Valparaíso en el espejo de la migración
En pocas ciudades de Chile debe ser tan evidente el aporte de la migración como en Valparaíso. Miles de personas que desembarcaron en este puerto lo transformaron en la "Joya del Pacífico" en el siglo XIX. Las páginas de este mismo Diario se encargaron de inmortalizar las historias de cientos de familias para que no quedaran en el olvido.
Saltando desde ahí a la tercera década de este siglo, las cifras oficiales estiman que la población migrante en Chile asciende hoy a 1,5 millones de personas, un número que solo parece aumentar por las imágenes que nos llegan a diario de la frontera norte.
Para tratarse del cambio demográfico y cultural más significativo en el país en mucho tiempo, a veces da la impresión de que la sociedad chilena no parece haber avanzado mucho en la comprensión del fenómeno migratorio.
Es cierto, que no hay una teoría general de migraciones, como en otros ámbitos. Pero los estudios y la evidencia coinciden en que se trata de un fenómeno "interméstico" (internacional y doméstico) y multidimensional (involucra muchos factores). La dirección del flujo también es identificable: suele ir desde sociedades menos desarrolladas e inseguras hacia las más desarrolladas y seguras.
Existen muchas explicaciones sobre por qué una persona decide dejar su país e instalarse en otro. Ante todo, la migración es una decisión individual, que se materializa cuando las condiciones de vida dentro de un Estado se tornan inaceptables o cuando una persona deja su casa para evitar caer en o volver a la pobreza.
Cuando hablamos de personas que huyen de su país por una persecución por motivos de raza, religión, nacionalidad u opiniones políticas, estamos ante "refugiados". Ellos están cubiertos por un estatuto de 1951 y es el caso de muchos venezolanos y cubanos que huyen de las dictaduras actuales.
Ahora bien, por "migrante" se entiende a personas que tomaron libremente o sin coerción mediante, la decisión de partir de sus hogares. La conveniencia se impone, ya que no hay intervención de un factor externo forzoso.
Los efectos más tradicionales de la migración varían mucho, dependiendo de si el país receptor o emisor de migrantes.
Para un país receptor de migrantes entre los efectos positivos se puede contar la disponibilidad de mano de obra barata y calificada.
En general, la mayoría de los economistas coinciden en el aporte favorable en este sentido. También se incluye el incremento de la diversidad cultural por el vigor que se les inyecta a las sociedades.
Pero entre los efectos negativos para los receptores, se puede dar una reivindicación violenta de identidades, dependiendo de la adaptación de los recién llegados; una mayor presión social sobre los servicios públicos, y un aumento de la criminalidad, si un grupo con un perfil específico desarrolla conductas delictivas.
Ahora, para los países emisores de migrantes, los aspectos positivos incluyen disposición de remesas (dinero que envían a sus casas quienes se instalaron en el extranjero) y el traslado de sus problemas sociales (personas en busca empleo, por ejemplo).
En el plano de lo negativo, por supuesto, la desintegración familiar es todo un tema y también la pérdida de población económicamente activa, la fuga de cerebros y la excesiva dependencia de las remesas.
Lo importante es entender que la migración es un fenómeno humano, que hoy se facilita por el acceso a los medios de transportes modernos y que se seguirá acelerando, según todas las proyecciones, por el cambio climático.
Pero, a la vez, debemos aceptar que la necesaria regulación de los flujos migratorios por parte de los Estados es lo que permite aprovechar de mejor forma los efectos positivos, paliar los negativos y proteger a los migrantes facilitando su inserción virtuosa a la sociedad chilena. Incluso en el deteriorado Valparaíso de hoy se ven los beneficiosos reflejos de la migración de siglos atrás: equipos de fútbol, cuarteles de bomberos, monumentos, expresiones del lenguaje, establecimientos comerciales, este mismo Diario, sin ir más lejos...
por juan pablo toro vargas
Director ejecutivo Athenalab