Liverpool & Valparaíso
Las ciudades de Liverpool y Valparaíso son nombres que despiertan el imaginario colectivo a nivel mundial: la primera, en torno a la música que revolucionó el planeta; y, la segunda, sobre los navegantes que llegaban a recalar luego de atravesar los canales del fin del mundo.
Sin embargo, entre estas dos ciudades existen también fuertes vínculos históricos y culturales durante el último siglo. Fue en Liverpool donde zarparon muchos ingleses al nuevo continente, llegando también a Valparaíso. En la ciudad de recalada influyeron fuertemente en la cultura local con la creación de los primeros equipos de fútbol, el primer cuartel de bomberos, el fortalecimiento de la banca y la implementación de nuevas tecnologías generadas desde la revolución industrial, cuya mejor expresión son sus ascensores.
Recorrer Liverpool es como visitar a un pariente cercano que no has visto hace tiempo. A pesar de la distancia, son similares en muchos aspectos. En ambas ciudades la crisis económica se arrastra por años, con altos niveles de cesantía que presionan por una necesaria reconversión industrial. Se suma la fuerte identidad cultural y la voluntad de recuperar la ciudad como el principal activo social y económico. Bares como The Empire en Liverpool, con músicos ya mayores que tocan rock clásico de los años '70 nos recuerdan a El Cinzano en Valparaíso, con músicos de una edad similar que tocaban boleros hasta su cierre el año pasado (¡esperemos que vuelva a abrir este icónico lugar!) Una actividad bohemia intensa en el barrio histórico de ambas ciudades, y un borde costero que no termina de definirse entre la preservación identitaria y las fuertes presiones de desarrollo inmobiliario.
Ambas ciudades declararon con un año de diferencia sus áreas históricas como sitios del patrimonio mundial ante la Unesco. Fue por razones similares, ciudades-puertos determinantes en el desarrollo económico, social y cultural de dos continentes distintos a fines del siglo XIX. Historia que las vincula fuertemente entre sí.
En la última reunión del Comité del Patrimonio Mundial de la Unesco estas dos ciudades se volvieron a encontrar, ya que se tomaron decisiones determinantes sobre el futuro de ambos sitios. En el caso de Valparaíso se mantuvo su categoría, pese a las críticas que existen sobre la gestión de su patrimonio; entendieron que existiría un compromiso del Estado de Chile en su cuidado y preservación al no prosperar las enormes obras de un centro comercial en el borde costero y de un terminal portuario frente a su área histórica. En el caso de Liverpool la ciudad fue sacada de la misma lista por las razones contrarias; las inversiones y estrategias de desarrollo de la ciudad, que incluyen en su borde costero edificios de gran altura y un nuevo estadio del equipo de fútbol local (el Everton, nombre que no es sorpresivo tampoco) no dieron cuenta de un compromiso de ese Estado por cuidar sus valores históricos fundamentales.
Más allá de los criterios adoptados por el Comité de la Unesco para ambas ciudades, es un momento oportuno para hacer algunas reflexiones y no caer en autocomplacencias. No es casualidad que en los meses anteriores a esta reunión se especulaba sobre las posibilidades de que Valparaíso fuera sacado de esa lista, o a lo menos que quedaría como "patrimonio en peligro".
Es evidente que en los 18 años desde su declaratoria como Patrimonio de la Humanidad el Estado a nivel nacional, regional y local ha tenido una escasa actuación en su protección y recuperación. Ejemplo de esto ha sido el fracasado plan de inversiones con apoyo del Banco Interamericano de Desarrollo que se impulsó entre los años 2006 y 2010, entrampado entre una enorme burocracia, inversiones desarticuladas y la ausencia de un objetivo estratégico claro. Del mismo modo, hasta la fecha la ciudad no cuenta con un Plan Director para su área histórica, que fije los lineamientos y criterios de protección de sus valores fundamentales, exigencia base establecida por la Unesco para todos los sitios.
Valparaíso es una comuna pobre, llena de urgencias y que no cuenta con recursos propios para hacer frente a inversiones significativas en su área histórica. Se suma un Estado híper centralizado, que no entrega competencias y ni recursos a las regiones y comunas, y que en por esa misma condición no es capaz de enfrentar gestiones complejas, con organismos públicos que no están preparados administrativa y financieramente para este tipo de tareas.
La situación actual no es alentadora, prácticamente todos los ascensores de la ciudad están cerrados por obras inconclusas o falta de mantención, la principal inversión pública del Barrio Puerto (la construcción del edificio de uno de los principales centros científicos del país, el CINV) se encuentra detenida desde hace casi tres años gracias a la incapacidad de coordinarse y establecer criterios comunes entre el Consejo de Monumentos Nacionales y el Ministerio de Obras Públicas. Edificios de propiedad del Estado y la Municipalidad como el Subercaseaux y el Liberty, ubicados en lugares claves, se encuentran abandonados y sin un destino claro.
Valparaíso tiene un dilema similar al de Liverpool. Debe compatibilizar su recuperación socioeconómica sobre la base del cuidado de su patrimonio histórico. No son dos condiciones opuestas. El principal capital de la ciudad está en su identidad, y desde esa base debe plantearse un desarrollo sostenible, basado en una vocación acorde al siglo XXI; turismo, ciudad del conocimiento e innovación, ciudad cultural y de servicios. Hasta la fecha esto no han sido mucho más que buenas intenciones, mientras aumenta la pobreza y la cesantía, y la ciudad se va cayendo a pedazos (como sucedió hace poco con el Bar Inglés, que cerró sus puertas luego de casi 100 años y su fachada se vino abajo en plena calle).
Es indispensable asumir que el área histórica de Valparaíso requiere no sólo un Plan Director, sino una plataforma de gestión eficaz que permita implementar medidas y articular actores e inversiones. En definitiva, velar por el cuidado del patrimonio y por la calidad de vida de quienes lo habitan no como objetos antagónicos, que es lo que sucede hoy.
Chile requiere impulsar políticas públicas que apunten al cuidado de sus barrios, fortaleciendo su conectividad, protegiendo su identidad y mejorando su calidad de vida. Se requieren nuevos modos de trabajo, más colaborativos entre la Municipalidad, el Gobierno Regional y el Gobierno Central. Valparaíso debe ser un modelo para implementar en barrios históricos, para que en unos años no tengamos otra similitud con Liverpool, salir del listado de sitios que hoy forman parte del patrimonio cultural de toda la humanidad.
por Juan carlos garcía, director ejecutivo
centro de neurociencia
de valparaíso