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- ¿Y de la comunidad de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso, donde le corresponderá ejercer como Gran Canciller y máxima autoridad?

- Toda institución eclesial tiene como una de sus tareas, la de evangelizar. Espero que la Universidad lleve el mensaje de Jesucristo a esa juventud que acoge para prepararla profesionalmente. Espero que nos ayude en el diálogo fe-ciencia y fe-cultura, que es tan importante en los tiempos actuales. La Universidad puede ayudar mucho, sobre todo en Valparaíso, donde está la sede del Legislativo, puede ser un buen instrumento para dialogar con el mundo político también.

- El rector Claudio Elórtegui expresó su preocupación por la baja representatividad de las dirigencias universitarias, las conductas inadecuadas de algunas minorías, e hizo un mea culpa sobre la responsabilidad de las universidades en la falta de participación política de los jóvenes.

- Es verdad que lamentablemente los jóvenes se están absteniendo de participar en la construcción de la sociedad. Yo veo que si bien están muchas veces protestando por diferentes aspectos, que pueden ser muy justos, en el momento en que se les pide participar en unas elecciones, se abstienen. Es lamentable que el domingo 13 pocos jóvenes concurrieran a votar, que es la forma que tenemos de ir cambiando el rumbo del país. Y ellos no aprovechan ese instrumento que se nos otorga a todos. Los jóvenes tienen una visión que puede ser interesante de tener en cuenta, pero deben también mostrar ese interés a través de instrumentos como las elecciones.

ABUSOS SEXUALES: UNA HERIDA ABIERTA

- El Informe Latinobarómetro 2020 revela que entre 1995 y 2020 cayó del 74% al 51% el porcentaje de chilenos que se declara católico, y la encuesta CEP 2020 registra una confianza de sólo 14% en la Iglesia. ¿Hasta dónde inciden los casos de abusos sexuales que han quedado al descubierto?

- Es verdad que el porcentaje de personas que se declaran católicas ha bajado. Pero por otro lado, ha aparecido una infinidad de otras formas de vivir la espiritualidad, como grupos venidos del Oriente que han entusiasmado a mucha gente. Esa baja no significa que la gente esté perdiendo la fe en Dios, porque sigue creyendo en Él, y de hecho los santuarios están acogiendo a miles de personas. Yo no quiero que esto se interprete como una justificación. Es verdad que los casos de abusos nos han afectado mucho. Han sido una herida muy profunda que se ha abierto, no solo en la Iglesia institucional, sino también en el pueblo de Dios, al darse cuenta de que algunos de los pastores en los cuales ellos confiaban al final tenían una doble vida. Pienso que nos ha afectado sobre todo en el ámbito juvenil porque muchos jóvenes, a pesar de ser creyentes, se han apartado de las prácticas religiosas.

- ¿Usted aplicará tolerancia cero ante casos como estos que puedan aparecer en la Diócesis?

- Lógico, eso es lo más natural, que tengamos tolerancia cero. Ante cada caso que sea denunciado vamos a realizar la investigación correspondiente y a seguir los procesos que la Iglesia nos pide. No vamos a andar encubriendo personas.

- Por otra parte, llama la atención que a pesar de la baja en el número de católicos, devociones como la de la Virgen de Lo Vásquez no pierden masividad. ¿El poder de la fe?

-El ser humano es por naturaleza una persona que necesita relacionarse con Dios y puede hacerlo de muchas maneras. Una de las formas es concurrir a los santuarios donde puede encontrarse con el Señor, y en el caso del Santuario de Lo Vásquez, a través de María. El pueblo chileno es muy mariano, todos los santuarios marianos tienen una gran convocatoria.

Restricciones y cortocircuito covid

- ¿Cuál es su percepción sobre el manejo de la pandemia y de la crisis económica que afecta a casi toda la población?

- Creo que se ha cometido una gran injusticia y muchas personas están sufriendo. No pienso solo en los católicos o el mundo religioso, sino también en las pymes. ¡Cuántos pequeños empresarios han quebrado porque no los dejan trabajar! Solamente se considera trabajo esencial el de las grandes empresas, pero a un señor que tiene una pequeña imprenta con la cual alimenta a su familia, no le permiten trabajar. Y al final le mandan un bono que para mí lo hace más indigno. Creo que con el mundo religioso -y no solo con los católicos- han sido muy injustos. Dependiendo de la fase, en un templo se permite un aforo de 10 personas, mientras que en una sucursal bancaria, que es mucho más chica que nuestra Catedral en Illapel, puede haber 60. Aquí ha habido un abuso de poder muy grande por parte del Gobierno. Debe haber ciertas restricciones, distanciamiento sanitario, perfecto, pero de ahí a que en algunos lugares prácticamente no puedan entrar personas, creo que es lamentable.

