Desde EE.UU. a la vida feliz en el campo de la Isla Grande
Doce años sin luz y 14 sin teléfono pasó esta viñamarina que hace más de tres décadas optó por una existencia sincronizada con la naturaleza y con una entrañable comunidad.
"Vengo llegando de Santiago y no he parado ni un minuto. ¡Si me viera la gente de allá, que impajaritablemente me pregunta: '¿Qué haces tú en un día en Chiloé?' ¿Cómo explicar que para una taza de desayuno tienes que empezar por las astillas para prender fuego? ¿Y que para darte una ducha tienes que esperar que la cocina caliente agua a través del serpentín?".
La viñamarina Inés Purcell (85, dos hijos, tres nietos) vivía y trabajaba en Estados Unidos cuando en 1983 vino de vacaciones y la invitaron a Chiloé. "Llegué a Huelden -sector rural de Ancud- y me impresionó todo tanto, que decidí que quería vivir aquí para siempre".
Regresó en 1984 y se quedó tres años en esa localidad hasta que compró un terreno en el cercano Pulelo y construyó la casa en que vive desde hace 33 años, al lado de la playa.
Estuvo en total 12 años sin electricidad y en Pulelo siempre tuvo agua de pozo extraída gracias a un generador. "El agua potable para toda la comunidad de Huelden, traída desde Chacao, llegó el año 2001 cuando hablé personalmente con el Presidente Ricardo Lagos y por ahí llegó ¡por fin! el agua a todo Pulelo", relata.
También pasó muchos años sin teléfono. Si quería llamar a alguien, tenía que ir a Chacao para que la operadora del teléfono público la comunicara. "Cuando alguien quería hablar conmigo por teléfono, me avisaban por el programa 'El Mensajero del Sur' de la Radio Estrella del Mar, que me llamarían tal día a tal hora, y yo iba a la central telefónica a esperar mi llamado". Hasta que apareció el celular y resolvió las cosas.
"Llegué y me siento parte de un Chiloé rural. Vi los senderos convertirse en caminos, las velas en ampolletas, los bidones en llaves de agua y las carretas en buses", escribe en Cartas desde Chiloé, libro que reúne una selección de la correspondencia que le envió desde su llegada a la Isla a su amiga Lumi Jaramillo, quien en EE.UU. se enteraba de esa forma de las aventuras y la vicisitudes de Inés en la Isla Grande, y quien alcanzó a leerlo antes de fallecer.
Liderazgo comunitario
Seleccionadas y editadas por la periodista Christine Raczynski, en esas cartas desfilan sus entrañables vecinos, amigos y coterráneos, a quienes ella traslada en su auto para trámites, emergencias y hasta matrimonios; las celebraciones en el Club Deportivo Barrabases, las desoladoras muertes en el mar; la callada y solidaria resignación de los chilotes frente a los frecuentes incendios que dejan a las familias en la calle, pero que al día siguiente activan una nueva edición del Medán, verdadera institución de socorros mutuos isleña.
Inés le relata a Lumi que en esas ocasiones, a través de "El Mensajero del Sur" se avisa del incendio y se llama a un Medán. Llega todo el vecindario con lo que pueda aportar para la familia afectada, además de llevar algo para servirse entre todos. "Así van entregando su aporte: me dan (medán) papas, me dan un cordero, me dan dos gallinas, ropa de cama, materiales de construcción y la familia empieza de nuevo".
También las cartas revelan las luchas por mejorar la vida de los habitantes de Pulelo, ya que Inés ha sido presidenta de la junta de vecinos y participado del comité de agua, de luz, de caminos, del proyecto Invernaderos y en las misiones de verano, entre muchas otras cosas, incluido el conjunto folclórico de la escuela.
El pulso del día a día
En este libro tan inspirador como conmovedor, que ya va en la segunda edición, el lector también le toma el pulso al día a día.
"He aprendido a cocinar sentando la olla con ají de vaina seco y harto ajo majado en el mortero. Le lleva toda cosita que sale en la baja marea: almejas, culenques, caracoles. De chuparse los dedos".
"Me compré un hacha en Santiago. Tengo la leña por montones debajo de la casa. Todos los días me hago un montoncito. Se transpira a chorros. Buen ejercicio también".
Una vez le toca censar y se lleva la sorpresa de que don Danilo se llama en realidad José Domingo. Le pregunta por qué lo llaman Danilo. "No sé, pus, así me dice la gente", responde el censado.
"Aprobaron el proyecto luz. Estoy feliz. No me imagino viviendo con luz. Me da algo raro. Entre que quiero y no quiero".
"Ayer llegué -¡por fin!- a Pulelo. Casi tres meses desde que partí a Santiago y de ahí al mundo. Fue maravilloso y aquí estoy de nuevo con el ruido calladito del mar, la cordillera al frente y las toninas que me dan la bienvenida".
"Soy feliz porque me encanta estar aquí/ Porque ya hice la mermelada de ciruelas y ayer la de moras/ Porque acabo de filetear un congrio maravilloso/ Porque recogí kilos de avellanas y las estoy tostando/ Porque estoy leyendo a la Marguerite Duras/ Porque la cocina tiene la casa calientita".
último pedido
Inés Purcell dice que los lugares en los cuales se ha sentido más integrada en su vida son la casa de su niñez en Agua Santa, el colegio de las Monjas Francesas de Viña del Mar, su trabajo en Rena Ware en Estados Unidos, "y donde más tiempo he vivido y siento que es mi hogar, es aquí en mi querida Isla. Por lo mismo, cuando me muera quiero quedarme aquí, ya tengo mi lugar preparado en el cementerio de Huelden".
Eso se encargó de comunicarlo a sus amigos en un aniversario del Deportivo Barrabases: "En un minuto golpeé un vaso para pedir la palabra y les hablé diciéndoles: 'Ahora que estamos todos reunidos aquí en el club, yo quiero pedirles un gran favor. Quiero que el día que me muera ustedes me reciban aquí, en la sede, para tener mis dos noches de velorio". El aplauso fue cerrado. 2
* "Cartas desde Chiloé" está en Antártica y en Feria del Libro, y se puede pedir a mariainesep@gmail.com. También en las librerías El gran pez en Ancud y El Tren en Castro.
Rosa Zamora Cabrera
rosa.zamora@mercuriovalpo.cl