Secciones

EN LA VIÑA DEL SEÑOR

El covid-19 y las antinomias de la muerte

E-mail Compartir

En un poco conocido ensayo titulado Fin y principio. Sobre las generaciones de las altas culturas y el nacimiento de Occidente, el sociólogo e historiador austríaco Franz Borkenau (1900-1957) defendió una tesis original, discutida posteriormente por pensadores del talante de Jacques Derrida y Peter Sloterdijk. Según Borkenau, el surgimiento y desarrollo de Occidente está marcado decisivamente por la respuesta que las diferentes culturas han adoptado frente a la muerte, existiendo tomas de posición contrapuestas que la historiografía puede rastrear sin mayores dificultades. Así, mientras uno de los tipos de cultura rechaza la muerte y reacciona frente a ella planteando una teoría de la inmortalidad, el otro tipo se adapta a su existencia y a partir de esa premisa fundamental, despliega una cultura vitalista comprometida con el mundo sensible. En un lenguaje kantiano, Borkenau llama a esta contradicción existencial "las antinomias de la muerte".

La serie, el relato, el esquema, comienza con los egipcios y su obsesión por la inmortalidad -tanto corporal como metafísica- reflejada en la construcción de grandes pirámides, momificaciones y en la veneración de un vasto imaginario de dioses omniscientes. Para los egipcios la muerte es solo el principio, un paso para la otra vida. A continuación, tiene lugar en la antigüedad la aceptación de la muerte (griegos, judíos y romanos) que permitirá volcar las energías psíquicas a la praxis y a la vida política. Más tarde, el cristianismo y el islam lograrán un éxito magnífico y perdurable con sus teorías de la inmortalidad del alma y el rechazo de la concupiscencia de la carne, visión que dominará toda la edad media hasta el renacimiento y la modernidad, donde el péndulo oscilará nuevamente hacia la vida terrenal y la inversión de las energías humanas en los proyectos políticos.

La pandemia nos confronta con nuestros miedos más atávicos e inconscientes: aceptar o rechazar la muerte y, peor aún, la convivencia -como diría Heidegger- con la conciencia de la inexorable finitud. En cierto sentido, desde que nacemos empezamos a morir y, como afirma Epicuro en el Tetrafarmakón, es ilógico temerle a la muerte, pues cuando ella llega yo ya no estoy, y en tanto ella no desembarque hemos de seguir viviendo. Nunca tengo la experiencia de mi muerte; la muerte es algo que le pasa a los otros, su morada es la alteridad, la otredad, no el ego.

Desde esta perspectiva, la aguda crisis que nos afecta como humanidad es también -dentro de sus contornos trágicos- una oportunidad para higienizar nuestra salud mental reflexionando sobre la muerte. ¿Le tememos o la aceptamos? El sentimiento trágico de la vida es una ambivalencia: no soportamos la idea de mortalidad, pero tampoco la de inmortalidad.

Aceptar, resignificar y reelaborar un relato que incluya la muerte puede ayudar a llevar con entereza la pandemia y sus pérdidas, y a pacificar nuestros convulsos corazones.

Por Fernán rioseco Académico de filosofía de la uv

El rinconcito de la consentida

¡Ay, Turismo!

E-mail Compartir

Me tocó por trabajo ir a Rinconada de Los Andes. Como están en fase de Transición, me tomé un café con la Teruca Olmos, excompañera de colegio y hoy convertida en una socialité de la zona. Estábamos en ello cuando pasó a saludar la siempre distinguida consejera regional y exgobernadora Edith Quiroz, quien justo fue interrumpida por un llamado a su celular. Metiche yo, pude darme cuenta de que hablaba con un colega core y trataban un tema relacionado con el turismo.

Llamé a mis fuentes y así me enteré del motivo de la molestia de Edith, ya que ella, como presidenta de la Comisión de Turismo del Consejo Regional, cumple funciones de coordinación con la Corporación Regional de Turismo de Valparaíso (CRTV) y es quien mantiene al corriente a los consejeros de lo que pasa en la Corporación, como también de los requerimientos que ésta le hace al Core, sobre todo en el ámbito financiero, ya que el 100% de los recursos son aportados por el Gobierno Regional.

Por eso la "tía Edith", como le dice un destacado consejero de la Comisión de Inversiones, cuida tanto las platas públicas y trata de meterse en todas estas áreas donde el Core aporta recursos.

Ahora, el motivo de su molestia y que se replicó en varios cores, es que en la CRTV estaban licitando un plan de gestión y uno de los postulantes era el exdirector regional de Sernatur, Milos Miskovic, quien salió bastante cuestionado del Gobierno de Piñera I. Ello, sumado a que Contraloría le abrió un juicio de cuentas para la devolución de más de 100 millones de pesos que utilizaron en el ATP de Tenis de Viña del Mar del año 2014.

Desde ese momento el nombre de Miskovic fue vetado en el Consejo Regional, ya que no solo terminaron todos salpicados por ese tema, sino que Sernatur quedó imposibilitado por largo tiempo de recibir recursos del Gobierno Regional, hasta que no se devolvieran los dineros.

Al darse cuenta de que la empresa de Miskovic se estaba moviendo a través de algunos cores, Edith puso el grito en el cielo. Además, se urgió bastante porque en el directorio de la Corporación, Miskovic ya contaba con el apoyo de al menos dos directores (María Teresa Solís y Rafael Torres). Quienes estaban en contra de que el exdirector regional de Sernatur tuviera alguna relación con la Corporación fueron Pier-Paolo Zaccarelli, Gianni Rivera, Marco Brauchy y Vicente Justiniano. Finalmente, doña Edith -me enteré- quedó más tranquila y contenta con haber jugado un rol exitoso en lo que ella llama "el cuidado del prestigio del Core".

por Gabriela chomer