- Entonces debe estar menos de acuerdo todavía con la solución del cortocircuito covid que sugiere el Colegio Médico para las zonas más afectadas: tres semanas de restricción total incluido el transporte público.

- Me da la impresión de que eso no va a resultar. Pienso en las personas que son independientes, en las pymes. ¿Cómo van a llevar esas personas el alimento a sus hogares? Están diciendo que habría que suspender el transporte público. ¿Y qué pasa con los pobres? ¿Cómo lo van a hacer?

- ¿Que todos se queden en la casa y el Estado entregue la plata que requieren?

- Yo creo que sería la quiebra del Estado también. A nosotros los sacerdotes no nos llegan ayudas del Estado. A mí no me llegó mercadería y a mis sacerdotes no les llegaron casi cajas. Eso va a ser para algunos. Conozco muchos casos de personas a quienes no les llegó la ayuda que era universal. Eso es una utopía.

El estallido, la convención y los 34

- ¿Qué cambios fundamentales cree que requiere el país a la luz de las encíclicas del Papa sobre el Medio Ambiente y sobre la Fraternidad y la Amistad Social?

- Estoy convencido de que debemos poner nuestra mirada en el ámbito ecológico. Como país somos reconocidos por nuestra situación económica en la región, ¿pero a costa de qué? Hemos destruido nuestro medio ambiente, no lo podemos negar. La minería, con todo el progreso que trae, también afecta el entorno, al igual que la pesca industrial, por ejemplo. Debemos saber equilibrar y manejar nuestros recursos naturales, que son limitados. También quienes no somos mineros ni pescadores debemos utilizar los recursos responsablemente, porque protestamos contra la minería, pero cada año cambiamos el celular; para cada campeonato de fútbol hacemos lo mismo con el televisor, queremos renovar el auto cada año. Estamos inmersos en un consumismo tan grande que nos está llevando a la destrucción de la naturaleza. Tenemos que unirnos para proteger esta casa común que es la Tierra y que no tiene repuesto.

- ¿En su condición de obispo, cómo ha interpretado el estallido social de 2019?

- Hacía tiempo que los obispos veníamos diciendo que aquí había un problema latente. Incluso escribimos la carta pastoral Chile, una mesa para todos, en que mostrábamos este conflicto. Nadie nos escuchó ni nos hizo caso. Sí me sorprendió la violencia de este estallido social, la verdad es que no la esperaba, y me dolió mucho porque quienes más sufrieron fueron las personas con menos recursos, que en Santiago son quienes más utilizan el metro, por ejemplo. Me dolió que se haya destruido la fuente laboral de muchas personas y parte de la historia de nuestro país. ¡Cuántos museos y objetos de arte, patrimonio de todos, fueron afectados! Pueden haber sido reivindicaciones hasta justas, pero cuando se destruye el bien del otro, esa reivindicación se transforma, creo yo, en una injusticia.

- ¿Qué espera de la Convención Constitucional que está próxima a iniciar su labor?

- Espero que todas las personas que fueron elegidas, con altura de miras y no guiadas por ideologías, busquen el bien común de quienes habitamos esta tierra llamada Chile y establezcan el marco por donde podamos caminar.

- ¿Qué opina sobre el llamado de los 34 constituyentes que instaron a no subordinarse al acuerdo del 15 de noviembre, que dio origen al proceso en que fueron elegidos para participar?

- Yo quedé totalmente sorprendido con un llamado de ese estilo, porque eso demuestra en ellos un doble discurso, ya que para ser elegidos miembros de la Convención tuvieron un discurso que cambiaron al ganar la elección. Hace años el Papa Benedicto anunció que íbamos a vivir una época de relativismo y eso se está concretando ahora. La palabra es relativa, no vale, no somos personas de palabra, tenemos un doble discurso. Ellos mismos criticaban a los políticos de larga tradición de que no eran consecuentes con su palabra. Hoy los 34 están cayendo en las mismas redes.

VIVIR EN UNA MAYOR FRATERNIDAD

- ¿Le sorprende el apoyo que tiene el matrimonio igualitario en la sociedad chilena?

- No sabría decir si gran parte de la sociedad chilena está de acuerdo. A veces los medios de comunicación se hacen portavoces de minorías. Por lo que converso con la gente, tengo mis dudas de que haya una mayoría a favor.

- Lo dicen las encuestas: 74% lo apoya según la última Cadem.

