"Nuestro próximo paso será crear una orquesta sinfónica"
Los logros y proyectos de un incansable promotor de la formación musical de niños y jóvenes que a los 18 años era primer violín y se formó en el método Suzuki en Japón.
"En más de 25 años de trabajo, estoy orgulloso de poder decir que muchos de los alumnos del programa están formando parte de diversas orquestas profesionales en el país", subraya sin falsa modestia el violinista y director de la Orquesta de Cámara Viña del Mar, Pablo Araya Valenzuela, quien se declara "un convencido de que un instrumento musical en manos de un niño es sinónimo de esperanza".
Hijo de profesores -su madre de enseñanza básica y su padre de música en la Universidad Católica de Valparaíso-, a los ocho años ya estudiaba en el Conservatorio de la UCV, donde a los 18 fue el primer violín de la orquesta y también el músico más joven de la Orquesta Sinfónica de Viña del Mar, que dirigía el maestro Izidor Handler, luego de lo cual integró el conjunto de Música Antigua de la UCV, dirigido por el maestro Octavio Hasbún.
Tras titularse como profesor de música en la UCV, la vocación y la visión de la enseñanza de este exalumno del colegio Rubén Castro experimentaron una profunda transformación cuando, en 1994, ganó una beca de Sony para estudiar el método Suzuki en Japón. "Allí tuve el honor de compartir con el mismo Shinichi Suzuki y de maravillarme con este sorprendente método que se convirtió desde ese momento en el motor de mi profesión y formador de niños y jóvenes", refiere, en alusión a ese sistema integral para el aprendizaje de la ejecución instrumental.
De centro cultural a fundación
A su regreso comenzó a concretar una serie de iniciativas para la formación musical de niños y jóvenes, que partieron en el que fue su colegio, donde tiene un programa de violín y orquesta desde hace 28 años.
En 2001 nació el Centro cultural Jóvenes Violinistas. "Fue una forma de agrupar a mis alumnos de los distintos colegios y darles una identidad, un sentido de pertenencia". Y en 2017 surgió la idea de la Fundación Jóvenes Músicos, con el fin de reunir fondos y postular a proyectos para continuar acercando a niños y jóvenes las posibilidades de estudiar un instrumento.
"Actualmente la Fundación desarrolla el Encuentro Internacional Jóvenes Músicos, proyectos musicales en los colegios, orquestas infantiles, juveniles de cámara y sinfónicas. A través de ella podemos recibir donaciones de personas naturales o jurídicas, empresas privadas o instituciones públicas para apoyar y financiar la formación musical de los niños de sectores vulnerables", detalla en relación a este programa que puede conocerse a través de su página www.jovenesmusicos.cl.
Con la sinfónica en el horizonte
En este marco, Pablo Araya creó y dirige la Orquesta de Cámara Viña del Mar, cuya formación "responde a un proceso natural, pues a medida que los alumnos crecían, los años de estudio comenzaban a dar frutos en el desarrollo de sus talentos", propiciando el nacimiento de la agrupación, que ha realizado giras nacionales e internacionales "gracias, exclusivamente, a los recursos de cada uno de sus integrantes", puntualiza.
Dice que al comienzo tuvieron que lidiar con la falta de espacios para ensayar, salones donde presentarse y financiamiento. Hoy "mantenemos algunos de esos problemas y sumamos la falta de presentaciones por la pandemia. A pesar de lo anterior, debo reconocer el apoyo del Departamento de Cultura de la Municipalidad de Viña del Mar, la sala de concierto de DUOC de Valparaíso, el Aula Magna de la Universidad Federico Santa María y algunos colaboradores altruistas", remarca.
Pero las dificultades no logran derribar sus proyectos y aspiraciones. "Nuestro próximo paso -declara- será la creación de una orquesta sinfónica para dar una oportunidad de desarrollo profesional a los músicos de la región en su propia casa".
Encuentro internacional en pandemia
Un proyecto estrella de la Fundación es el Encuentro Internacional de Jóvenes Músicos, que desde hace 24 veranos reúne durante una semana a numerosas delegaciones de niños y profesores de Brasil, Argentina y diversas regiones del país.
Conciertos en calles, iglesias, Jardín Botánico y un gran concierto de clausura forman parte de la reunión en tiempos normales. Esta vez tuvo que ser virtual y significó "un tremendo desafío", que obligó a los organizadores "a modernizarnos y muchos a actualizar nuestros conocimientos computacionales, para motivar a través de la pantalla y con horarios especiales".
El resultado -dice- fue un encuentro diferente y muy especial, "donde pudimos hacer memoria de todo lo que hemos avanzado con los miles de alumnos que hemos podido reunir en estos 24 años, de lo aprendido, de reafirmar nuestros afectos y compromisos con el método y la formación de niños más felices gracias a la música".
Pablo Araya señala que el estudio de un instrumento musical desarrolla nuevas conexiones neuronales, hábitos y habilidades que después son aplicables a otros aspectos de la vida. Por ejemplo, reunirse con sus pares para lograr una meta común implica trabajo en equipo, tan importante no sólo en una orquesta sino en cualquier disciplina de la vida. Tanto como el apoyo de los padres en las distintas actividades y como poder presentar una oportunidad de desarrollo y una perspectiva profesional a niños y jóvenes de los sectores más vulnerables.
"La música es alimento para nuestro espíritu, sobre todo en los difíciles momentos que estamos viviendo. Los niños han expresado su felicidad de retomar el estudio, de compartir en torno a la música y de sentirse acompañados", resume. 2
Rosa Zamora Cabrera
rosa.zamora@mercuriovalpo.cl