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14 de julio de 1790 ¡Viva el Rey!

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El paso del tiempo hizo que el 14 de julio de 1789 entrara en una nebulosa que distorsionó los hechos hasta transformarlos en una lucha del pueblo contra la monarquía. Sin embargo, la historia de los grandes acontecimientos siempre es mucho más compleja".

Una Ante un nuevo aniversario de la revolución francesa, este acontecimiento pareciera no perder vigencia, puesto que resurge ante cada acontecimiento revolucionario. La misma vinculación que han hecho los constituyentes del 18 de octubre con la Asamblea, nos conduce a esta búsqueda de querer forzar la historia y otorgarle un relato propio, como se ha hecho innumerables veces con lo ocurrido en Francia. Esto, porque nos quedamos con la cáscara o la versión simplificada de lo ocurrido ahí. Por esta razón, vale la pena rescatar una crónica del primer aniversario de la revolución que puede cambiar nuestra mirada sobre este hecho.

El rescate de este particular evento fue publicado a raíz de un nuevo aniversario de la revolución, hace exactamente un siglo, en el desaparecido diario La Unión de Valparaíso. Aunque no aparece la fuente de dónde se obtuvo, seguramente, debió haber sido traducido de algún periódico galo, como tradicionalmente se hacía en esa época.

Un primer dato interesante es que quienes fueron parte de este primer aniversario asumían que la revolución del 14 de julio de 1789 era un acontecimiento clave en la historia de la humanidad, el inicio de una nueva era.

El lugar escogido para esa primera celebración fue el palacio de las Tullerías, donde, además del monarca, participaron miembros de la municipalidad, la Asamblea, un batallón de niños armados y representantes del pueblo.

Un magnífico anfiteatro estaba destinado para las autoridades nacionales: el Rey y el presidente de la Asamblea, quienes se sentaron en dos sillones iguales, uno al lado del otro. Los ministros, a poca distancia, y los diputados a los costados. 400 mil espectadores llenaban los anfiteatros laterales, 70 mil soldados armados hacían movimientos en un campamento intermedio, mientras que en el centro, sobre un pedestal, se elevaba el Altar de la Patria.

Dentro de los invitados, 300 sacerdotes estaban convocados para oficiar una misa ese día. Terminada esta ceremonia, el marqués de Lafayette, general del ejército revolucionario, se presentó a recibir las órdenes del rey, quien le confió la fórmula del juramento. El general, el ejército, el presidente de la Asamblea y los diputados gritaron todos: ¡Lo juramos! En tanto, el monarca, de pie y con la mano extendida hacia el altar, dijo: "Yo, el rey de los franceses, juro emplear el poder que me ha delegado el Acta Constitucional del Estado, en mantener la constitución decretada por la Asamblea Nacional y aceptada por mí".

Acto seguido, dice la crónica, impulsada la reina por el movimiento general, tomó en sus manos a su hijo, heredero del trono y desde el balcón lo presentó con cariño ante el inmenso público. Frente a este acto, resonaron gritos de alegría, de amor y entusiasmo que saludaban a la madre y al niño.

Por la noche se dio en París una magnífica fiesta, siendo los principales puntos de reunión los campos Elíseos y la Bastilla. En el terreno de esta antigua prisión del Estado, se había escrito con grandes letras: "Aquí se baila". Junto con esto, preciosos juegos artificiales reemplazaban la luz del día. En los campos Elíseos, confundidas todas las clases, parecía reinar la fraternidad más cordial "¡Desgraciadamente aquellas horas dichosas fueron fugaces!", concluye la crónica.

El historiador Jean-Clément Martin en su Nueva Historia de La Revolución Francesa, aclara que esta unión del primer año no fue más que una fachada. De hecho, al año siguiente, el rey fue capturado tratando de huir de Francia y el 16 de enero, 387 diputados, contra 334, determinaron la pena capital para Luis XVI, que se hizo efectiva en el mismo lugar donde antes todos festejaban la revolución. A pesar de la presión del público, apunta Martin, la mitad de los diputados expresó su rechazo a la pena capital, cosa que los terminó estigmatizando.

El paso del tiempo hizo que el 14 de julio de 1789 entrara en una nebulosa que distorsionó y simplificó los hechos hasta transformarlos en una lucha del pueblo contra la monarquía. Sin embargo, como podemos ver, la historia de los grandes acontecimientos siempre es mucho más compleja, no solo por la cantidad de variables en juego, sino además porque siempre está siendo jaloneada por intereses e ideologías en su propio beneficio, tal como ocurre con el 18 de octubre de 2019. 2

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Los fantasmas

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No está claro si el miedo -en la derecha- o la competitividad extrema -en el caso de Jadue y Boric- serán incentivos suficientes para que los chilenos se levanten, salgan de sus casas y vayan a votar".