- Muchas veces nos dejamos guiar por lo que dicen los medios. Si dicen que el color amarillo es más bonito que el verde, vamos a empezar a opinar que así es. Nos cuesta empezar a pensar con la lógica. Y antropológicamente en este caso.

- La pandemia también habrá golpeado duramente a la Iglesia en lo económico. ¿Cómo se han podido arreglar con sus actividades y sus obras?

-En la Prelatura de Illapel nos hemos arreglado por dos vías. Teníamos algunos recursos ahorrados en el obispado y para sustentar a los sacerdotes hemos tenido que recurrir a esos ahorros, porque no podíamos tener misas ni sacramentos. Pero el pueblo de Dios, y esto lo valoro enormemente, se dio cuenta de las necesidades de sus parroquias y ha entregado donaciones para sustentar al sacerdote y a los pobres. A la Catedral permanentemente están llegando cajas para los pobres. No hemos dejado de entregarlas y son productos que la gente nos dona. Estoy admirado de cómo ha respondido en esta circunstancia. Para mí ha sido muy edificante.

- ¿Cómo espera que sea el Chile post pandemia?

- Me acuerdo de que cuando comenzó la pandemia se decía que íbamos a cambiar y a ser mejores. Parece que no estamos cumpliendo esos propósitos y yo espero que lo hagamos: ser más fraternales, saber cuidar la naturaleza, vivir la ecología, estar preocupados del otro e ir al encuentro de los que están desvalidos. Vivir en una mayor fraternidad humana y no en ese individualismo que nos ha llevado el consumismo de las últimas décadas. 2

Los casos de abusos nos han afectado mucho. Han sido una herida muy profunda que se ha abierto, no solo en la Iglesia institucional, sino también en el pueblo de Dios, al darse cuenta de que algunos de los pastores en los cuales ellos confiaban al final tenían una doble vida".

En Illapel soy conocido por protestar (por restricciones en pandemia), sobre todo al final de la misa del domingo. Creo que se ha cometido una gran injusticia y muchas personas están sufriendo. No pienso solo en el mundo religioso, sino también en las pymes".

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La consecuencia de los cristianos de angola, la guerra y otros recuerdos

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Tras aprender portugués, idioma oficial de Angola, el obispo Vega estuvo en ese país entre noviembre de 1985 y fines de 1999. Primero en misiones en el interior, donde entre dos o tres sacerdotes atendían a los fieles de decenas de aldeas, "pero no podíamos llegar a otras por la guerra, y teníamos un tercer sector del que no sabíamos nada porque estábamos totalmente desconectados". Luego, los últimos cinco años, fue el primer rector del seminario angoleño.

- ¿Qué echa de menos del país que dejó atrás?

- Una de las cosas que siempre me llamó la atención de los cristianos de Angola era el compromiso que tenían con su fe. Allá ser cristiano no era fácil. Para serlo tenían que romper muchas barreras propias de sus tradiciones, que estaban en su ADN, y además en ese tiempo había un gobierno de ideología marxista que perseguía a los cristianos. Todo esto los llevaba a ser mucho más consecuentes con su fe. Eso echo de menos, la consecuencia de fe de muchos de ellos. Eso, en la parte espiritual…

- ¿Y en la parte humana?

- Me encantaban las comidas que preparaban, salvo dos o tres; me gustaba ir al pueblo a comer funge con alguna salsa propia de allá. Son productos que aquí no se dan. El funge es un subproducto de la mandioca, un tubérculo semejante a la papa, a la que se le saca la cáscara y se pone en agua corriente durante un par de días. Después se deja secar como los huesillos, y luego se muele, se hace harina y se le agrega agua. Queda como un engrudo que se come y tiene el sabor de la salsa que lo acompañe, que puede ser de pescado, de verduras, con carne de res…a mí me encantaba.

- En medio de la guerra civil y de una situación tan delicada, ¿las misiones fueron objeto de ataque alguna vez?

- Los templos no los atacaban, pensemos que ellos eran muy temerosos de lo religioso, pero sí me tocó estar bajo fuego varias veces. En una de esas misiones yo vivía en la periferia de un pueblo que una vez fue atacado por la guerrilla, y el ataque lo lanzaron desde atrás del muro de la misión. Nosotros, escondidos debajo de las mesas y las camas, veíamos cómo las balas, los obuses y cosas por el estilo cruzaban de un lado a otro nuestras casas por el techo. Otra vez caí en una emboscada en la carretera; ahí sí que nos salvamos por poco y casi no contamos el cuento. Un tiempo estuvimos en manos de la guerrilla, llegaba la aviación del gobierno y nos bombardeaba. Me tocó varias veces estar bajo fuego. 2