Especialistas alertan ante cifras de deterioro de la salud mental
PANDEMIA. Chile es el segundo país que peores consecuencias psicológicas reporta a raíz de la crisis. No hay claridad sobre los efectos en distintas realidades locales.
La semana pasada, Ipsos, multinacional de investigación de mercado, dio a conocer un estudio cuyo resultado fue demoledor: un 56% de las personas en Chile considera que su salud mental ha presentado un deterioro considerable desde el inicio de la pandemia. Teniendo en cuenta que el análisis se realizó en 30 países -que en promedio cifraron este menoscabo en un 45%- y que el país se posicionó en el segundo lugar global, siendo solo superado por Turquía, es que el panorama resulta especialmente preocupante. De acuerdo a especialistas de la región, sin embargo, las cifras no son sorpresivas.
"Hay un tema previo. Chile es uno de los países que tiene peor salud mental desde hace muchos años. Tiene de los peores indicadores del mundo", asegura Luisa Castaldi, directora de la Clínica Psicológica de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso (PUCV). "Por eso hay condiciones de partida que nos ponen en un mayor grado de vulnerabilidad frente al enfrentamiento de las situaciones críticas, como esta. La pandemia está teniendo un impacto en la salud mental de todos los países, pero es como si nosotros hubiéramos tenido una cuenta de ahorro en rojo", explica la psicóloga.
Una opinión similar tiene el académico de la Universidad de Valparaíso y doctor en Intervención Psicosocial, Rodrigo Cabrera, quien asegura que "la incertidumbre de no saber hasta cuándo estaremos con todo esto, obviamente dispara una serie de otros sentimientos negativos. Lo mismo pasa al no saber si te vas a poder mantener o no en un trabajo, si vas a poder llegar o no a fin de mes junto a tu familia, si vas a poder estudiar o si vas a continuar en la universidad, por ejemplo".
De acuerdo al estudio, un 36% de los chilenos piensa que para volver a la normalidad "pre covid" falta al menos todo un año. Mientras, otro 56% cree que podría ocurrir en un lapso de cuatro a doce meses, y existe un 8%, en cambio, que teme que eso nunca pasará. Al mismo tiempo, al ser consultados sobre cuándo estiman que el virus podría ser contenido, casi un 40% cree que no será hasta después de 2022.
Un problema común
"Esto nos afecta a todos, pero cada uno reacciona de acuerdo a sus características personales: hay algunos que se deprimen, otros que se angustian mucho, y se agudizan, además, todos los problemas psicológicos que ya se tenían. Han aumentado muchísimo las adicciones, el consumo de drogas y alcohol, y las expresiones impulsivas como la violencia, entre otros síntomas de esto", comenta Castaldi, quien añade que uno de los principales obstáculos en este aspecto ha sido "la creencia de que la solución es individual, o como se dice, que cada uno tiene que rascarse con sus propias uñas".
"A veces se dan recetas que son absolutamente individuales: busca un pasatiempo, busca apoyo, trata de sobrellevarlo mejor. Pero hay condiciones que no dependen únicamente de cada uno. Aunque las complicaciones se manifiestan individualmente, es también un problema colectivo", afirma.
En ese sentido, la psicóloga no descarta la posibilidad de que más adelante se desarrolle lo que algunos -entre ellos la Organización Mundial de la Salud- han adelantado como una próxima "pandemia", pero en relación a la salud mental. "Que tuviéramos una crisis de la salud mental sería una situación absolutamente anunciada, porque este tema ha sido sistemáticamente ignorado. ¿Cómo se está enfrentando este tema? Yo diría que no se está enfrentando", agrega.
Distintas realidades
Rodrigo Cabrera comparte la visión de que la crisis sanitaria ha significado un "trauma social" que genera que el deterioro psicológico se genere en un nivel comunitario. Pese a ello, advierte que ciertos grupos de personas son especialmente vulnerables en este momento, y considera que en ellos debería focalizarse una eventual respuesta por parte de las autoridades.
"Están las mujeres, que han ido asumiendo un esfuerzo aún mayor a nivel doméstico. Están las personas mayores, que son los más incomunicados, ya que la brecha digital en el uso de tecnologías es súper alta, y está muy condicionada por el nivel socioeconómico. Y a ellos se suman, por supuesto, los trabajadores de la salud y otros empleados esenciales, que están sufriendo un síndrome de burnout (agotamiento) súper fuerte", dice.
La académica de la PUCV agrega a este punto el hecho de que aunque existe una idea general de lo que está pasando, es difícil conocer realmente las diversas situaciones locales. "Hay realidades regionales muy distintas una de la otra, y hasta el momento, como la mayor parte de las investigaciones que hay son estudios iniciales, no hay nada que pueda ayudarnos a comprender en detalle, por ejemplo, lo que está ocurriendo en Magallanes, en las primeras regiones, o aquí en Valparaíso. Ese sería quizás un primer desafío", advierte.
Lo mismo propone como solución Cabrera: "Hay que identificar claramente qué es lo que se debe y lo que se puede hacer para qué casos. En ese sentido, trabajar desde los territorios, desde los centros de atención primaria. (...) Hay que centrarse en estos grupos específicos, mejorando las condiciones de vida y materiales de la gente, que igualmente están deterioradas y abarcan una vulnerabilidad que va más allá de la salud mental. Creo que eso es fundamental: asegurar los mínimos e implementar una política de salud mental seria y en beneficio de la gente, a nivel local y nacional. Lo que está perjudicando nuestra salud mental no es solo la enfermedad y el encierro en sí", concluye el académico.
"La pandemia está teniendo un impacto en la salud mental de todos los países, pero es como si nosotros hubiéramos tenido una cuenta de ahorro en rojo".
Luisa Castaldi, Dir. Clínica Psicológica PUCV
"Es fundamental asegurar los mínimos e implementar una política de salud mental seria y en beneficio de la gente, a nivel nacional y local".
Rodrigo Cabrera, Académico UV
56% de los chilenos cree que su salud mental se ha visto deteriorada a causa de la pandemia.