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LA TRIBUNA DEL LECTOR

El pintor enamorado de la primavera

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Al cumplir ochenta años, David Hockney, el pintor inglés de merecida fama, buscó por primera vez un lugar rústico, cuya paz y tranquilidad le permitieran poder observar los atardeceres y los cambios de estación proporcionados por la naturaleza; un lugar de paz alejado de las turbulencias y locuras del mundo actual.

Cuando, súbitamente, apareció la pandemia y el consecuente aislamiento entre las personas que ella impuso, para nuestro personaje no hizo una gran diferencia en su vida, ya que un año antes se había trasladado al lugar donde hallaría la tranquilidad para pensar, reflexionar y observar el día a día de la naturaleza: al norte de Francia, en Normandía, fue el sitio de refugio para lo que espiritualmente necesitaba, armando allí su estudio que le permitiera observar y pintar la primavera.

Este aislamiento lo interpretó como una oportunidad para realizar la magnífica exposición que tituló "La Primavera no puede ser cancelada", que realizaría inspirado en los maestros impresionistas y otros pintores europeos a los que estudio en profundidad.

Adicionalmente a este tema, también tuvo la influencia de las conversaciones que el pintor sostuvo con el crítico de arte y escritor Martin Gayford. Estudió los movimientos artísticos sobre las obras de Van Gogh y Rembrandt en Amsterdam y Brueghel en Viena, que lo habían preparado para la nueva fase de su obra que, ansiosamente, deseaba emprender tan pronto llegara a su nuevo estudio en Normandía. Brueghel, Rembrandt y Van Gogh dibujaban paisajes con una transparencia extraordinaria.

Precisamente la transparencia es una de las propiedades que Hockney posee, sus obras tienen ese rasgo de pureza. Largos intercambios con Gayford, en los que, una y otra vez, Hockney señala sus deseos permanentes de lograr la nitidez que lleva a la transparencia, demuestran su atracción y fascinación por la luz, el color, el espacio, la percepción, los árboles y el agua.

Años atrás, motivado por los pintores franceses que pintaban a plein air, Hockney vivió en París entre los años 1973 al 1975, en casa de su amigo Tony Richardson, en el sector de la ciudad antigua: la Cour de Rohan. Quiso impregnarse del espíritu y los factores de creatividad que animaron a los pintores impresionistas y a otras figuras, como Picasso y Matisse, recorriendo diariamente el París bohemio. Visitó museos, cafés y restaurantes, siguiendo los pasos de artistas que ejercieron influencia en sus obras.

Durante su estadía en París buscó también la esencia del modernismo, siguió la rutina de Picasso, tomando desayuno en el famoso café del Flore, en las tardes yendo al Deux Magots, cumpliendo con una vida organizada, hora por hora, de dedicación a su oficio: la pintura, tal como lo hacía Picasso, quien, junto con vivir la bohemia de París, tenía su vida reglamentada en el día a día.

Gran estudioso, siempre absorto en su trabajo, pintó, dibujó, hizo grabados y ganó una beca para estudiar en California, donde pintó su icónica serie de las piscinas. Desde ese momento, todas las galerías a nivel mundial han querido tener sus obras. Abarcó también diseño de vestuario para óperas, escenografías, dedicándose a experimentar con fotografías y litografías. Recientemente ha incursionado con éxito en el dibujo digital. Ha recibido influencias del poeta Stephen Spender y del novelista Christopher Isherwood. La serie de imágenes realizadas corresponden a su verdadero homenaje a la naturaleza, luego de haber hecho obras en sus inicios del Pop Art, tener influencias del cubismo estudiando a Picasso y del fauvismo con el colorido de Matisse. Vuelve su mirada a los impresionistas y estudia los árboles en las diferentes estaciones del año. Especialmente dedica estas obras a la llegada de la primavera, presentando un estudio donde la luz aporta lo suyo.

Hockney es reconocido como uno de los pintores más influyentes de los siglos XX y XXI. De una de sus conversaciones con Martin Gayford citamos: "Esta es la más bella primavera. Es temprano, el año pasado fue más tarde. Es espectacular. Y yo la estoy alcanzando. Estoy tan compenetrado en el tema. No termina aún. Los manzanos no han florecido. No hay nada en ellos, pero ya vendrá. Otros árboles han empezado a florecer; es todo tan sorprendente. Recién he dibujado las flores de un gran cerezo, es el único que tenemos, pero se ve glorioso. Próximamente vendrán las hojas, seguiré hasta que venga el verde profundo del verano…", siguiendo a los impresionistas.

Hockney, en su tierra de Normandía, es impulsado por su entusiasmo sin par y capacidad de asombro hacia los temas que le han fascinado por décadas: la observación y comprensión del lenguaje de la naturaleza, de los cambios de la luz, el color, el espacio, la percepción del agua y de los árboles…

David Hockney es reconocido por su ingenio, talento y magia llevada a sus creaciones, esta vez teniendo como su única musa a la naturaleza.

Por eugenia garrido álvarez de la rivera,

historiadora y exalcaldesa de viña del mar