El día que la FIFA se puso de rodillas
Aesta altura da lo mismo si finalmente todos los futbolistas sudamericanos saltaron el torniquete que le pusieron sus clubes y cruzaron el Atlántico para disputar la fecha triple de las clasificatorias. Cual estudiantes secundarios, muchos de los seleccionados no hicieron caso al alza en las tarifas, o en este caso a las amenazas de los dueños de sus pases (pero no de sus almas), y tomaron el primer vuelo rumbo a sus casas para estar defendiendo a su país los próximos 11 días. Incluso dándose el gustito de subir a las redes sociales su particular transgresión, para dejar en claro que a ellos los equipos les pagarán el sueldo, pero la gloria está a miles de kilómetros de allí, con el escudo de su Selección en el pecho.
Por supuesto que todo este escenario de incertidumbre que se armó a partir de las negativas de los clubes ingleses, españoles, italianos y portugueses, levantando cada uno sus propios argumentos para cerrar las fronteras, aunque con el único fin de boicotear las clasificatorias de esta parte del mundo, no hubiese existido si desde el primer minuto la FIFA se hubiese puesto del lado de las federaciones circunstancialmente perjudicas por el boicot. Al contrario. Nada de solidaridad. Cero palabra. Nadie salió a dar la cara para ir en defensa de su segundo producto más millonario después de la Copa del Mundo. Todo quedó en manos de los jugadores, como si en definitiva esto fuese un viaje de egresados.
Porque más allá de que las eliminatorias son disputadas entre equipos de una misma confederación, todo es regido y supervisado por el organismo que tiene sede en Zurich. Es más, cuando se fueron suspendiendo las distintas fechas sudamericanas producto de la Pandemia, debió esperarse una confirmación desde la propia FIFA para autorizar estas fechas triples. Algo que desde el inicio sonaba desproporcionado y que traería consecuencias sobre todo con los clubes europeos, pero como tenía el aval del ente superior, se pensó que todo estaba asegurado. Que sería cosa de enviar los pasajes y que se pusieran la ropa de la Selección.
Pero no fue así. Todo lo contrario. Y quizás ahí estuvo el primer gran error. Confiarse de que todo estaba bien en el viejo continente porque nadie levantó la voz en su momento. Al final todo ese silencio pareció una simple estrategia para poner contra la pared a Sudamérica a una semana de jugarse la primera jornada.
Y en ese momento nadie salió a defenderla. Desde que el martes pasado se levantó la primera amenaza desde la Premier League, que involucró no solamente a los jugadores sudamericanos, sino también a africanos y asiáticos, jamás salió desde las oficinas de Zurich una defensa irrestricta a las diversas selecciones. Del famoso reglamento que obliga a los clubes a ceder a sus convocados a disputar partidos de eliminatorias en fecha oficiales no se leyó en ninguna declaración pública de algún portavoz del organismo que rige balompié mundial.
La FIFA pareció quedar inmovilizada, como aquella vez en que el FBI irrumpió en el hotel de Zurich para sacar a los bandidos que se estaban robando todo. Pero esta vez no había órdenes de detención contra nadie. Sólo había una intención clara y precisa de boicotear las clasificatorias. Y ante eso quedó de rodillas, con las manos atadas y únicamente confiando en que fuesen los jugadores los que alzaran la voz. Y afortunadamente fue así. Una vez más, para salvar y salvarles el negocio.
Ni siquiera la idea de recurrir al TAS que tuvo la liga española frenó a los jugadores, que jamás pusieron en duda su decisión de jugar la fecha triple. Incluso asumiendo cualquier consecuencia posterior. Porque no sólo Medel y Vidal, por nombrar los chilenos más incendiarios con sus declaraciones, se subieron al avión, sino que también paraguayos, uruguayos y todos los demás seleccionados de esta parte del mundo se pusieron a disposición de sus entrenadores. Mientras se seguía esperando alguna reacción de la FIFA, ellos ya habían puesto en jaque a sus clubes y les dejaban en claro que no estaban dispuestos a ser parte de este boicot.
Aunque esta historia está lejos de acabar y no se puede calificar como una victoria de los jugadores por sobre los clubes en este gallito, toda vez que en octubre se repite este mismo escenario y quizás de las amenazas europeas se pasen a hechos más concretos, lo único claro por ahora es que los futbolistas una vez más le salvaron el negocio a la FIFA y al mismo tiempo a sus propias federaciones. Porque no es lo mismo jugar clasificatorias con Messi, Neymar, Suarez o Vidal, que con el lateral del Montevideo Wanderers, el goleador de Sportivo Luqueño o el doble de Maradona que juega en Sacachispas. Las grandes cadena dueñas de los derechos también tienen mucho que agradecerles.
Ya veremos el día jueves cuántos valientes habrá saltado el torniquete transatlántico. Sean 10 o 100, lo cierto es que solo ellos fueron capaces de salvar esta fecha triple. Nadie más. Menos la FIFA que quedó de rodillas ante el pedido de los equipos más poderosos del mundo. Veremos cómo responde en octubre, cuando la revancha europea sea aún más agresiva que este intento de boicot.
por cristián caamaño,
comentarista de espn
y radio agricultura