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ENTREVISTA. Luis Pardo, diputado y expresidente de la Asociación de Radiodifusores de Chile:

"Las redes sociales están produciendo un efecto de destrucción del espacio público" en nuestro país

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Mauricio Ávila C.

No hay país en el mundo en donde no se debata sobre la libertad de expresión, especialmente en aquellos donde la democracia está en peligro o derechamente es ahogada por autoritarismos.

El diputado Luis Pardo Sáenz (Renovación Nacional, Distrito 6) llegó en el 2017 a la Cámara luego de una larga trayectoria como presidente de la Asociación de Radiodifusores de Chile (Archi), de la Federación de Medios de Comunicación Social e incluso de la Asociación Internacional de Radiodifusores (AIR), y actualmente ve con preocupación cómo la libertad de expresión podría estar en peligro en Chile.

-¿Qué entendemos por libertad de expresión?

-Todas las libertades y derechos fundamentales tienen límites, pero para que sean legítimos tienen que estar conformes a ciertos estándares. En cuanto a la de expresión, hay estándares universales que la doctrina recoge y que están vigentes en todo el mundo democrático. Por ejemplo, debe ejercerse sin censura previa, pero debe someterse a responsabilidades ulteriores si yo al hacer uso de esa libertad deshonro u ofendo a alguien, o cometo algún tipo de daño a terceros. Y eso se hace en los tribunales, también de acuerdo a estándares que tienen que ver con el debido proceso. No es que la libertad de expresión sea un valor absoluto en sí mismo. Ninguna libertad lo es, así como tampoco todas las restricciones son completamente legítimas.

-En cuanto a las restricciones hay un dilema. Hay una corriente que dice que está permitido decir de todo, porque luego la persona debe hacerse responsable. Pero hay otra que dice que no todo está permitido, que debe haber limitaciones. ¿Dónde está el equilibrio?

-En una sociedad democrática no puede existir la censura previa. Y eso es algo que ya está sumamente asumido y debatido, porque cuando se introducen condicionamientos previos, como los llama la literatura previa, que lo que se diga tiene que ser fidedigno, cierto, veraz y oportuno, ¿quién califica si se están cumpliendo esos estándares? Ahí es donde mete la cola el diablo y aparecen los consejos, los organismos públicos, los censores que se atreven y se permiten decir qué se puede y qué no se puede decir. Por eso es tan importante que no exista censura previa y que exista pluralidad de voces y pluralidad de medios y todas las posibilidades tanto para emitir información como para recibirla y buscarla.

-Hay un discurso famoso de Angela Merkel en que indica que la sociedad no debe permitir que se emitan discursos de odio. ¿Eso es censura previa?

-No, porque si yo emito un discurso de odio y esa descripción está en la legislación vigente en forma explícita y objetiva, yo voy a ser sancionado por ese discurso. Pero después de, no antes de. No hay alguien que antes de que yo hable me diga "cuidado con lo que va a decir, porque es un discurso de odio". Esa es la diferencia entre los regímenes democráticos donde existe libertad de expresión en esos términos. Ahora, también existe el riesgo, cuando se establecen este tipo de reglamentaciones, que la ley sea tan restrictiva que se genere autocensura.

-Lo que usted menciona tiene sentido en el esquema tradicional de los medios de comunicación. ¿Es válido en las redes sociales, que no tienen domicilio conocido?

-Las redes sociales plantean un escenario mucho mayor que eso, y es que están produciendo un efecto de destrucción del espacio público, porque el espacio público que producían los medios de comunicación tradicionales, con todos sus defectos, era un espacio de algún modo común, donde accedían libremente unos y otros y se confrontaban las ideas y el público podía sacar sus propias conclusiones. Las redes sociales están produciendo bolsones de opinión de gente que piensa igual, que se autoconvence de sus propias ideas que circulan dentro de sus redes, de sus propias argumentaciones y que no se confrontan con los que piensan distinto salvo para insultarse unos a otros. Pero no hay un debate, no hay un proceso de deliberación. Y eso le está haciendo un daño enorme a la política y a la democracia, porque en definitiva eso está polarizando a la política y a la democracia.

-Las redes tienen además un efecto inhibidor para el que piensa algo distinto a lo que circula en ellas. Se ha visto que el autor está expuesto a una avalancha de insultos y "funas".

-Ese es otro fenómeno que es una suerte de hegemonía de lo políticamente correcto para determinados sectores que logran imponerlo. Y lo imponen a través de estas técnicas de "funas", de cancelación, de amedrentamiento de quienes se atrevan a opinar distinto de aquello que se está instalando públicamente. Curiosamente, muchas de estas imposiciones tienen que ver con sensibilidades de minorías que obviamente en democracia tienen que ser respetadas, pero estamos llegando a un punto en que no se está promoviendo el respeto a las minorías, sino que se están imponiendo determinados códigos desde las minorías y que las mayorías hoy tienen que asumir como reglas del juego. Eso es lo que está pasando por ejemplo con la discusión absurda de la Negrita, que en torno a un término y algo que está incorporado dentro del lenguaje y que no necesariamente es peyorativo, se van estableciendo estereotipos y códigos que finalmente la sociedad tiene que aceptar y el que los transgrede es objeto de "funas", es objeto de todo tipo de ataques en las redes sociales y eso es una restricción muy importante a la libertad de expresión. Esta libertad es un bien que busca facilitar la deliberación, esa facultad racional de los seres humanos para llegar a acuerdos, para confrontar ideas. Pero acá lo que tenemos es un proceso en que se van instalando determinados conceptos que son indiscutibles y quien ose cuestionarlos cae en pecado ante la barra brava de las redes sociales y de quienes están imponiendo

"Me parece escandaloso que una Convención que va a deliberar la Carta Fundamental no tenga conciencia de que el acceso a la información y la transparencia son valores inherentes a la democracia y que son indispensables".

"Estamos llegando a un punto en que no se está promoviendo el respeto a las minorías, sino que se están imponiendo determinados códigos desde las minorías y que las mayorías hoy tienen que asumir como reglas del juego".