ni un poco de vergüenza. Víctor Hugo Morales, famoso por el relato del gol mítico, reconoció que, contra los ingleses, todo valía.

Lo mejor, sin embargo, estaba por venir. Apenas cuatro minutos después, aprovechando que el equipo de Robson estaba desencajado por un gol viciado, el "barrilete cósmico", como los cazas argentinos, se lanzó rumbo al arco contrario. Mientras los ingleses intentaban detenerlo, parecieran irse levantando las almas de los caídos: las de las víctimas del crucero Belgrano, las de los fallecidos en la Pradera del Ganso y las de los que no pudieron soportar la derrota y se quitaron la vida. Daba la sensación de que todos juntos empujaron al diez argentino para que pudiera llegar al arco contrario y marcar un gol que quedaría en la historia.

Luego vino el triunfo contra Bélgica y la consagración definitiva como campeones del mundo contra Alemania, por segunda vez en su historia.

La historia de este partido está íntimamente ligada al recuerdo que tiene la mayoría de los trasandinos por Diego Armando Maradona, quien fue mucho más que un futbolista. Por esto mismo, aunque la mayoría de los chilenos no comprenda por qué tanta fascinación y los periodistas nacionales se esfuercen por aparecer conmovidos, jamás podrán meterse en el corazón de quienes, en una cancha de fútbol, sintieron que sus 629 muertos, en cierta forma, habían sido vengados. Finalmente, parafraseando al humorista gráfico Roberto Fontanarrosa hay que comprender que para nuestros vecinos, no importa lo que Diego hizo con su vida, sino lo que hizo con la de los argentinos. 2

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Otra peligrosa pandemia

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Históricamente, a nivel mundial pero también en Chile, la violencia contra el sexo femenino ha sido considerada como el resultado de las acciones de las propias mujeres o como efectos de los celos, el amor o las circunstancias. Pocos ponen el acento donde debe estar".

Katherine Ayala Ayala tenía 38 años. Tenía, porque durante esta semana se convirtió en la sexta mujer en la Región de Valparaíso y la número 36 a nivel nacional, en ser asesinada, presuntamente por su pareja, durante este año.

Diego Armando Maradona tenía 60 años. Tenía, porque durante esta semana el astro del fútbol argentino falleció producto de un paro cardiorrespiratorio, luego de una vida de triunfos, pero también de excesos.

Lo más probable es que Ud. se haya enterado de la segunda noticia y no de la primera. De hecho, una rápida búsqueda por los principales medios arroja innumerables notas respecto de cómo el deportista trasandino murió, dónde, a qué hora y cómo se desarrollaron sus funerales, minuto a minuto. Sin embargo, de Katherine Ayala, solo una mención breve.

Paradójicamente, el deceso de Katherine se produjo precisamente cuando este jueves se conmemoraba el Día Internacional para la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres, que se rememora cada 25 de noviembre en recuerdo de las hermanas Patria, Minerva y María Teresa Mirabal, activistas asesinadas en República Dominicana en 1960. Una jornada que debiera ser de reflexión y de rechazo de este tipo de crímenes, que son un atentado contra los derechos humanos de más del 50% de la población mundial.

Pero lamentablemente las señales políticas no siempre dan en el clavo y muchas veces se reducen a frases para el bronce y medidas estériles. Y los números siguen creciendo. En la IV Encuesta de Violencia contra la Mujer en el Ámbito de Violencia Intrafamiliar y en Otros Espacios, realizada por la Subsecretaría de Prevención del Delito, más de un 40% de las encuestadas, entre 15 y 65 años, admitieron haber sufrido algún episodio de este tipo durante su vida.

En nuestra región, un estudio de la consejera regional Nataly Campusano, junto a la diputada Camila Rojas y la trabajadora social Camila Lazo, mostró que durante este año las llamadas al Fono Violencia se incrementaron en un 72%, lo que no se condice, en todo caso, con el actuar de las autoridades. Así, otro sondeo publicado por El Mostrador y realizado por la Red Chilena contra la Violencia hacia las Mujeres, visibilizó que un 81% de quienes habían denunciado situaciones de este tipo, no tuvieron una buena recepción por parte de Carabineros, sino -por el contrario- fueron revictimizadas a través de cuestionamientos, burlas e incluso indolencia.

A nivel mundial, pareciera que la Covid19 no es la única pandemia que nos azota. Algunos datos publicados por ONU Mujeres parecen sacados de una película de terror: en el mundo, un 35% de las mujeres ha experimentado violencia física o sexual; el número de llamadas a las líneas telefónicas de ayuda se ha quintuplicado en algunos países producto del coronavirus y el encierro obligatorio; cada día, 137 mujeres son asesinadas por miembros de su propia familia; las mujeres adultas representan cerca de la mitad (el 49%) de las víctimas de la trata de seres humanos; al menos 200 millones de mujeres y niñas de 15 a 49 años han sido sometidas a mutilación genital femenina, y quince millones de adolescentes de 15 a 19 años han experimentado relaciones sexuales forzadas en todo el mundo. Los datos suman y siguen.

Históricamente, a nivel mundial pero también en Chile, la violencia contra el sexo femenino ha sido considerada como el resultado de las acciones de las propias mujeres o como efectos de los celos, el amor o las circunstancias. Pocos ponen el acento donde debe estar, tal como lo hace la ONU cuando define estos atentados como "todo acto de violencia de género que resulte, o pueda tener como resultado un daño físico, sexual o psicológico para la mujer, inclusive las amenazas de tales actos, la coacción o la privación arbitraria de libertad, tanto si se producen en la vida pública como en la privada".

En esa línea, es hora de que los distintos actores sociales se den cuenta de que precisamente la violencia contra la mujer es una plaga, que afecta no solo a quienes la sufren, sino también a sus familias y a la sociedad entera. Invisibilizar los hechos solo ayuda a que los victimarios cada vez sean más, pero también, colabora a perpetuar estos comportamientos y a pasarlos de generación en generación.

Katherine Ayala y Diego Armando Maradona murieron esta semana. Solo uno de ellos fue reconocido públicamente. Como sociedad debemos dejar la indolencia, apostar a la educación de nuestros hijos e hijas, conversar de esta situación y no permitir que la violencia contra las mujeres nos siga resbalando. 2

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