La Superliga y otras malas ideas
Me parece que ya se ha escrito bastante respecto al fracaso de la Superliga Europea. No es algo nuevo en el fútbol. Ha habido otras ideas similares, mejores y peores, algunas de ellas tan malas que seguramente usted ya las olvidó.
Una de ellas ocurrió antes del mundial de Estados Unidos de 1994. El interés de los organizadores por aumentar los auspicios los animó a proponer un cambio radical: dividir los partidos en 4 tiempos de 25 minutos, aprovechar de dar publicidad en los descansos y que los hinchas se pudieran servir una cerveza tranquilamente. A pesar del afán de lucro de la FIFA, la idea no prosperó.
Tiempo después, cuando apareció la Major League Soccer, los estadounidenses, nuevamente, intentaron cambiar la lógica del fútbol, a través de hacer correr el tiempo con un temporizador o eliminando los empates a través de una serie de penales semilargos, los shoot out, en los que el jugador debía partir con la pelota a 35 metros del arco con seis segundos para anotar. La nueva regla tampoco sobrevivió. Tiempo después se dieron cuenta que estos cambios eran inútiles, nunca iban a captar la atención del estadounidense promedio con un deporte tan aburrido como el fútbol. Mejor seguir con las normas tradicionales y apostar por el público latino, que no quería cambios.
A inicios de los noventa, por ejemplo, Chile trató de estar a la vanguardia de este deporte introduciendo los penales largos. Un tiro libre sin barrera que se ejecutaba a 25 metros del área, cuando había una falta en esa zona. Aunque fue entretenido el tiempo que duró, la mala fama de Chile, post Cóndor Rojas, y la rigidez de los hinchas hizo que quedara solo en un peregrino experimento.
Otras genialidades, en cambio, con mejor o peor suerte, se concretaron durante algún tiempo más prolongado. Más famoso fue el gol de oro o la muerte súbita que intentó implementarse desde 1994. La derrota de Paraguay por esta fórmula en el mundial de Francia el año 1998 es un triste recuerdo de esta extinta medida.
También por esos años, más específicamente, durante el Mundial Sub-17 disputado en Japón en 1993, Rozental, Lobos, Tapia, Neira y compañía debieron enfrentarse a dos cambios radicales. El primero era que los arqueros no podían tomar la pelota con las manos cuando las recibían de sus compañeros. Y, la segunda, era que los laterales debían ejecutarse con el pie. Mientras la primera medida se mantuvo, la segunda se esfumó como muchos de los jugadores de esa selección.
Más cercano en formato a la Superliga, fue la Supercopa que disputaban los campeones de la Copa Libertadores, aunque cada uno llegaba por mérito propio, terminó perdiendo interés entre los aficionados. Asimismo, hay otras torneos que con nombres grandilocuentes intentan captar la atención de los hinchas ávidos de fútbol, pero sin resultados.
En fin, la Superliga es una de tantas ideas malas que hemos visto en el fútbol. Quizás el pecado más grande haya sido transparentar el interés comercial y no haberlo ocultado bajo otra idea más romántica. Lo que nos queda claro es que esto no se acaba con la Superliga, sino que pronto algún ingeniero volverá a la carga con un torneo exclusivo para equipos que nunca hayan ganado un título, pelotas cuadradas, arqueros con alas, etc. y los hinchas, como siempre, veremos la forma de expresar nuestro rechazo.
Union of European Football Associations (UEFA)
por WINSTON