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"Todo escrito es ficción, por lo tanto, todo texto es invento"

Acaba de publicar "Hoguera", que reúne once relatos, cada uno de los cuales se presenta acompañado de una ilustración alusiva a la materia de los sueños que los conforman.
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En Hoguera, un hombre decide construir una casa en medio de una naturaleza devastada, y ese libro él mismo lo escribió mientras construía "una casa de palos al borde de una quebrada", en el campo, cerca de Algarrobo, "a martillazos, con mucho sudor y lágrimas, cebollas con tomates asados" ¿Es como el sueño que sueña que sueña?

"Así es. Y aseverarlo es decir que no se sabe muy bien de qué se está hablando. Todo escrito es ficción. En la naturaleza, en la noche, en las estrellas, no hay palabras. Nos las hemos inventado nosotros. Por lo tanto, todo texto es invento, abstracción, así como, supuestamente, también lo son los sueños", responde el escritor, ilustrador y director del sello Erdosaín, Daniel Blanco Pantoja, quien con esta obra inaugura la colección De palabras de la editorial Escrito con Tiza.

Hoguera contiene once relatos, cada uno de los cuales se presenta acompañado de una ilustración vinculada a la materia de esos sueños, que el artista describe como "mensajes del tiempo, que tampoco tiene voz, no tiene verbo", a la vez que afirma que esa forma de percibir la escritura literaria "entrega una potente y virtualmente ilimitada fuente de recursos. Cada escritor ha encontrado su propia imagen, metáfora o alegoría para señalar su anti-método para exponer la frágil humanidad frente al milagro y misterio que es la vida".

La escritura es para él una forma de ciencia del conocimiento. "Es hermoso y paradójico que con la misma herramienta con la que construimos la realidad, el lenguaje, podamos evocar, hacer real en el pensamiento, fijarlo en caracteres en el papel, como quien atrapase un fantasma, los sueños. La literatura, para mí, debe ser parecida al sueño del Tiempo. ¿Qué veríamos acerca de nosotros en los sueños del Tiempo?", se pregunta.

"el arte no es la vida"

A la hora de explicar lo que busca transmitir a sus lectores, Daniel Blanco recurre al filósofo Walter Benjamin, quien escribió en una carta que "el sol del día era a la verdad histórica lo que las estrellas de la noche son al arte; las infinitas estrellas, que son soles, pero que no dan día, que no separan con su luz las cosas del mundo, sino que arden en la noche con su misterio que todo lo funde, en donde el conocimiento sólo puede ser recibido como revelación".

Dice que esa cita le sirve como un mapa de ruta especial para caminar por entre la bruma, la opacidad del presente. "Sí: es el erotismo, sin duda, lo que más quisiera poder transmitir. Es una alta vara, espero que en alguna medida se logre".

Blanco ha dicho que la gran función del arte es volver a plantear el mundo "como un lugar de milagros, increíble y sorprendente que no entendemos mucho". A eso suma otra idea afín al título del libro. "Del fuego sólo quedan cenizas. El artista toma la materia del mundo para hacer con ella algo que no es el mundo. El arte no es la vida, pero puede hablar de ella en formas que la vida no puede. El arte es abstracto, una invención humana, un residuo. No es útil en el sentido animal. No necesitamos arte para sobrevivir, pero el arte puede cambiar radicalmente la vida, a las personas, la cultura, la forma en que vivimos; y, de hecho, así ha sido en la historia de la civilización".

"pasé 15 años rebotando" El autor se ha definido como "un trabajador de los libros que desde

hace años los investiga, edita, dibuja y a veces los escribe", pero también es un músico que no concretó su vocación porque "si en Chile naces pobre y sin redes, y no tienes la posibilidad de asistir a instituciones para estudiar y hacer contactos, la tendrás bien complicada".

"Estuve bien metido en muchas cosas en una mezcla frenética de pasión y desesperación: a todos los trabajos siempre llegaba atrasado en relación con los talentos o preparación de mis compañeros, entonces cuando creía estar bien en algo, y que tal vez eso podría ser mi fuente de trabajo, una enorme decepción o falta de recursos me obligaba a probar suerte en otra cosa", relata

"Así me las pasé 15 años rebotando en un montón de cosas", agrega. Y como en todas ellas fue autodidacta, "tan sólo pude profesionalizarme en una, que es el mundillo de los libros, el editorial", sin tener tampoco muy claro por qué hace lo que hace.

"Más bien, y para no enloquecer, hago lo que puedo. E intento hacer mucho, poder mucho (…) Las revelaciones que la literatura puede darte son una enorme fuente de pasión y pulsión. Aquí estamos, vivos y coleando, en una casa a medio construir (un milagro que esté en pie) escribiendo, dibujando, editando".

Ventajas de escapar de la ciudad

Para el escritor, su labor de editor y de ilustrador "conviven horrible y angustiosamente", porque es demasiado trabajo, sobre todo si no es comercial. "No es fácil hacer un libro como autor, con la enorme exigencia que uno les aplica, y al mismo tiempo lidiar con la editorial que diriges, entablar y cuidar una relación con los autores y todas las burocracias que ello amerita. "Como ninguna de estas dos actividades da para pagar el costo de la vida, tienes que sumar infinitos 'pololos' que al final consumen todo tu día".

Escapar de la ciudad le ha ayudado mucho. "Aquí con cebollas y papas puedes hacer infinitos banquetes; el tiempo y el dinero escaso rinden tanto más que en la capital. Y el vino, en Chile, es bueno y barato", detalla este autor que no cree en la felicidad, ya que piensa que al igual que el amor y los conceptos de verdad, "todo aquello que debe alcanzarse y que no está en uno es una tiranía, cadenas para el desarrollo genuino del ser".

"La literatura y el estudio me han enseñado que no existe ni el bien ni el mal, ni ninguno de sus derivados binarios. Sí creo que existe lo bueno y lo malo para ciertas situaciones, que nunca son iguales para todos (…) Uno es el que es no más, y si acaso tengo alguna ética, es sentirse feliz con el derrotero, honrar la biografía, y que ella no sea dueña de tu futuro".

Daniel Blanco no tiene "expectativas ni horizonte más que estar atento a las señales de humo, a las migajas que me harán seguir internándome, irremediablemente, en lo que intuyo mi líquido destino: la selva sin retorno de la fortuna ciega. ¡Qué mejor destino para hacer literatura!" 2

Rosa Zamora Cabrera

rosa.zamora@mercuriovalpo.cl