El mal ejemplo de la Casa de Italia en Viña
Pese a tener la calidad de monumento, una serie de incompetencias permitieron la vandalización e incendio de la histórica casona de calle Álvarez. Aunque indispensable para recuperar algo del valor patrimonial que aún pervive en el barrio fundacional de Viña del Mar, cualquier proyecto de recuperación del inmueble llega tarde, una constante del Estado en estos temas.
La madrugada del 8 de diciembre de 2019, un incendio destruyó el 80% de la Casa Italia. El siniestro, según las últimas pesquisas, comenzó de forma intencional en una escala de acceso al segundo piso, donde un ocupante ilegal prendió un colchón y material de desecho. Las llamas se propagaron con rapidez al resto de la infraestructura, dañando principalmente el segundo y tercer piso. El responsable se encuentra en prisión preventiva desde su formalización, el miércoles 21 de abril, y la Fiscalía de Viña del Mar tiene hasta fines de agosto para reunir las pruebas necesarias que permitan aplicar una condena por el serio daño patrimonial ocasionado a la Ciudad Jardín.
Que el destino de la Casa de Italia se vea cruzado por casos de tinte policial y precariedades económicas revela una triste concatenación de hechos, que incluyen oportunismo político, despreocupación de las autoridades pertinentes, ineficiencia de las herramientas diseñadas para la protección del edificio, dejación del privado y desinterés de la comunidad viñamarina en general, que ha visto marchitarse, sin muchos reparos, a varios edificios históricos del llamado sector fundacional de la comuna.
La casona estaba llena de detalles góticos y románticos, como era la moda en los años 1914 y 1918, periodo en que fue construida por encargo del empresario Carlos Werner Rither, quien se había instalado en Viña del Mar por razones de salud. En 1950 fue comprada por Constantino Mustakis Kotsilini y luego, en 1966, adquirida por la colonia italiana, dirigida en ese tiempo por Ambrosio Montalbetti Machi. "Es depositaria de la memoria social de la ciudad, lugar que acogió significativas actividades sociales, culturales, recreativas y deportivas, abiertas a la comunidad", dice el decreto del Consejo de Monumentos Nacionales (CMN) que la declaró Monumento Histórico en 2017. Son palabras llenas de una amarga ironía, ahora que sabemos lo que pasó, apenas dos años después. Ante la preocupación que surgió por el inmueble en las últimas semanas, el mismo CMN le confiesa a este Diario que "la legislación actual -que tiene su origen en 1925 y cuya institucionalidad se oficializa con la ley de 1970- entrega a los propietarios de los Monumentos Históricos la responsabilidad de su mantención y conservación, pero no contempla su gestión y sostenibilidad en el tiempo". Las esperanzas están puestas en un nuevo proyecto de ley de Patrimonio Cultural, que actualmente se discute en el Congreso. Sin embargo, esta legislación llega tarde para la Casa de Italia y tantos otros monumentos y edificios históricos, cuyo deterioro es irreversible ante la falta de cuidado adecuado. Si este es el lamentable presente respecto de una casona, no existe mucho espacio para el optimismo ante desafíos mayores, como el que representa la declaratoria de Valparaíso como Patrimonio de la Humanidad.