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11 de julio, el día en que las protestas regresaron a Cuba

Cansados del desabastecimiento de productos básicos, del manejo de la pandemia y los apagones, miles de cubanos protagonizaron las mayores manifestaciones desde 1994, mientras el presidente llamaba a combatirlas. Expertos analizan alcances de los hechos.
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Algunas señales de descontento se conocían en Cuba. Pero ninguna de una magnitud tal que adelantara la ola de protestas contra el régimen que estalló el domingo 11 en la isla, las mayores desde el "maleconazo" -por el Malecón de La Habana- de agosto de 1994, que se producen en medio de la más grave crisis económica y sanitaria de este siglo, con escasez de alimentos, medicamentos y otros productos básicos, con la pandemia desatada y largos cortes de electricidad, como los que caracterizaron el "periodo especial" tras el derrumbe de la Unión Soviética.

El 16 de noviembre, un grupo de jóvenes artistas y activistas, miembros o cercanos al Movimiento San Isidro, llegaron a la sede de la agrupación -que es la casa de uno de ellos- pidiendo la liberación del músico aficionado y activista disidente Denis Solís, condenado a ocho meses de cárcel por "desacato". Dos días después, ocho de ellos se declararon en huelga de hambre. El 26 irrumpió la policía y se llevó dos detenidos, gatillando de paso una avalancha de solidaridad al grupo a través de las redes sociales, cuyo protagonismo en las manifestaciones disidentes está fuera de discusión.

En febrero último, un grupo compuesto por afamados artistas cubanos como Yotuel Romero, Descemer Bueno, el dúo Gente de Zona y los raperos Maykel Osorbo y El Funky, presentó el tema de denuncia "Patria y vida" -en abierta contraposición con el lema de la revolución cubana "Patria o muerte"- que superó el millón de reproducciones en YouTube en menos de 72 horas, se transformó rápidamente en viral y de paso en uno de los emblemas de las protestas del fin de semana. La canción fue calificada como "trapera y cobarde" por las autoridades y sus autores han sido calificados como "ratas" y "mercenarios".

La guerra de la información

Esos epítetos los repitió el presidente cubano, Miguel Díaz-Canel, al aludir a los participantes en las movilizaciones del domingo, que él mismo convocó a combatir -"la orden de combate está dada: a la calle los revolucionarios"-. Al concurrir a San Antonio de los Baños, donde partieron las protestas, dijo que "vinimos aquí para demostrar que la calle es de los revolucionarios y que ningún gusano ni ningún mercenario nos va a tomar las calles". De hecho, surgieron también manifestaciones a favor del régimen comunista, con partidarios portando grandes retratos de su líder histórico Fidel Castro.

El lunes Cuba amaneció sin internet y sin fuentes informativas internas alternativas a las estatales. Según una lista publicada por el Movimiento San Isidro, al mediodía del martes 130 personas permanecían detenidas. El miércoles -cuando internet retornaba esporádicamente- la estatal Agencia Cubana de Noticias confirmó la muerte de un manifestante de 36 años en una protesta en el municipio de Arroyo Naranjo, afueras de La Habana, durante "disturbios" donde otros civiles y agentes resultaron heridos, según el reporte.

Al día siguiente, jueves, la portavoz de la Casa Blanca, Jen Psaki, señalaba: "Las protestas en Cuba han parado casi del todo debido a la violenta represión del régimen y sus represalias contra los cubanos que han ejercido sus derechos fundamentales", mientras el gobierno negaba tajantemente la acusación.

Todo esto mientras organismos internacionales como la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, Amnistía Internacional y también Human Rights Watch denunciaban detenciones arbitrarias y agresiones en protestas, y la Alta Comisionada de Naciones Unidas para Derechos Humanos, Michelle Bachelet, pedía la liberación de presos y se declaraba "muy preocupada por el presunto uso excesivo de la fuerza en contra de manifestantes y el arresto de un gran número de personas, entre ellas varios periodistas".

Para entonces el gobierno del presidente Miguel Díaz-Canel ya había comenzado a ceder a las presiones internacionales, anunciando una serie de medidas, como la libre importación de alimentos, medicamentos y productos de aseo por parte de los viajeros, y "garantías procesales" para los manifestantes detenidos.

El peso de las crisis alimentaria y sanitaria

Tres académicos analizan aquí los sucesos de Cuba, en cuyo origen parece haber consenso: la crisis del coronavirus y su impacto en la situación económica, fuertemente determinada a su vez por las restricciones comerciales y financieras que Estados Unidos mantiene hacia Cuba desde 1960, como respuesta a expropiaciones de propiedades estadounidenses hechas por el gobierno cubano. Como también el acceso de los ciudadanos a internet: a través de redes sociales se habría organizado la protesta inicial del domingo y luego se transmitieron los detalles de su realización.

"Las protestas se deben comprender, al menos, bajo una triple dimensión. Por un lado, está el fuerte declive que ha sufrido la economía cubana en estos meses. En segundo lugar, las consecuencias históricas del embargo impuesto por Estados Unidos desde 1960, y por último, el impacto que ha generado la pandemia. Creo que el origen de estas manifestaciones dice relación más con las precariedades actuales de los cubanos que con una organización prestablecida para amenazar al gobierno", señala Fernando Castillo, doctor en Historia y académico de la Universidad Andrés Bello, en relación

El Cantante y compositor cubano Yomil conversa con los manifestante frente al capitolio de Cuba el domingo 11 en La Habana, durante las protestas que se extendieron por el país.

Rosa Zamora Cabrera

rosa.zamora@mercurio valpo.cl