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La República Independiente

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La República Independiente de Playa Ancha. Más que barrio, un lugar de Valparaíso con identidad propia y que en estos tiempos de delirios plurinacionales bien podría postular a la autodeterminación.

Playa Ancha, allá donde termina Valparaíso o donde comienza, lugar donde se puede desarrollar una vida completa, desde el nacimiento hasta el ineludible viaje final. Todo ello sin moverse de los límites del barrio, donde es posible estudiar, hasta obtener un título universitario y desarrollar la vida en soledad o generando una familia.

Playa Ancha incluye en su patrimonio humano destacadas figuras de las letras que toman el barrio como protagonista.

Tenemos, en primera línea, al escritor Carlos León, una de cuya obras se titula, precisamente El Hombre de Playa Ancha. Compartía su oficio de abogado y de profesor de Filosofía del derecho de la Universidad de Valparaíso y antes de la sede porteña de la Universidad de Chile, con una condición de entretenido y a la vez profundo narrador.

Ennio Moltedo, el poeta, al presentarlo en uno de esos selectos breviarios editados por la Universidad de Valparaíso expresa que "el latir de las páginas de Carlos es uno solo y transcurre sin descanso, sin apuro ni desmayos. Viene a significarla representación dinámica de un pequeño mundo que él supo transportar, lo cotidiano y coloquial, hacia un devenir superior y estable".

Presentando esa condición fundamentalmente humana de quienes realizan "ocupaciones menores", nos presenta en breves líneas el fracaso sentimental de Don Alberto S… obrero municipal encargado del Jardín San Pedro de Playa Ancha. Encuentra en el caso de este galán rechazado "un misterioso matiz de la injusticia".

Columnista del diario La Estrella, en pocas líneas entregaba sus recuerdos de barrio y sus experiencias universitarias, a veces con algunas indiscreciones, pero siempre situando en primer plano el valor de mínimas vivencias.

Carlos León, fallecido en 1988, recibió importantes distinciones en el no siempre generoso mundo de las letras, pero más que títulos de esos que cuelgan en los muros, lo que sobrevive es su mundo creativo de El hombre de Playa Ancha.

Barrio universal

Y subiendo por Gran Bretaña, por Taqueadero, por Carampangue o por el Ascensor Artillería nos saluda otro hombre de letras playanchino, Hugo Rolando Cortés, fallecido en 2008, también miembro correspondiente de la Academia, profesor de castellano y periodista. En medio de las decenas de artículos que escribió para este Diario, encontramos, era de esperar, muchos dedicados a su barrio al que otorga un evidente valor universal, compartiendo sus recuerdos, rincones y personajes.

Escribe Cortés sobre su lugar de origen que "para el nacido en él, desde la calle Carampangue, que lo separa de su vecino Arrayán, hasta la Piedra Feliz, final de su geografía, no muy feliz que digamos, y estirado su dominio cerro arriba, camino de Laguna Verde, le parece único y de privilegios insuperables. Algo así como una pequeña patria".

Habla este otro "Hombre de Playa Ancha" del Paseo 21 de Mayo, de las quintas de recreo vecinas al estadio para pasar las penas del futbol y también las de algún funeral en el vecino Cementerio Tres, que como otros camposantos porteños, se asoma al mar. Ahí están la Quinta Roma, la Quinta Capri y, nada original, el "Quitapenas".

Y este cerro, que es mucho más que un barrio, tiene su casa misteriosa "enigma intencionado de la imaginación, sobre la cual se tejen historias descomunales que nadie es capaz de explicar". La leyenda que consigna Cortés habla de dos bellas mujeres desfiguradas en un incendio:

"Gruesos cortinajes sellaron su existencia. Era necesario huir de las miradas indiscretas. Lentamente, sin embargo, el tiempo hizo su obra de conformidad ante el martirio. Tiempo después, de madrugada, discretos huéspedes, conductores de pomposos carruajes y elegantes tenidas, visitaban de noche en noche a las desdichadas hermanas. Aunque nunca, nadie les vio. Las mujeres se desplazaban por la casa sin hacer ruido, sigilosamente, en la penumbra, que los pesados cortinajes ayudaban a echar sombras sobre sus rostros desfigurados. Hasta que, imperceptible y misteriosamente, desaparecieron, y su casona, la casa misteriosa, entró en la leyenda de Playa Ancha".

Casas de playa ancha

Pero otras casas de Playa Ancha siguen vigentes, descubiertas, como patrimonio milagrosamente conservado, por la arquitecta y profesora de la Universidad de Valparaíso Myriam Waisberg, ya fallecida, quien junto a un grupo de colaboradores elaboró un completo estudio, rescatando antiguos planos y retrocediendo en la historia cuando afirma que "tres siglos de desarrollos han ido componiendo la historia urbana de Playa Ancha".

Estas centenarias viviendas, reconvertidas algunas en oficinas institucionales, conservan la impronta, elegancia y nobleza propias de su diseño original. Algunas de ellas fueron proyectadas por prestigiosos profesionales como Esteban Orlando Harrington, Carlos Claussen o la oficina de los arquitectos Arnoldo Barison y Renato Schiavon. No obstante, todas se enmarcan en un mismo estilo, empleado para viviendas tipo chalet, con jardín, resueltas casi enteramente en madera. En el puerto se opta en algunos casos, no obstante, por el típico revestimiento exterior de plancha metálica o 'calamina'. Se trata de un estilo ecléctico, con rasgos neoclásicos e historicistas, que proliferó en diversas urbes del continente americano, asociado a una clase acomodada. Son especialmente características de este estilo las ventanas tipo bow window, la ornamentación o las verandas, así como lo imponente de su volumetría. A la belleza del diseño se añade la calidad de los materiales y su puesta en obra, lo que explica en parte que sobrevivan al paso del tiempo, a pesar del grado de vulnerabilidad que muchas de ellas exhiben.

En una estas hermosas construcciones residió Roberto Hernández Cornejo, periodista, infatigable cronista de Valparaíso y exdirector de la Biblioteca Severín.

A sus títulos y evocaciones Playa Ancha suma la realización de un precursor trasplante cardíaco, su estadio y el Museo Marítimo Nacional. Como gran escenario de las fondas de Fiestas Patrias del Parque Alejo Barrios, no se puede olvidar aquel viejo tema de Los Cuatro Huasos que canta penas de amor:

Abran quincha, abran quincha, abran cancha

Al ladito del cerro El Pilar

Se me ha ido con otro a Playa Ancha

Y mi negra no me quiere más…

por segismundo