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Incendios forestales, la tarea pendiente

Las emergencias forestales dañan un patrimonio natural que demora décadas en recuperarse. Es necesario profundizar en sus causas. "No será fácil la tarea del fiscal Carlos Parra, menos aún porque debe responder a las expectativas puestas por las autoridades sobre la existencia de un culpable".
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Más de 3.200 hectáreas de pastizales y arbustos habían quemado al momento que se escriben estas líneas los incendios forestales de "La Engorda Reserva Nacional Lago Peñuelas" y "Hacienda Las Palmas 2", una cifra que sin duda crecerá en las horas siguientes hasta una magnitud que es difícil de imaginar, con la devastación de un patrimonio natural que demorará décadas en recuperarse. No para ahí la destrucción. Hay que sumar las viviendas siniestradas, las familias damnificadas, los galpones calcinados y las miles de personas evacuadas, muchas de ellas acogidas en casas de familiares o amigos. También hay consecuencias indirectas vinculadas a la emergencia, como el agravamiento de los síntomas asociados a enfermedades respiratorias debido al humo y las cenizas que por más de 12 horas oscurecieron el cielo de Quilpué, Villa Alemana y algunas comunas aledañas. Y aún queda en el aire la pregunta sobre los eventuales contagios por covid-19 que pudieron ocurrir en aquellos momentos de mayor movilización de personas, cuando las medidas sanitarias importaron menos que la necesidad de rescatar una maleta con ropa esencial o salvar a la familia que, sin vehículo a mano, no sabía cómo alejarse de un siniestro que crecía amenazante con las horas.

Además, hay efectos que no alcanzamos a prever, porque están asociados a eventos aún en desarrollo, pero es posible advertir que afectarán a una población ya golpeada por una extensa pandemia y las restricciones asociadas. Si esa concatenación de eventos hacia el futuro aún está brumosa, las causas definitivas para estos incendios forestales se encuentran en plena investigación. Las autoridades han manifestado su certeza de que hubo intencionalidad y que los responsables aplicaron una estrategia con conocimiento del movimiento del fuego, pero la historia de este tipo de catástrofes revela una estadística poco esperanzadora y rara vez es posible identificar a un responsable y menos frecuente aún es que existan pruebas contundentes capaces de convencer a un tribunal para que aplique una sanción ejemplar. No será fácil la tarea del fiscal especializado en incendios de la provincia de Marga Marga, Carlos Parra, menos fácil aún porque debe responder a las expectativas puestas por las propias autoridades sobre la existencia de un culpable. Sin embargo, es necesario evitar las respuestas fáciles a un tema complejo. La historia de los incendios forestales en nuestra Región es larga y hunde sus raíces en los mismos nombres que los pueblos originarios pusieron a las tierras que habitaban. Ahora, más allá de las causas que explicarán las emergencias en curso, es importante ponderar aquellos fenómenos -naturales o humanos- que alientan o agravan los siniestros forestales, sin apurarse en explicaciones creativas, sino con un análisis profundo de este fuego que demostró ser capaz de quemar nuestro futuro. Esa es la tarea pendiente.

Honorable creación de un ambiente

"Aplastar al prójimo no está en el lenguaje democrático, sitiar violentamente a los que piensan distinto no es civilizado, atemorizar mediante diversas expresiones sutiles o groseramente concretas solo contribuye a hacer de la violencia el modo de controlar las relaciones". Bernardo Donoso Rivero, Profesor emérito PUCV
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Hace pocos días fuimos testigos, a través de las transmisiones en directo de los medios de comunicación, de un hecho que muchos pueden nunca haber imaginado o al que otros le asignaban una baja probabilidad. El cerco y asalto al Capitolio de los Estados Unidos de América. Un hecho que para los auténticos demócratas del mundo y para la inmensa mayoría de los ciudadanos de ese país significó un desgarro, una herida profunda a la historia larga de la construcción de una nación, con sus heridas e impresionantes logros, trabajada con entrega y sacrificios, con encuentros y desencuentros, cuyos fundadores y constructores simbolizan en las estatuas de tantos lugares. Rodeado el lugar donde debía hacerse realidad la institucionalidad, se trata de impedir por la fuerza y la locura que ello sea posible por momentos que se sienten eternos. Escuchar los discursos de aquella noche, de diversas opciones políticas, muestran el desconcierto, la vergüenza por los hechos y, principalmente, la herida a la democracia. Muchos centraron sus emocionados discursos en la historia universal y en la de la propia nación.

