La Ruta 68 y el tren rápido
Al término de la administración de la Presidenta Bachelet, el intendente regional y el ministro de Obras Públicas de la época, Gabriel Aldoney y Alberto Undurraga, respectivamente, impulsaron mediante un acuerdo conjunto la creación formal de un Directorio Regional de Concesiones, cuyos miembros eran ad honorem y su objetivo era apoyar técnicamente a la Región y las municipalidades involucradas para que pudieran actuar como contraparte del Ministerio de Obras Públicas en la decisión de inversiones de una nueva concesión de la Ruta 68, que conecta Valparaíso y Viña del Mar con la capital.
Si bien la instancia era solo consultiva, lo valioso fue el reconocimiento de ambas partes sobre la necesidad de definir en conjunto el desarrollo de la infraestructura regional, toda vez que sus impactos exceden por mucho un período presidencial.
Al llegar Jorge Martínez a la Intendencia Regional le presentamos esta iniciativa inédita a nivel nacional para que él pudiera designar a los miembros del directorio y así poder iniciar la inminente negociación con el MOP sobre los alcances de la concesión de la Ruta 68. Lamentablemente, el intendente, ahora delegado presidencial, desechó la iniciativa y las decisiones sobre la nueva concesión fueron tomadas unilateralmente por el Ministerio de Obras Públicas, cuyos impactos regionales serán más significativos de lo que se puede dimensionar.
En efecto, hace cuatro años una de las mayores preocupaciones de las comunas de Valparaíso y Viña del Mar era la necesidad de mejorar sus accesos desde la Ruta 68, considerando el importante flujo vehicular y lo peligroso de algunos tramos. Finalmente, las autoridades comunales se enteraron "por la prensa" de que sus necesidades no fueron consideradas por la propuesta del MOP. Un enorme paso en falso de la Región.
Por otra parte, la semana pasada, como tantas otras veces, se nos anunció que se retrasarán nuevamente los estudios para evaluar la viabilidad del tren entre Santiago y Valparaíso. Más allá de la mala noticia que esto significa, ello podría estar fuertemente vinculado con la concesión de la Ruta 68 y la posibilidad de asegurar una promesa de este Gobierno y de varios otros hacia atrás.
La concesión de la Ruta 68 es una de las más rentables del país. Es decir, el concesionario, que debió construir y mantener la carretera por 20 años, le entrega anualmente al Estado, a través del Ministerio de Obras Públicas, un monto de recursos muy significativo. Esos recursos sirven, entre otras cosas, para subsidiar a otras rutas que no tienen la misma rentabilidad, de manera que el costo de los peajes sea similar a lo largo de todo Chile.
Hoy la carretera entre Santiago y Valparaíso está totalmente construida, en consecuencia, una concesión futura para hacerse cargo de su mantención y de las mejoras en los accesos a las ciudades podría generar al MOP un retorno muchísimo mayor que en los 20 años anteriores. Parte de esos ingresos podrían destinarse a la concreción del tren entre Valparaíso y Santiago, viabilizando esa iniciativa y ampliando la conectividad entre las dos áreas metropolitanas más importantes del país de una manera eficiente y sustentable.
Sin embargo, el MOP optó por otra cosa y la Región perdió su oportunidad de incidir en ello. La nueva concesión contempla la construcción de dos nuevas pistas y túneles para ampliar su capacidad de vehículos, en especial en los períodos de alta demanda. ¿Solucionará eso el problema real de la conectividad? Las comunas mantendrán los serios problemas en sus accesos para recibir estos enormes flujos de vehículos, ya que el parque automotriz y de buses seguirá creciendo, sin ofrecer otras buenas alternativas de conectividad entre ambas ciudades, que entreguen rapidez, regularidad y confort.
Estamos viviendo una enorme saturación del parque automotriz y la emergencia climática nos obliga de manera urgente a reducir los combustibles fósiles. Somos, además, uno de los países con la energía limpia más barata del mundo, lo que hace urgente que los gobiernos piensen las políticas públicas de este siglo de una manera distinta. Este no ha sido el caso, el Gobierno ha privilegiado el interés de una concesión mediante inversiones en carretera y túneles, en vez de haber sido reemplazadas por la concreción de un medio de transporte limpio, rápido y seguro, como el tren.
Es momento en que nuestras autoridades puedan velar por el interés regional y medioambiental, participando en la discusión de la inversión en carreteras y del trazado del tren, evitando que éste sea definido íntegramente por el interés de empresas privadas, sin abordar adecuadamente las oportunidades que tiene para nuestro desarrollo. Solo un ejemplo, si el tren no pasa por el aeropuerto de Santiago, la Región más turística del país perderá una oportunidad única de conectarse directamente con la principal puerta de entrada y salida al mundo, lo que seguirá favoreciendo a Santiago en desmedro nuestro.
Antes de lamentar esta segunda omisión por parte de las autoridades nacionales y regionales salientes, es el momento para que nuestro gobernador regional, junto con las alcaldías involucradas, pueda actuar como contraparte efectiva del proceso con una mirada integral, hoy ausente, es decir, abordando la estrategia de la Ruta 68 y el tren Valparaíso-Santiago en conjunto.
Las decisiones de inversión en infraestructura de esta envergadura no pueden ni deben quedar exclusivamente en instituciones centralizadas o en el interés unilateral de actores privados. La elección democrática de gobernadores regionales es la oportunidad de contar con una contraparte activa por parte de las regiones para velar por los intereses de desarrollo local. Esperemos, además, encontrar una mayor receptividad en las futuras autoridades para poder enmendar los importantes errores que se han cometido en este proceso.
Por juan carlos garcía pérez de arce,
director ejecutivo centro interdisciplinario de neurociencia de valparaíso