El gran dilema de Alexis Sánchez
El 31 de agosto de 2017 marcó un antes y un después en la carrera de Alexis Sánchez. No cabe duda alguna. Esa fría mañana invernal, el tocopillano recibía una noticia espectacular: Manchester City había acordado con Arsenal su fichaje. Concentrado en ese instante con la Selección en Juan Pinto Duran, en la víspera del trascendental encuentro ante Paraguay de cara al Mundial de Rusia 2018, el delantero incluso compartió la buena nueva con el resto de los jugadores de la Roja durante el desayuno. Aplausos y abrazos inundaron el comedor del recinto en Macul. Nada podía salir mejor.
Pero en cuestión de horas todo cambió. Y a medida que Sánchez se fue dando cuenta que el traspaso se iba cayendo, su semblante fue alterándose de forma dramática en la concentración de la Roja, al punto de parecer casi un zombie en la entonación, esa noche, de los himnos en el Monumental, donde finalmente Paraguay nos clavó un 0-3 durísimo. En aquel partido, el delantero no la tocó, como un presagio de lo que vendría en su carrera.
A partir de ahí, todo pareció venirse abajo en lo futbolistico, no así en lo económico, para el tocopillano a nivel de clubes. Los cinco meses posteriores en Arsenal fueron una pálida sombra de sus años anteriores en el club, en los que incluso peleó el premio al mejor jugador de la Premier League. Nunca recobró la memoria. Y empezó a derrochar todo el cariño de los fanáticos de los gunners, que no podían entender su drástico cambio de carácter por un traspaso fallido.
A los dirigentes de Arsenal, pero especialmente a Arsene Wenger, no pareció perdonarles nunca el haber obstaculizado su traspaso al equipo de Guardiola. Se los hizo saber en cada partido con rendimientos paupérrimos. Afortunadamente para el chileno, seguía teniendo la fama de gran jugador y en enero vendría otro traspaso. Ahí aparecería el otro equipo de Manchester, en este caso el United, donde fue recibido como mega estrella, a cambio de una fortuna salarial. La camiseta siete, con todo su magnetismo, lo esperaba con los brazos abiertos. Sin embargo, dieciséis meses después tuvo que salir casi por la ventana al Inter de Milán, en un préstamo irrisorio.
Dos años después de su vuelta al calcio, lo cierto es que nada ha cambiado en la carrera de Alexis desde aquel 31 de agosto. Más allá de haber levantado el trofeo de la Serie A con el elenco neriazzurro la campaña anterior, en un rol muy secundario, lo cierto es que estos casi cuatro años invitan a pensar qué quiere realmente de su carrera el tocopillano. Con tres temporadas como suplente consecutivas, el máximo goleador de la Roja arranca incluso todavía más atrás en la consideración de su nuevo entrenador. Como cuarto delantero, el chileno parece confinado a aparecer en partidos de poca monta o cuando todo esté resuelto, como el último sábado.
A esta altura, ¿cuánto beneficia a Sánchez seguir siendo actor muy secundario en clubes donde definitivamente ya no esperan mucho de él? De tenerle confianza, Simone Inzaghi no habría pedido el fichaje de dos delanteros para engrosar la plantilla y suplir la venta de Lukaku. Puede más su ego de querer estar en la élite, amén de que jugará poco y nada, o en algún momento hará click en su cabeza el hecho de tener una última gran temporada personal en Europa. Todo parece indicar que seguirá prevaleciendo lo primero.
Una cuarta temporada como reserva eterno no era lo que imaginaba Alexis sobre su futuro esa mañana del 31 de agosto, cuando recibió ese telefonazo en Juan Pinto Duran. Todo lo que soñó el chileno vistiendo la camiseta del City no sólo se terminó desmoronando rápido, sino que le abrió paso a una serie de acontecimientos en su carrera que hoy lo tiene convertido en un actor muy de reparto en Europa. De aquel jugador que maravilló a Londres queda poco y nada. Sólo el recuerdo de quien se codeó con los mejores, que pudo disputarle mano a mano el puesto a superestrellas, pero que hoy mira desde el banquillo cómo otros se llevan los aplausos. ¿Podrá recuperar el tiempo perdido todos estos años? Se ve difícil. Pero a Sánchez habrá que darle la última oportunidad. Una más. Se la merece.
por cristián caamaño,
comentarista de espn
y radio agricultura