Tamares. Érase una vez un Ricardo Lagos Escobar que en 1999 se enfrentaba a primarias contra el DC Andrés Zaldívar. Ambos políticos de fuste, con sendas maquinarias electorales detrás, líderes del regreso a la democracia, no previeron que la campaña se iba a tornar, poco a poco, en color hormiga y que aquello tendría secuelas.

Así comenzó la campaña presidencial de ese año, en la que Lagos después enfrentaría -en su coalición creían que de manera fácil y holgada- a un recién llegado Joaquín Lavín (UDI).

Sin embargo, pocos previeron que la campaña destemplada de las primarias y la gran diferencia por la que Lagos se impuso a Zaldívar, complicaría el inicio de su propuesta presidencial y le daría ventaja al abanderado de la entonces Alianza. De hecho, los ánimos quedaron tan dolidos por parte de la DC, que a Lagos le costó lograr que ese partido limpiara sus heridas y decidiera sumarse a sus actividades.

Durante todo ese tiempo, mientras el progresismo le hacía "cariñitos" a la DC para que se subiera al carro laguista, Joaquín Lavín hacía campaña como si el diablo lo fuera persiguiendo, instalaba su marca del "cambio" y se alejaba de la figura de Pinochet.

Llegó así la elección. Y, pese a la confianza, Lavín por poco empató a Lagos y, por primera vez en la historia de Chile, tuvimos segunda vuelta.

20 años después, hoy los chilenos se enfrentan nuevamente a una elección primaria. Con cambios tanto de forma como de fondo, lo cierto es que las similitudes también son relevantes, no solo por la presencia de Lavín en el panorama, sino también por otros elementos.

Aun cuando ahora la centroizquierda -ex Concertación- estará ausente de las papeletas, la virulencia instalada en la campaña de Apruebo Dignidad -entre sus abanderados, Daniel Jadue (PC) y Gabriel Boric (FA)- llama a la memoria, sobre todo cuando insisten en utilizar una técnica que no ha dado resultados: una operación centrada en la violencia simbólica entre ambos candidatos, poniendo énfasis en acusar al contrincante, más que las propuestas de uno u otro.

De hecho, las palabras de Jadue culpando a Boric y su coalición de ser responsables de la existencia de presos políticos fue la gota que rebasó el vaso. Y desde el FA no tardaron en responderle, acusándolo de perpetrar una "campaña sucia".

Lo difícil es que, a partir de mañana lunes, quien gane la primaria, ya sea Boric o Jadue, deberá sumar a su contrincante a la campaña de verdad, a la que podría dirigirlos a La Moneda. Así, deberán enfocarse en limar asperezas y emprender un rumbo juntos. Pero, luego de todo lo dicho durante estas semanas, no queda claro cómo se sanarán esas heridas -además de cuánto demorará ese proceso- y, en buen chileno, con qué cara iniciarán esta aventura en la que deberán convencer al electorado de que son compañeros y no enemigos, que la coalición en realidad es una y que puede asegurar gobernabilidad para un futuro gobierno.

Por el lado de la derecha, las recetas antiguas también han vuelto a la mesa y, si bien los "encontrones" han sido menos y en menor grado, lo cierto es que todos los precandidatos han concentrado gran parte de la campaña en satanizar a la izquierda. Por esa vía, han intentado -una vez más- instalar el miedo como fenómeno movilizador, lo que históricamente en Chile no ha funcionado.

De hecho, a partir del "susto" de los votantes, la derecha ha intentado paliar el otro conflicto asociado a esta elección: la posibilidad de que los chilenos se resten de participar. La propia extimonel UDI, Jacqueline Van Rysselberghe lo dijo sin tapujos: "Nuestra gente está asustada y eso sí moviliza a la centroderecha".

Pero no está claro si el miedo -en la derecha- o la competitividad extrema -en el caso de Jadue y Boric- serán incentivos suficientes para que los chilenos se levanten, salgan de sus casas y vayan a votar. El mea culpa del Servicio Electoral -por la falta de difusión- y las esperanzas del gobierno, que advirtió que se han hecho todos los esfuerzos posibles para que haya una alta participación, pueden no ser suficientes.

Así, en la jornada de hoy se enfrentarán varios fantasmas que ya hemos visto en otras ocasiones: el de la campaña basada en los "trapitos al sol", el del miedo a la izquierda y el de la baja participación. Con una ciudadanía que lleva ya varias jornadas electorales en el cuerpo, en menos de un año y con pandemia de por medio, queda la duda de si los incentivos son los correctos e incluso suficientes para un proceso que hoy recién comienza, con miras a las elecciones de noviembre. 2

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