Una conclusión que emerge ante este incidente de impacto mundial tan reciente nos lleva a poder afirmar razonablemente que la democracia está siempre en riesgo, que su destino no está grabado en el metal más duro. Esto es válido para todo lugar de la tierra en que se declare que ella es un valor apreciado. Es la base para la solución pacífica de las diferencias, es una cultura en construcción que se afirma en el respeto al otro y que requiere cada día de artesanos que tallen su existencia. Aplastar al prójimo no está en el lenguaje democrático, privar de las libertades personales no está en las reglas del juego, sitiar violentamente a los que piensan distinto no es civilizado, atemorizar mediante diversas expresiones sutiles o groseramente concretas solo contribuye a hacer de la violencia el modo de controlar las relaciones: es una forma evidente del intento de demoler la democracia para después levantar sobre sus cenizas las banderas que pueden traer años de dolor y odio.

En la semana que termina se ha completado en nuestro país la inscripción de las personas que pretenden ser parte de la Convención que habrá de acordar las reglas constitucionales del futuro, las que posteriormente serán llevadas ante los ciudadanos para pronunciarse acerca de ellas. Este tiempo puede constituirse en una jornada, que dura varios meses, que muestre lo mejor de nosotros, o, por el contrario, haga visible aquello menos digno ante el juicio histórico. Naturalmente, se trata de construir la unidad a partir de las diferencias, de la unidad en la diversidad. Por eso es que los sucesos del Capitolio, tan comentados en los últimos días, dan una señal de lo que es inaceptable y atentatorio contra el futuro y la pacífica convivencia. Las personas elegidas para ser convencionales deben crear un honorable ambiente de intercambio de ideas, así como nosotros, los que observamos de maneras diversas el transcurrir de esta misión, debemos ser también responsables del ambiente que los rodea, haciendo posible sentir a todo el país que estamos ante un momento que refleja nuestro ser.

Trump, el Capitolio y la política de identidad

"Al refugiarse cada individuo, grupo o tribu en su propia identidad y proclamar su visión, y muchas veces exigir fueros como algo absoluto, se corroe la idea según la cual todos valemos lo mismo ante la ley y según la cual la democracia se nutre de la más libre expresión". Tomás Villarroel, Prof. Fac. Artes Liberales U. Adolfo Ibáñez, Investigador Fund. Piensa
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Todo el mundo perdió el habla al ver las imágenes del asalto al Capitolio en Washington la semana pasada. ¿Qué ocurrió ese día?, ¿no niegan esos sucesos las bases fundantes de la larga y robusta democracia estadounidense? En efecto, en los orígenes de la Constitución se encuentra la idea de Hamilton de abrir una nueva era en la cual el curso de la historia se pudiese hacer relativamente predecible, y en la cual se pudiese crear un sistema de gobierno que no estuviese guiado por el azar y la violencia, sino por la razón y la elección libre. Los sucesos de la semana pasada parecen la más estridente y brutal negación de estos ideales fundacionales de los EE.UU. ¿Puede una sociedad ser verdaderamente regida por estas ideas, en vez del imperio del azar y de la violencia, en vez del prejuicio y del engaño? Los últimos acontecimientos parecen mostrar que la capa que sostiene el andamiaje político-institucional es más corrosible de lo que se pensaba, y lo que queda claro -esto también vale para Chile- es que si no se cuidan los procedimientos e instituciones democráticas, se pueden desfondar rápidamente.

Esto nos lleva a una pregunta anterior: ¿cómo un líder tan destemplado logró llegar al poder hace cuatro años? Sin perjuicio del atractivo de Trump para sus votantes, ¿qué hicieron mal los demócratas para perder una elección que ellos creían ganada? La historiadora norteamericana Jill Lepore sostiene que Trump no es el responsable exclusivo de la polarización en los Estados Unidos, y que una de las razones de la división de la sociedad norteamericana reside en el reemplazo por parte de la izquierda de la idea de igualdad por la de identidad. Ya en la década de 1830, Alexis de Tocqueville atribuyó la pujante democracia norteamericana a las ideas de igualdad y de libertad.

En cambio, al refugiarse cada individuo, grupo o tribu en su propia identidad y proclamar su visión, y muchas veces exigir fueros como algo absoluto, se corroe la idea según la cual todos valemos lo mismo ante la ley y según la cual la democracia se nutre de la más libre expresión, aun cuando haya opiniones que nos disgusten. El problema detrás de este razonamiento, dice Lepore, no es que los liberales de izquierda no hayan logrado convencer al electorado, es que ni siquiera lo intentaron, convirtiendo las elecciones en cruzadas de pureza doctrinaria y moral.

En un mundo en el que cada cual se refugia en su propia identidad, no debiese extrañar que el debate racional se derrumbe y que prolifere la construcción de mundos paralelos. La falacia de Trump en torno al fraude en las últimas elecciones es un ejemplo palmario de lo anterior. Y como advierte Daniel Mansuy, ahí donde se pierden las referencias comunes se termina imponiendo la fuerza. La proliferación de la violencia la vemos también en Chile en la funa, manifestación que nuevamente hizo noticia con ocasión de la inscripción de candidaturas y de una cicletada.