IDEAS & DEBATES La muerte de la Cristiandad
POR JOSÉ TILMANN DÜTTING, PÁRROCO DE SAN NICOLÁS DE BARI, VILLA ALEMANA
"Confieso pertenecer también al grupo de quienes sacuden la cabeza al ver que, precisamente, son integrantes de un partido llamado Democracia Cristiana los que se ponen en la vanguardia cuando se trata de desmantelar en los temas valóricos".
Encontré en El Mercurio del domingo 10 de enero el artículo "Cómo vivir la fe cristiana en una democracia pluralista", que contiene la réplica de don Ignacio Walker a un artículo escrito por don Gonzalo Ibáñez con el título: "Ignacio Walker ¿un legislador católico?", aparecido el domingo 3. Veo que la réplica del 10/1 se extiende en su diario por toda una página titulada "Ideas y Debates", lo cual parece invitar a un debate. Me despierta el deseo de contribuir con la opinión de un párroco:
Se dice que la política es el arte de lo posible. El legislador tiene que encontrar normas no sólo para la vida propia, sino para una multitud de personas, sobre la cual tiene poca influencia. Entonces, muchas veces será necesario buscar el mal menor, no lo óptimo. Es uno de los casos a los que se refiere el Concilio Vaticano II cuando habla de respetar las leyes propias de cada ámbito de la vida. En este sentido, concuerdo con don Ignacio.
También concuerdo con lo dicho sobre la muerte de la Cristiandad. Tengo entendido que la situación social llamada "Cristiandad" murió al desaparecer el consenso mayoritario sobre la validez de la fe cristiana, como existía en ciertas épocas de la historia. Hoy, el ateo o agnóstico que no creen en un Dios Creador no estarán dispuestos a aceptar un Orden de la Creación. Pero vivimos juntos y tenemos que encontrar una base común para la convivencia.
Por otra parte hay que tener presente que con la "Cristiandad" no murió el Cristianismo, ni se perdieron los valores que éste hace ver. "Vivir la fe cristiana en una democracia pluralista" no puede significar que hay una moral distinta fuera o dentro de los templos. Ser "laico", a su vez, no se limita a ser un observador, sino que significa ser parte del Pueblo de Dios, llamado a asumir los valores que muestra la fe. Al no poder correr con la masa, el católico de hoy tendrá la misión de instruirse y poder vivir de convicciones sólidas. Es cierto que mucha gente toma lo que dicen o dejan de castigar las leyes del estado como lo moralmente lícito o hasta recomendable. No es así, pero el hecho constituye una responsabilidad para los legisladores
El Concilio Vaticano II recuperó para hoy la importancia y dignidad de la conciencia moral. Al hacerlo deja constancia de que esa conciencia necesita formación y que para obtenerla el Magisterio de su Iglesia es una instancia ineludible para el católico. Al no ser por nuestras limitaciones, no puede haber una contradicción entre la conciencia individual y el Magisterio de la Iglesia, ambos llamados a buscar la voluntad de Dios. Y cuando un católico piensa que ciertas normas no pueden obligarlo en su situación, tendrá que pensarlo dos veces. El católico de hoy debe aprender la diferencia entre "conciencia" y "conveniencia" y saber que la conciencia habla con más autenticidad, precisamente, cuando no coincide con la conveniencia (social, política, económica etc.) "Vivir la fe cristiana en una democracia pluralista" no puede significar poder escoger entre la variedad de recetas para vivir que ofrece el mercado. Habrá que encontrar lo que vale y mantenerlo para bien.
Don Ignacio alega, como prueba para sus consideraciones, el éxito que tuvo la política de control de natalidad promovida por el gobierno de don Eduardo Frei Montalva. Al respecto no hay que olvidar que el éxito es tal que hoy en día nos encamina hacia un problema demográfico por la falta de nacimientos que a futuro, probablemente, tendrá su peso en el tema de las jubilaciones.
El autor menciona el tema "identidad de género" como problema de actualidad. Me parece que éste, como también el tema de la eutanasia ya planteado, son temas donde las visiones de quien cree en un Creador y quien lo descarta deben conducir a soluciones diferentes.
Por último, confieso pertenecer también al grupo de quienes sacuden la cabeza al ver que precisamente son integrantes de un partido llamado "Democracia Cristiana" los que se ponen en la vanguardia cuando se trata de desmantelar en los temas valóricos.
Al formular esas ideas tengo presente que habrá varios pro y contra más que tomar en consideración. Pero no debo alargarme más.