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Biblioteca Severin en la memoria

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Por voluntad del Presidente Juan Luis Sanfuentes, Roberto Hernández ingresa a la biblioteca el 2 de octubre de 1917, como 'oficial primero'; en 1919, será Subdirector. Tras la muerte de Santiago Severin, la biblioteca llevará su nombre, y permanecerá dirigida por Hernández ¡hasta 1953!".

En el el corazón de Valparaíso, "Patrimonio de la Humanidad", límite con la Plaza de la Victoria, está el blanco "edificio isla" de tres pisos que alberga a la Biblioteca Pública Santiago Severin. La hermosa edificación neoclásica maravilla al visitante por el original emplazamiento y nobleza de las formas. El diseño corresponde a los arquitectos Arnaldo Barison y Renato Schiavon, y la ejecución, al ingeniero Augusto Geiger, director de la obra. El inmueble lleva el nombre del donante, Santiago Severin, fallecido sorpresivamente el 17 de marzo de1920, recién habilitado el edificio. Justo es, sin embargo, señalar que Severin decidió su labor filantrópica, motivado por las campañas periodísticas que hizo Roberto Hernández Cornejo durante años, en las páginas de "El Chileno" y "La Unión" de Valparaíso. Esto unió al empresario y al escritor, en amistad entrañable, para bien de la biblioteca porteña.

Se iniciaron las obras del edificio en 1912 con varias dificultades. Entre ellas, la Gran Guerra europea. Las faenas se prolongaron, hasta habilitar el recinto en abril de 1919. Tras una discutida reestructuración administrativa y prolongada controversia entre los vecinos y autoridades de la ciudad puerto, por el estado en que se encontraba previamente la Biblioteca Pública, el Gobierno nombró "director honorario", a Severin. Un documento de la época dice: "N° 2065- Santiago, 16 de octubre de 1918.- He acordado y decreto: Nómbrase a don Santiago Severin para que sirva el cargo de director honorario de la Biblioteca Pública de Valparaíso. Tómese razón y comuníquese. - Sanfuentes. - Alcibíades Roldán".

Hasta esa fecha había ejercido como director Manuel Antonio Calvo. Recuérdese que la Biblioteca Pública Departamental de Valparaíso es la N° 1 del país, creada el 27 de febrero de 1873, con rúbricas del Presidente Federico Errázuriz Zañartu y el Ministro de Instrucción Pública, Abdón Cifuentes. Es decir, ¡hace exactamente 148 años!

Roberto Hernández consigna: "El primer director de la Biblioteca Pública de Valparaíso, fue don Francisco Javier Casanova; que la mantuvo por más de 15 años; le siguió don Agustín Iglesias, que ejerció el cargo por más de 20 años; y al señor Iglesias sucedió don Manuel A. Calvo, que en 1912 consiguió el traslado de la Biblioteca al edificio que ocupa actualmente en calle Edwards…". Luego agrega: "Ello fue por sí solo un progreso innegable. La Biblioteca había andado antes en peregrinación constante por distintas piezas del antiguo edificio de los Tribunales de Justicia. El movimiento de lectores era casi nulo, comparado con el que se produjo después, con el solo cambio de local". Y a párrafo seguido concluye: "El nombramiento de director honorario que ha hecho el Gobierno en la persona de don Santiago Severin, liga a este benefactor público a un establecimiento que cuando se encuentre instalado en definitiva…" (La Unión, Valparaíso 3 de noviembre de 1918).

Por voluntad del Presidente Juan Luis Sanfuentes, Roberto Hernández ingresa a la biblioteca el 2 de octubre de 1917, como "oficial primero"; en 1919, será Subdirector. Tras la muerte de Santiago Severin, la Biblioteca Pública llevará su nombre, y permanecerá dirigida por Hernández ¡hasta 1953! Por el valor patrimonial del edificio, se lo declara "monumento histórico" en 1998.

La Biblioteca Severin es un símbolo cultural de la ciudad. Allí don Roberto imprimió carácter. El periodista, bibliófilo e historiador, contribuyó al estudio original y difusión de las tradiciones históricas de Chile y Valparaíso. Para reavivar, pues, la memoria, la Fundación Roberto Hernández Cornejo, por medio de Ediciones de la Biblioteca Nacional, lanzará pronto el libro "La Biblioteca Pública de Valparaíso Santiago Severin y Roberto Hernández. Homenaje a los 100 años del edificio", coedición con el Servicio Nacional del Patrimonio Cultural. A Carlos Maillet, su director, nuestra gratitud por el personal interés en la obra.

En la publicación colaboran los académicos: Marcela Hurtado, Universidad Federico Santa María; Jorge Ferrada, Gonzalo Severin y Fernando Rivas, Pontificia Universidad Católica de Valparaíso; Ana María Córdova, Universidad de Valparaíso; Gonzalo Serrano y Rodrigo Moreno, Universidad Adolfo Ibáñez, todos del directorio de la Fundación; a ellos se suma quien escribe estas líneas.

