Preocupaciones por el doble centralismo
Las provincias más alejadas de la capital regional, Valparaíso, se sienten marginadas y con una calidad menor de servicios públicos. Esta situación debe transformarse en uno de los grandes desafíos que aborde el próximo gobernador regional. Una serie de diálogos ciudadanos organizados por las universidades de Chile y Católica de Chile muestran un grave problema interno regional.
Bajo el influjo del ánimo constituyente abierto en noviembre de 2019, la Universidad de Chile y la Pontificia Universidad Católica organizaron una serie de diálogos sobre las preocupaciones de la gente en torno a una serie de temas, desde la relación con el medioambiente hasta las incertidumbres de la realidad económica pospandemia.
Con el nombre de Tenemos que Hablar de Chile (TQHDC), la plataforma universitaria permitió la participación de un centenar de personas, habitantes de 25 de las 38 comunas en la Región de Valparaíso, cuyos testimonios fueron recogidos y analizados por un equipo de especialistas, bajo la coordinación de Valentina Rosas, subdirectora de la iniciativa.
Aunque siempre es importante saber el parecer de los ciudadanos -a través de encuestas, elecciones o plebiscitos-, la característica distintiva de TQHDC es su alcance cualitativo, es decir, la capacidad de identificar ideas, convicciones, necesidades y preocupaciones, más allá de las opciones limitadas que existen en otro tipo de estudios.
Un ejemplo es que, pese a los duros golpes propinados por la pandemia, la mayoría de los participantes a nivel regional dice tener confianza en los años futuros, aunque plantea como una necesidad imperiosa la instalación de nuevas fórmulas de participación, que permitan a los ciudadanos sentir una influencia más directa en las políticas públicas que les afectan. Sin embargo, junto a esta mirada transversal, el estudio revela una incomodidad creciente de la población regional con lo que se ha llamado el doble centralismo. El fenómeno no es totalmente nuevo, ya que las críticas a la fuerza centrífuga que imprime la capital, Santiago, a todo lo que le rodea -y que arrastra con ella desde las opciones laborales a la ansiada autonomía económica- son un contenido habitual en las páginas de este Diario. El matiz surge por el reclamo cada vez más potente que levantan las provincias contra su capital, Valparaíso, centro del poder político regional al que también acusan de asfixiar oportunidades, consumir recursos, centralizar decisiones y poner objeciones antojadizas ante las urgencias de importancia local. "Las comunas que están más hacia los extremos comentan que se sienten marginadas muchas veces, que todo pasa en Valparaíso y que la calidad de los servicios a los que acceden es mucho menor a la que se da dentro de las grandes urbes", explica Valentina Rosas. En esa línea, ya existe un movimiento, con creciente apoyo político, que impulsa la división de este territorio en dos regiones: Valparaíso y Aconcagua. Las ideas de autonomía regional y provincial probablemente crecerán durante el trabajo de la Convención Constitucional y este doble centralismo que aqueja a los ciudadanos se transformará, con total seguridad, en uno de los desafíos que deberá abordar el próximo gobernador regional.