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LA TRIBUNA DEL LECTOR La banda de los Museos en la Región de Valparaíso

POR RAFAEL TORRES ARREDONDO, GESTOR CULTURAL GESTOR CULTURAL
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Hace un par de semanas , el editorial de este matutino titulaba con el término "la bandita", en referencia a un grupo de amigos que hoy se encuentran algo distanciados, y ello gatilló en mí algo que venía masticando hace algún tiempo, además de servirme para titular esta crónica.

Me refiero a la banda (entiéndase, conjunto o agrupación) de museos con la cual tenemos el verdadero lujo de contar en nuestra zona. Los hay de los más variados en origen, administración, tipo de colecciones, edificación, formas de exhibir, mediar y difundir, pero todos con un mismo objetivo: fomentar la memoria de la comunidad, a través de su relato.

Sin ir más lejos, tenemos el segundo museo nacional más antiguo en materia de ciencias naturales, actualmente ubicado en el patrimonial Palacio Lyon, de la calle Condell, el Museo de Historia Natural de Valparaíso, y que fuera fundado nada menos que por don Eduardo de la Barra, insigne educador y servidor públic, cualidad tan escasa en el presente, que nos dotó de un museo cuyas colecciones nos llevan a lo más profundo de la historia de la vida natural, íntimamente ligada a la del hombre como especie. Hoy, a través de una extraordinaria museografía, este recinto administrado por la Dirección Nacional de Museos es el representante mayor de los museos estatales en la región.

Como "una blanca casona de sombrero verde", definió alguien hace un tiempo, al museo de Bellas Artes de Valparaíso, reconocido por el edificio que lo alberga, el Palacio Baburizza, obra arquitectónica de esa dupla excepcional que fueron Barison y Schiavon, a los que les debemos gran parte de los pocos inmuebles patrimoniales de la zona que han sobrevivido a la picota y a los sismos. Fue fundado nada menos que por Alfredo Valenzuela Puelma, uno de los cuatro grandes maestros de la pintura nacional, artista aclamado por la crítica internacional, y que por motu propio creó el entonces "Museo de Pintura de Valparaíso", en el que depositaría, además, algunas de sus sobresalientes pero incomprendidas obras presentadas en los salones de París, y que se salvaron de la devastación que fue el terremoto de 1906, que tiró por tierra el Teatro Victoria, sede del primer museo.

Se trata de una de las más importantes colecciones públicas de arte, al ser una verdadera línea de tiempo de la pintura chilena, a partir de los precursores extranjeros, llegando al movimiento denominado "Generación Porteña", antesala ya del arte contemporáneo. Entre sus colecciones cuenta con setenta obras europeas de grandes autores y maravillosa factura, donación testamentaria del empresario croata, avecindado en Chile y en Valparaíso, Pascual Baburizza, cuya filantropía, merecería una crónica propia.

Hoy, enclavado en el Paseo Yugoslavo de la ciudad, mira el devenir de Valparaíso, y espera siempre lo mejor para este puerto amado.

No creo que doña Blanca Vergara haya imaginado alguna vez que su magnífica residencia de estilo veneciano, construida por Ettore Petri, y su extraordinaria colección de obras de arte y parte de su fino mobiliario personal, llegaría ser el Museo Municipal de Bellas Artes de Viña del Mar, considerado uno de los más importantes recintos nacionales, que actualmente y tras una gran y millonaria restauración, espera ser reabierto al público. Ojalá esto no lleve mucho tiempo, ya que más de una década hemos debido esperar para volver a maravillarnos de tantas obras, de grandes maestros europeos y nacionales, y sentir el espíritu de las famosas tertulias de la denominada "fundadora".

El estilo algo grandilocuente de Fernando Rioja, que le causó una mezcla de envidia y recelo entre las familias tradicionales de la naciente Viña del Mar, queda de manifiesto en el lujoso palacio que se mandó construir y alhajar, para vivir junto a su mujer, Sara Ruiz, y sus ocho hijos. De estilo neo clásico francés, fue construido por el arquitecto galo Alfredo Azancot, y decorado y amueblado con todo el lujo que se pudo. Esos objetos y mobiliario son los que hoy dan vida al Museo de Artes Decorativas, que funciona en el recinto, que tras una estupenda restauración, cuenta hoy, además, con auditorio, sala de exposiciones temporales, sala taller, y un equipo encomiable, liderado por la señora Eugenia Garrido, verdadera custodia del patrimonio viñamarino. Mención aparte merece el jardín, un oasis en medio del fárrago diario.

Desafortunadamente se me acaba el espacio, y no puedo explayarme sobre los otros integrantes de esta banda virtuosa, la de los museos. Pero no quiero terminar sin señalar que nuestras ciudades y la Región en su conjunto, cuentan con más de cincuenta museos, que en sus espacios guardan y difunden la historia y la vida de cada territorio. El Estado está a cargo de algunos, los menos, la mayoría son esfuerzos institucionales, municipales, fundaciones y corporaciones, que sienten la impostergable responsabilidad de mantener vivos estos indispensables espacios culturales.