La política internacional de Portales
Así como en la política interna de Chile la participación de Diego Portales Palazuelos fue protagónica, la política internacional del país estuvo asimismo marcada por su presencia, incluso durante el largo tiempo en que se mantuvo alejado de la administración, puesto que su pensamiento, sus consejos o puntos de vista respecto a las circunstancias por las que atravesaba el país eran escuchados con atención y normalmente primaron, dieron el tono a la administración de José Joaquín Prieto.
Lo propiamente portaliano de la política internacional de Chile se manifestó en su espíritu nacionalista, cuando aún estaba latente el americanismo forjado por las guerras de la independencia. Portales estuvo por encima de la manida contraposición entre nacionalismo y americanismo. Trabajó en favor de un régimen preferencial entre los países hispanoamericanos, sin perjuicio de hacer valer los intereses de Chile frente a esos países cuando procedía.
Así, sustituyó la política idealista de Bolívar por una afirmación realista del sentido de la nacionalidad y del Estado. Esta orientación no negó que existía un bien común para el concierto americano, sino que destacó la necesidad de edificar la comunidad hemisférica sobre la base sólida de las soberanías nacionales. Portales fue un nacionalista en el sentido que la nación estaba por encima de cualquier consideración individual y lo fue, también, para anteponer los intereses de Chile a los de otros países. Concibió a su patria grande y fuerte, para hacerla jugar un papel digno en un concierto americano que jamás perdió de vista.
El concepto nacionalista de la política portaliana no surgió de una fórmula ni de una reacción temperamental. Surgió del realismo, de la observación descarnada de los hechos. Ese realismo le hizo escribir en 1822, comentando la Doctrina Monroe: "El Presidente de la Federación de Norteamérica, Mr. Monroe, ha dicho: 'Se reconoce que la América es para los americanos'. ¡Cuidado con salir de una dominación para caer en otra! Hay que desconfiar de esos señores que muy bien aprueban la obra de nuestros campeones de liberación, sin habernos ayudado en nada: He aquí la causa de mi temor. ¿Por qué ese afán de los Estados Unidos de acreditar ministros delegados y en reconocer la independencia de América, sin molestarse ellos en nada? ¡Vaya un sistema curioso, mi amigo! Yo creo que todo esto obedece a un plan combinado de antemano: y ése sería así: Hacer la conquista de América, no por las armas, sino por la influencia de toda esfera. Esto sucederá, tal vez hoy no, pero mañana sí. No conviene dejarse halagar por estos dulces que los niños suelen comer con gusto, sin cuidarse de un envenenamiento".
Portales asumió, permanentemente, una ardorosa defensa de la soberanía nacional. Planteó -con altura y dignidad- pautas de convivencia con los extranjeros, con las potencias, con nuestros vecinos y con los cónsules y agentes diplomáticos acreditados en el país, para defender los derechos de Chile de la intromisión extranjera y poner término a la insultante intervención de los funcionarios extranjeros en nuestros negocios internos. Nunca cambió su punto de vista de defender al nacional frente al extranjero.
Para valorizar esta política debe tenerse presente que la técnica en las relaciones internacionales de aquel entonces era la soberbia de las potencias europeas y de Estados Unidos frente a los nuevos Estados separados de España. En varias oportunidades, Portales debió poner en su lugar a las potencias y a los países vecinos que por medio de sus agentes diplomáticos pretendían amagar nuestra soberanía o desconocer la jurisdicción de las autoridades chilenas.
Igualmente, postuló una política de estricta neutralidad en los problemas políticos internos de otras naciones y propició la paz en Hispanoamérica, con el propósito de que la anarquía, la guerra civil y los diferendos entre los nuevos Estados no constituyesen pretexto para que España y otras naciones interviniesen en América. Estaba convencido de que la paz interna de Hispanoamérica era el mejor garante de su independencia.
En lo que a la política comercial se refiere, aunque creía en el librecambismo estimaba que los principios económicos son una simple referencia que el Gobierno debe aplicar según las propias conveniencias del país. Manifestaba que, como materia de estricto derecho, era indisputable la facultad de todo Estado independiente para poner su comercio con las otras naciones sobre el pie que mejor le pareciera. Al respecto, postulaba una mejor integración económica de Hispanoamérica, especialmente entre los territorios vecinos, mediante favores mutuos que fortalecieran las respectivas economías, de modo que estas no quedaran a merced de potencias extranjeras.
El pensamiento internacional de Portales -según Mario Barros- podría ser resumido en cuatro actitudes básicas: Políticamente nacionalista, económicamente integracionista, militarmente defensiva y navalmente hegemónica.
Aun cuando el tratamiento de la guerra contra la Confederación Peruano-Boliviana merecería un capítulo aparte, solo destacaremos algunos puntos de ella en los que la participación de Portales fue central.
Para él, el primer derecho de una nación es el de su propia conservación, y el equilibrio de poder la única garantía de paz. Por lo mismo, considerando que la formación de esa entidad política atentaba contra el equilibrio americano y ponía en grave peligro la independencia de Chile -descartando cualquier "solución" pacifista, deshonrosa y humillante- postulaba que solo existían dos alternativas: la disolución de la Confederación o la guerra.
Al intuir con claridad que la guerra era inevitable para despejar el camino a la seguridad y el progreso de Chile, volcó todos sus esfuerzos en preparar al país para encararla. Una de sus tareas fue crear conciencia de la necesidad de la guerra, en atención a que inicialmente ella no solo era incomprendida, sino que rechazada dentro de amplios sectores nacionales.
Además de crear conciencia respecto de la necesidad de emprender la guerra, se preocupó de los aspectos estratégicos y logísticos de la misma. Sus desvelos por la Armada y el Ejército fueron un factor muy relevante en el triunfo en esa guerra que, como sabemos, él mismo no dudó en calificar como "la segunda independencia de Chile". La diligencia que desplegó en organizar el país para el conflicto influyó en forma decisiva en su resultado.
La victoria de Yungay consolidó el sentimiento nacional, afianzó la personalidad del país en el campo internacional -como un corolario de su estabilidad y organización interiores- y Chile pasó a ser primera potencia del Pacífico sur.
Por adolfo paúl latorre, abogado y capitán de navío (r)
extracto del artículo "portales: estado en forma"