Cartas
"Grito de protesta"
Me parece impresentable que nuestras iglesias deban volver a cerrar en Santiago y posiblemente en poco tiempo más en otras ciudades.
Siempre he sido defensor de las libertades individuales y también de las que dicen relación con el culto, materia esencial para los creyentes, ya que no es posible el camino de la fe sin eucaristía. Los templos hemos cumplido absolutamente todas las normas sanitarias y no es en los templos donde crece la pandemia, sino en las aglomeraciones, en las playas, en los mercados y hasta en los irresponsables.
No se oye a nuestros pastores en la defensa de nuestras celebraciones, con aforos adecuados y con las medidas correspondientes. Casi todos tienen excepciones. Es inaudito que nuestras navidades y fiestas religiosas tengan un aforo tan mínimo, lo que hace imposible su celebración, a diferencia de lo que vemos en el día a día en otras actividades. Pareciera que si no se "vocifera" en las calles no habrá cambios en estas materias.
Me gustaría convocar a los católicos, a los evangélicos y a otras iglesias a una protesta masiva en defensa de la libertad de culto, con los aforos adecuados y cumpliendo las normas sanitarias, pero, claro, esa no es la manera, pero me gustaría muchísimo hacerlo, de verdad que me gustaría.
Que esta carta sea al menos un "grito de protesta" de miles de creyentes en Chile. Aprendamos de la historia que las conquistas de las libertades han derramado mucha sangre y dolor en el mundo. Viva la libertad, pero con responsabilidad.
P. Enrique Opaso
Padre Ángel Pascual González
Regresó a su Patria (España) quien por 44 años permaneció en nuestra Diócesis de Valparaíso. Nos referimos al presbítero don Ángel Pascual González.
Se retiró silencioso y en medio de la angustia producida por la pandemia. Por esta razón, pocos supieron de su regreso a España. El padre Ángel, en este largo periodo de tiempo en Chile, cumplió sus deberes apostólicos, ocupando diversos cargos en la iglesia de Valparaíso, primeramente como cura párroco en Nuestra Señora de Fátima (Forestal), Nuestra Señora de los Dolores (Viña del Mar), Inmaculada Concepción (Cerro Castillo), y además fue capellán en Nuestra Señora de Valvanera (Recreo), sin dejar por ello de realizar la labor de director espiritual en diversos colegios de la zona.
Como ministro sagrado privilegió los intereses del Señor y la salvación de los hombres en la Tierra, por sobre su visibilidad individual. Su fuerte personalidad, dotada, a la vez, de una gran calidez humana, lo llevaba a integrarse a su feligresía, a atender sus necesidades tanto espirituales como materiales. Su sentido del buen humor, su gran don de gente, permitía que el trato con él fuese un reencuentro con el optimismo y la alegría. Y cómo olvidar sus dotes de orador sagrado con las cuales conseguía penetrar en el corazón de sus fieles.
Junto a ello, y pese a no estar dedicado a las letras, publicó un muy documentado libro que relaciona la historia de Viña del Mar con los progresos del populoso barrio de Forestal. Además, cabe recordar aquí su gran capacidad de organización que le permitió, entre muchas otras cosas, ser parte del comité organizativo de la visita de San Juan Pablo II en Rodelillo.
El padre Ángel realmente sembró la semilla de las buenas obras en cada lugar asignado para su labor pastoral. Rendimos tributo de inmensa gratitud, deseando que el apóstol Santiago lo reciba y proteja, junto a su familia, allá en su natal y querido Logroño. Gracias padre Ángel.
Daniel Martínez Donoso Profesor, feligrés de la Parroquia de Nuestra Señora de los Dolores
Escaños reservados
Hasta el momento que escribo esta columna, sigue la discusión por los escaños reservados para los pueblos originarios. ¿No tendrían también el derecho a escaños reservados otros grupos también muy chilenos? Por nombrar algunos, sin orden preestablecido: los profesores, los funcionarios de la salud, los bomberos, los evangélicos, los ateos, los científicos, los empleados de la construcción, los profesionales cesantes, los enfermos crónicos, los que esperan ser operados, empresarios y empleados de la movilización colectiva, los músicos, los dueños de restaurantes, los emprendedores, funcionarios judiciales, colegios profesionales. La verdad es que podría seguir enumerando, pero haciendo raya para la suma, todos, absolutamente todos, y basado en que todos los chilenos son iguales, tienen todo el derecho de solicitar ser incluidos y beneficiados con escaños reservados.
Muchos dirán "pero esto es una chacota"; es verdad, pero ¿no sería mejor poner a disposición de todos estos grupos todos los medios posibles para que sus miembros se preparen adecuadamente en materias como procesos electorales, leyes, contenidos constitucionales, etcétera, y finalmente compitieran de igual a igual para ser elegidos por sus méritos personales y no solo por pertenecer a un grupo o etnia determinada?
Luis Enrique Soler Milla
Apoyo a personal de salud
El ministro de Salud augura contextos más complejos en lo que respecta a la evolución de la pandemia y la llegada de la "segunda ola". Proyecta que en el peor escenario se podrían superar los 9 mil casos diarios de contagio, llegándose a necesitar 4.562 camas UCI. Estos pacientes requerirán un equipo de salud que esté muy bien preparado física y emocionalmente para responder a las demandas de atención y bien es conocido que llevan meses trabajando extensas jornadas, con mucha presión asistencial y con un estrés mental que ha debilitado la salud de muchos, sin contar, además, las bajas producidas por contraer el covid-19.
Todo esto hace necesario sugerir que el plan de contingencia planteado por el ministro aborde también el cómo apoyar al personal de salud para que esté psicológicamente preparado para sobrellevar este segundo brote, teniendo en cuenta que quizás la sustitución de los más cansados puede llegar a ser una tarea muy difícil para las instituciones de salud, más aún cuando un importante número de internos de enfermería, entre otros estudiantes del áreas de la salud de todo el país, no han logrado terminar sus carreras por la imposibilidad de entrar a los campos clínicos y concretar sus horas prácticas que los habilitarían como profesionales.
Creemos que es imperativo contener y apoyar a ese personal que sigue en el fragor de la batalla con medidas de sostén psicológicas que los ayuden a seguir de pie.
Araceli Echeverría Bickel Directora Escuela de Enfermería Universidad de los Andes