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Sobrevivientes viñamarinas

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Frederick Sage & Co. Ltd. era una empresa constructora con oficinas en la calle Prat de Valparaíso y con sede principal en Londres. Fundada en 1860, estableció sucursales en Argentina y posteriormente en Chile, en este puerto. En los años 20 del siglo pasado sus constructores y arquitectos ejecutaron importantes obras en la ciudad como el Banco Londres, el edificio Grace y las oficinas de grandes empresas, todas desaparecidas.

Pero también se dedicaron a la construcción de casas en Viña del Mar, importantes residencias del estilo llamado Tudor, con exteriores conformados por entramado de vigas que pintadas de color oscuro contrastaban con muros claros. Remataban sus elevados techos chimeneas de rojo ladrillo. Si bien los constructores eran ingleses y los propietarios, generalmente, gringos nostálgicos en este fin del mundo, estas edificaciones en su origen corresponden a los campos de Europa continental, estilo difundido posteriormente en Gran Bretaña que se dedicó a exportarlo, tal ocurre con él te, producto del lejano oriente que nos llegó vía Liverpool, por así decirlo, y se instaló en Chile para siempre.

Pero volvamos a nuestras casas Tudor que tenían y tienen el mérito de ser bien construidas y muy sólidas. Han resistido terremotos diversos… pero no han resistido la picota del progreso y han caído despiadadamente arrasadas para dar paso a construcciones en altura que, apostamos, no van a pasar a la historia de la arquitectura, pero resultan bastante más rentables que una linda mansión rodeada de hermoso jardín, esos que en un pasado no tan lejano dieron a Viña del Mar el nombre de Ciudad Jardín.

Esa denominación corresponde al concepto de Ebenezer Howard, un gringo también, precursor en esto de lo verde, que desarrolló el concepto de una urbanización acompañada de vegetación. El término importado, sin registro de propiedad intelectual, le salió gratis a Viña del Mar, no como otros más recientes y más costosos… pero no hay para que revolver heridas.

El milagro

Varias de esas casas Tudor desaparecidas se ubicaban dignamente en Dos Oriente, entre Cuatro y Cinco Norte. Allí solo una sobrevive. Otra se mantiene vigente y en buen estado en Cinco Norte con Cinco Oriente. Con varios propietarios, uno de ellos el fallecido empresario Héctor Braun. Felizmente, sin fecha de término, hoy es la sede local del Opus Dei. Evidente milagro patrimonial de San Josemaría.

Otra sobreviviente se ubica en Miraflores y es sede de la Escuela de Periodismo de la Universidad Católica de Valparaíso. Hasta los años 70 del siglo pasado fue residencia del abogado y senador Beltrán Urenda. En algún momento, blanco de un fallido atentado.

La tendencia a importar modelos europeos de vivienda, dejando de lado estilos originarios -palabra de moda- o coloniales de sello español, es antigua y se advertía ya en la naciente comuna de Viña del Mar, según describe Vicuña Mackenna es una de sus obras en 1877. Nos presenta la calle Álvarez con su "primer chalet, en forma de pequeña fortaleza, pertenece al señor Leandro Ramírez, inteligente y rico constructor de Santiago; el segundo, más modesto, pero no sin gracia y rodeado de un hermoso jardín, es el retiro de Túsculo del más elegante de nuestros oradores parlamentarios; el tercero un vistoso edificio de estilo alemán, o más bien prusiano con minaretes militares, perteneciente a conocido negociante de Valparaíso, don Eduardo Bierwith…".

En fin, este copuchento y siempre entretenido Vicuña Mackenna hace un inventario de propiedades precursoras de Viña del Mar que marcaron un estilo de ciudad que nos evoca lo que el viento se llevó.

El estilo de bungalows o chalets con jardín prolifera a principios del siglo XX con arquitectura refinada. Norteamericanos e ingleses fueron los grandes difusores de ese estilo en las ciudades costeras con bow windows, bay windows o verandas. Este tipo de construcciones sufren alteraciones en el diseño o materialidad para hacer frente al clima y por la disponibilidad de recursos, usando las maderas como material predominante.

La huella alemana

Quedémonos en el estilo alemán y llegamos a un condominio aún vigente en la calle Cuatro Oriente, entre Cuatro y Cinco Norte. Se hablaba de las casas del Banco Alemán, víctima de la Segunda Guerra Mundial, que lo habría financiado.

El conjunto de viviendas obedece a la idea de "ciudad jardín", una de las propuestas que surgen como respuesta a los estragos que causó la revolución industrial y que impactaron en la calidad de las viviendas, carentes de condiciones mínimas de habitabilidad, donde también se critica la falta de espacios verdes, de jardines. En cuanto al estilo, se corresponde con obras que se anticipan al movimiento moderno alemán: edificios funcionales, volúmenes simples, pero imponentes por su materialidad y envergadura. Sobrios y elegantes en su decoración, pero sin los excesos de los periodos anteriores. La adaptación al clima alemán es clara: el ángulo del techo hace que escurra el agua y no se acumule la nieve, condiciones que no se dan en Chile.

En algún momento ese sector pudo haber sido declarado zona típica. Vea usted. Casi al frente del condominio germano sobreviviente se ubicaba una caballeriza con pesebreras y habitaciones para el personal.

Otra estaba a pocos metros y era parte del gran conjunto formado por parque, vivero de plantas y palacio de la Quinta Rioja.

La parte superior de su portón estaba rematada por la efigie de la cabeza de un caballo. En un esquina cercana se ubicaba un pequeña y original casita, obra rupturista cuando se construyó, del destacado arquitecto Dávila Carson, el mismo del maltratado Cap Ducal.

Demoliciones varias. Lo típico desapareció. Un edificio levantado donde estaba la casita aquella sucumbió en un terremoto, pero el terreno estaba y apareció uno nuevo.

Avanzando en el tiempo llegamos a los años 30 o 40 del siglo pasado, a la vivienda moderna caracterizada por la ausencia de detalles decorativos; se alternan los ángulos ortogonales con muros curvos y ventanas circulares. Los techos ya no tienen pendiente y son reemplazados por lozas que ofician de terrazas, pero que mal impermeabilizadas dan paso a eternas goteras.

Varias de estas viviendas subsisten en Viña del Mar, algunas de grandes dimensiones en calle Errázuriz junto a la Quinta Vergara y una en Cinco Norte, sector poniente, convertida en hostal.

Esta última es un proyecto del destacado arquitecto Italo Sasso, precursor en los años 20 del siglo pasado y autor de importantes edificios en el sector del cerro Santa Lucía de Santiago, enmarcados en la tendencia moderna de la arquitectura, junto al conocido Edificio Barco.

Construcciones sobrevivientes en Viña del Mar, expuestas al tentador demonio del elevado valor del metro cuadrado -alrededor de unas 64 UF por cada uno de ellos, multiplique usted por casi $30.000, por ejemplo-, que para los inversionistas no resulta tan alto considerando que de una superficie donde se ubicaba solo una linda casita se puede levantar un edificio de discreta apariencia, pero con decenas de rentables departamentos.

por segismundo