El libro aportará al rescate de memoria local, de actores y sucesos del siglo pasado. 2

Horacio Hernández Anguita

Fundación Roberto Hernández Cornejo

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Valores y cultura democrática

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El problema surge cuando, pese a que existen instituciones que sustenten la burocracia, la alternancia de las elecciones y la resolución no violenta de conflictos, las democracias se vuelven ineficientes, lentas, o su población se polariza al punto en que se pierde la cultura democrática de la sociedad".

Según la Real Academia Española (RAE), entre las palabras más buscadas en su diccionario digital durante 2020 están: resiliencia, cultura, filosofía, fascismo, poder, político, distopía, libertad, empatía y democracia. Es interesante que, además de las esperadas búsquedas de temas relacionados a la pandemia, los hablantes de la lengua castellana se hayan interesado (o preocupado) por términos tan propios de la ciencia política y la literatura. Esta preocupación puede relacionarse con las consecuencias que el aumento del poder de los estados durante 2020 tuvo en la libertad de los ciudadanos (de ahí las distopías), pero también en la inquietud de que algo está ocurriendo con la democracia, ya sea en sus resultados o los valores que debieran acompañarla. Y es que parece haber un desencanto global con la democracia liberal representativa, donde exista limitación del poder, donde las mayorías absolutas no tienen poder absoluto o donde simplemente, la sociedad civil se articula responsablemente. En simple, pese a que la institucionalidad democrática se ha robustecido, la cultura política enfrenta (en el mundo y también en Chile) un desafío sin precedentes.

La democracia liberal (que se practica en los países desarrollados), es un sistema que primero, pretende lograr la resolución pacífica de conflictos, por medio de reglas primarias o fundamentales como la regla de la mayoría para la elección de representantes. Además, implica un Estado de Derecho con poderes claramente separados, la protección de libertades básicas como la de expresión, asociación, religión y respeto al ámbito privado. En suma, es una forma de gobierno (reciente en proporción a la historia de la humanidad), que se ha ido expandiendo en el mundo.

¿Dónde nacen las preocupaciones? Existen estudios que alertan que incluso los sistemas más desarrollados y sólidos han enfrentado un decrecimiento en su calidad democrática en los últimos años y que cada vez menos personas viven en democracias plenas. Freedom House señala que han existido al menos 14 años de retroceso democrático a nivel global. Mientras, el Democracy Index (2020) de The Economist, muestra un puntaje global fue de 5,37/10, el más bajo registrado desde que el índice se inició en 2006, principalmente empujado por la pandemia. Además, Pew Research Center ha presentado evidencia desde al menos 2017 sobre la desconfianza e insatisfacción con la democracia representativa. Solo como dato Chile, calificó como uno de los países con menor compromiso democrático y 78% evidenció no estar satisfecho con el sistema democrático. Lo anterior se debería principalmente a la desconfianza en la representatividad de la clase política.

Básicamente, el problema surge cuando, pese a que existen instituciones que sustenten la burocracia, la alternancia de las elecciones y la resolución no violenta de conflictos, las democracias se vuelven ineficientes, lentas, o su población se polariza al punto en que se pierde la cultura democrática de la sociedad. Como resultado surge el desencanto con este sistema o varias tendencias iliberales que según expertos como Larry Diamond, pueden derivar en autoritarismos competitivos o erosionar derechamente la calidad de la democracia y las garantías para los ciudadanos.

La cultura política es, en palabras simples, el conjunto de comportamientos, actitudes, creencias y valores que le dan sentido al sistema político en la ciudadanía. Por ejemplo, si una sociedad comparte que en democracia debe haber respeto y tolerancia en la convivencia de ideas distintas, ahí hay una cultura política afín a los valores de una democracia liberal. Sin embargo, cuando las sociedades comienzan a entender la democracia solamente como una lucha entre el bien y el mal, se polarizan y rechazan la resolución no violenta de conflictos, aquella cultura se pierde y prácticas antidemocráticas comienzan a surgir.

En este importante retroceso, hay una responsabilidad clave en la clase política. Primero, en los cambios en la valoración ciudadana a la democracia representativa, y especialmente, a la desconfianza general que ha surgido, acompañada de frustraciones y problemas que incluso impactan a la institucionalidad. Además, cuando se deterioran los valores democráticos, el poder tiende a concentrarse, y suelen aparecer líderes populistas que erosionan aún más la convivencia.

¿Cómo estará esta tendencia en Chile? Cuando se evalúa la democracia desde la institucionalidad, el país se encuentra muy alto en los rankings internacionales. Sin embargo, es necesario estudiar la cultura política del país, especialmente tras un año de pandemia y ad portas de un proceso constitucional. 2

Sascha Hannig Núñez

Novelista, analista internacional

FPP Chile

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