IDEAS & DEBATES La inminente lejanía de la Iglesia
POR DEMETRIO INFANTE FIGUEROA, EXEMBAJADOR EXEMBAJADOR
"Una conducta rígida de las autoridades eclesiásticas en temas que afectan la vida diaria de los chilenos en materias que no son parte básica de la herencia que nos dejó el Señor, sólo hace que un número mayor de personas se aleje de la Iglesia y no se sientan representados".
La publicación del libro escrito por el exsenador y excanciller Ignacio Walker Prieto (Cristianos sin cristiandad. Reflexiones de un legislador católico, Ediciones Universitarias de Valparaíso, 2020) ha abierto un debate sustantivo entre los católicos respecto de la conducta que estos deben adoptar cuando ostentan responsabilidades políticas ante temas respecto de los cuales la Iglesia Católica tiene una posición definida. Hay algunos que sostienen en forma categórica que dichos políticos no pueden apartarse de lo prescrito por la Iglesia y hay otros, como Walker, que afirman que existen casos donde la responsabilidad política de la autoridad frente a la gente a la que sirven no puede estar ausente de su juicio definitivo. Agregan que la realidad de la sociedad los obliga, a veces, a dar soluciones que no necesariamente se enmarquen en los mandatos que señala la Iglesia.
Para poder emitir un juicio al respecto estimo que es necesario "aterrizar" este importante debate. Es decir, traer a colación ejemplos prácticos sobre situaciones que los chilenos hemos vivido en el pasado o estamos viviendo hoy día. Respecto a lo acaecido en el pasado, basta mencionar la condena que hizo la Iglesia a aquellos parlamentarios que votaron en su momento a favor a la dictación de la ley que creó el Servicio del Registro Civil o aquella que estableció el matrimonio civil. Hoy día esa postura eclesiástica nos parece una aberración sin límites, pero los parlamentarios católicos de la época sufrieron la descalificación de su Santa Madre y de sus obispos. Es bueno traer a colación, además, que por decenas de años en los cementerios solo podían ser sepultados los católicos y hubo que crear los llamados "cementerios de disidentes" para quienes pertenecieron en vida a otra fe. Lo mismo les acaecía a aquellos católicos que optaban por poner fin a su vida a través del suicidio.
Pero acercándonos a situaciones más actuales, deseo partir por narrar una experiencia propia. Toda mi educación preuniversitaria transcurrió en colegios regidos por sacerdotes. Agradezco a aquellos todo lo que me enseñaron y me inclino reverente ante su memoria. Pero todavía no puedo olvidar el inmenso trauma con que viví mi infancia y mi juventud cuando mis padres decidieron "anular su matrimonio" y mis educadores me indicaron que ellos estaban por eso excolmugados. Indudablemente, como niño de 10 años la separación fue algo que me marcó, pero el mayor sufrimiento que tuve por muchos años fue la disposición perentoria de mi Iglesia que me decía que mis padres, por estar excomulgados, estaban condenados al infierno. Pensaba que cómo el Señor, que es amor, mandaría a mi progenitor a la peor condena que puede existir. El hecho de que hoy la Iglesia obvie de alguna forma el tema de la condena eterna no hace mutar su estricta postura ante el divorcio y ha dado pie a que legisladores católicos se encuentren cuestionados por un tema que todas las sociedades civilizadas y de mayoría cristiana del mundo han resuelto sin dificultad.
Quisiera agregar otro ejemplo cercano: el control de la natalidad. Viví por muchos años en Lota, donde mis compañeros de clase eran los hijos de los mineros. Frecuentaba sus casas y tengo vivo el mal trato que los hombres daban a sus mujeres. Estas últimas debían obediencia ciega a sus cónyuges por lo que la negativa a un requerimiento sexual estaba fuera de toda discusión. Es así como tenían seis o siete hijos, en habitaciones que con suerte podían acomodar a tres y con sueldos misérrimos. Por ello la muerte infantil tenía un porcentaje altísimo y la alternativa de usar algún método anticonceptivo estaba prohibido por "su Iglesia". Este fue un tema que hasta hace muy poco estaba en el centro de la vida de parejas casadas por la Iglesia y todavía lo es para muchas.
¿Dónde Cristo nos dijo que esos métodos eran pecaminosos? El Señor nos enseñó a que la relación entre un hombre y una mujer debía estar regida y orientada al amor del uno hacia el otro. Para Él lo sustantivo y exclusivo era el amor en la pareja y la forma de relacionarse entre ellos debía tener como fundamento el respeto mutuo. Todo lo que fuera querido y consensuado por ellos está bien. Por ello, insisto, ¿de qué parte del Evangelio mi Iglesia coligió que los métodos anticonceptivos son pecaminosos? ¿De dónde se deduce que el condón podría ser permitido pero que la píldora no?
La verdad es que después de haber leído el Evangelio durante años no he encontrado nada que avale esa condena. De nuevo, los políticos católicos al entrar a este tema deberían, según algunos, estar de acuerdo con "ese" ministerio de la Iglesia y punto.
Una conducta rígida de las autoridades eclesiásticas en temas que afectan la vida diaria de los chilenos en materias que no son parte básica de la herencia que nos dejó el Señor, sólo hace que un número mayor de personas se aleje de la Iglesia y no se sientan representados por hombres y mujeres que dicen ser parte de ésta.