Aplastante golpe de Sharp y el Frente Amplio
El alcalde de Valparaíso y sus exaliados tuvieron la noche más brillante de sus vidas políticas. Es de esperar que esta vez sepan aprovecharla. "Debe ser que existe un país que no estamos leyendo", decía ayer Mario Desbordes. Lo cierto es que hay una región que no hemos sido capaces de descifrar de forma constituyente ni municipal.
La democracia habló este fin de semana, tan fuerte y claro como fue posible de escuchar, y determinó que el alcalde Jorge Sharp ganó por paliza la reelección en Valparaíso, que la joven Macarena Ripamonti (RD) dio el golpe que tanto prometió para arrebatarle el sillón de Viña del Mar a Andrea Molina y ChileVamos, y que el Frente Amplio y la extrema izquierda también se impusieron en Villa Alemana (Javiera Toledo, independiente, ex Poder Ciudadano y exFA), Quilpué (Valeria Melipillán, CS), Casablanca (Francisco Riquelme, RD), San Antonio (Constanza Lizana, Ind. fuera de pacto) y la Gobernación Regional de la mano de ese tren imparable en el cual se terminó convirtiendo el vocero de Modatima, Rodrigo Mundaca (Ind. pro RD).
El caso de Sharp es decidor, por cuanto aunque las señales daban cuenta de un descontento generalizado en el Puerto con su administración, el abogado puntarenense ni siquiera vio amagado su implacable triunfo ni por tan solo un minuto. Podrá tener así otros cuatro años para buscar la consolidación de un proyecto que, al menos por los sufragios obtenidos, es lo que quieren los habitantes de Valparaíso para la ciudad. Por delante aún asoma la acusación por notable abandono de deberes, pero parece difícil que el Tribunal Electoral Regional (TER) opte por meterse en honduras o que los concejales que le acusaron (hoy todos fuera de combate, salvo Daniel Morales) se animen a seguir una batalla que desde ya se advierte sumamente compleja ante el nuevo Concejo que les espera.
La victoria de Ripamonti es aún más llamativa, dado que al frente tenía a una candidata de amplio recorrido y tonelaje, como era Molina. Sin embargo, parece ser que la mochila de cansancio legada por la administración de Reginato, sumada a una campaña aguachenta y que nunca llegó al corazón de la comunidad (solo basta ver el 75% de los "rostros" que incluyeron en el tramo final del proceso electoral), derivó en errores estratégicos, como concentrarse en Rodrigo Vattuone y el voto de Reñaca Bajo en vez de jugársela por focos de demandas como Santa Inés o los campamentos.
"Debe ser que existe un país que no estamos leyendo", decía ayer Mario Desbordes. Lo cierto es que hay una región que no hemos sido capaces de descifrar, ni desde buena parte de los polarizados miembros locales de la Convención Constituyente ni tampoco de la manera y el modo de llevar los municipios, utilizados más como refugio laboral para los miembros del partido que como plataformas de desarrollo y trabajo por los problemas reales de la gente.
Como dijimos al comienzo de este editorial, la democracia habló y fue meridianamente clara: los ciudadanos de la Región, al menos los que fueron a votar, quieren un rumbo más cercano a Sharp y al Frente Amplio que otra cosa.
No hay mucho más que discutir al respecto.