Lo raro y lo curioso
El fútbol, cada cierto tiempo, nos regala situaciones inéditas, épicas e inigualables. No es fácil dar con ellas: hay que ver cientos de partidos, desde Barnechea contra Melipilla, hasta llegar al Chelsea contra el City. Después de mucho rodaje, uno, a veces, se encuentra con el santo grial.
El miércoles di con uno de ellos. Debo reconocer que no soy muy amigo de la Europa League, versión Ali Express de la Champions, pero el hecho de que la final se juegue en la semana, le da ese gustito de hacer algo prohibido: ver el encuentro cuando, en realidad, debería estar trabajando.
Como si no fuera suficiente, este "sacrificio" tiene además sus recompensas. Durante la final entre el Villarreal y el Manchester United se dio un hecho que nunca pensé que alcanzaría a ver. Luego de empatar en el tiempo normal y en el suplementario, se dio paso a la ronda de penales. Aquí se produjo lo increíble: todos los jugadores marcaron, bueno, casi todos, 21 goles en línea, hasta que el arquero del Manchester United, David de Gea, último en la lista, se acordó que era español y falló.
Como alguien que está a punto de morir, luego de ese momento pasaron frente a mí algunos otros recuerdos extraordinarios que me ha tocado ver o vivir. Algunos en vivo y en directo, como el duelo entre Wanderers y La Serena en medio de una espesa niebla que impedía ver a los jugadores. Los pocos que llegamos a Playa Ancha nos enteramos del gol del visitante por el grito de sus jugadores, luego de eso, se suspendió el encuentro. Otro más, el reemplazo de un guardalíneas por una persona del público, claro, no era cualquiera, sino un árbitro retirado, si no me equivoco Gastón Castro, que con pantalón de tela, camisa y un sweater y zapatos de vestir, reemplazó al lesionado lineman en San Carlos de Apoquindo y se puso a levantar la bandera ante cualquier falta y offside. Así sumo, además, penales atajados por jugadores, discusiones entre jugadores e hinchas, fracturas espeluznantes, etcétera. Claro, ahora está todo en Youtube, Instagram o Twitter, pero nada como ser testigo directo y privilegiado.
Aún emocionado por la final jugada en Polonia, mi amigo Geoffrey, último hincha de Lota Schwager, me preguntó qué ocurría en el caso de que uno de los equipos termine el partido con menos de once jugadores y la tanda se extienda más de la cuenta. No le quise responder el email, pero ahora lo hago en esta columna: en ese caso, dice el reglamento, el otro equipo descartará tantos jugadores como sean necesarios para igualar el número, quedando en ambos la misma cantidad de tiradores. No hay castigo para el que tiene lesionados y expulsados. ¿Qué pasaba si anotaba De Gea? Se reiniciaba la ronda y podía variar el orden, aunque dudo que tenga la oportunidad de ver algo así.
Finalmente, si Galeano se define como un mendigo de buen fútbol que va por el mundo sombrero en mano, suplicando en los estadios: "Una linda jugadita, por amor de Dios". Yo, que no le llego ni a los talones, soy menos romántico y pido otro tipo de cosas, hechos extraordinarios, raros y curiosos como el de la final del miércoles y, cuando ocurren, al igual que el maestro, agradezco el milagro, sin importar el club o país.
PD. Mi más sentido pésame a los guardiolalovers, que además de tener que soportar mi columna, este sábado recibieron un mazazo de proporciones.
por WINSTON
agencia efe