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Formalización de carabineros por 18-O

La Fiscalía formalizará próximamente a tres efectivos por supuestos delitos cometidos en los días del Estallido Social. La Justicia determinará los méritos en cada uno de los casos ocurridos en Viña y San Antonio.
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La nueva Unidad de Violencia Institucional de la Fiscalía Regional de Valparaíso anunció el viernes por la tarde la solicitud al Tribunal de Garantía de Viña del Mar de una audiencia de formalización en contra de los carabineros Mario Arancibia González y Mario Guzmán Yuri, los cuales -según especificó el fiscal Juan Sebastián de la Fuente- serán imputados el próximo 29 de noviembre por los delitos de homicidio frustrado en contra de ocho personas, disparos injustificados con resultado de lesiones y falsificación de instrumento público en uno de los casos, los dos primeros actos en el marco de una manifestación en la plaza Sucre de Viña del Mar el martes 22 de octubre de 2019, solo tres días después del inicio de los desmanes en Santiago, los cuales se multiplicaron con enfrentamientos, atentados incendiarios y saqueos ese mismo fin de semana en nuestra Región.

A la de ambos efectivos se le suma una segunda formalización, esta vez el 10 de diciembre, en contra del también carabinero de la Primera Comisaría de San Antonio, Alejandro Orellana Vera, por apremios ilegítimos durante los días del Estallido Social sobre una manifestante que, de acuerdo con la versión de Fiscalía, ya había sido detenida.

Sin intentar justificar un ápice cualquier potencial abuso por parte de los referidos carabineros, sí es necesario contextualizar el desmadre de aquellos días, con incendios intencionales simultáneos y consecutivos en distintas esquinas de la zona (sin ir más lejos, el edificio institucional de este mismo Diario fue atacado e incendiado con trabajadores dentro, en su mayoría mujeres, durante la noche del sábado 19 de octubre), ante lo cual la única defensa existente fue la actuación de los propios carabineros, jamás preparados -ni en la forma ni en el fondo- para una situación de magnitud apocalíptica como que la se vivió por ese entonces.

Dicho eso, resulta un tanto desconcertante también advertir que el trabajo de la Fiscalía en relación a la violencia y saqueos de 2019 no ha dado los mismos frutos, sin existir hasta hoy una sola persona formalizada por los incidentes de Valparaíso o Viña del Mar, en tanto marcadas deficiencias en la investigación del incendio intencional de la Municipalidad de Quilpué terminó, como ya hemos visto esta semana, con los cuatro imputados absueltos.

Simultáneamente, comienza a llegar información de nuevas formalizaciones contra carabineros por violación de derechos fundamentales en Concepción, San Felipe, Santiago y otras ciudades, acreditadas por el Instituto Nacional de Derechos Humanos (INDH) y cuyo número total, según el propio organismo, alcanzaría a 70 personas afectadas que podrán postular a una pensión de gracia que otorga el Presidente de la República, según estableció la Glosa 12 de la Ley de Presupuesto 2021, que entregó al INDH la tarea de acreditación de las víctimas.

Tal reparación a las víctimas, noble potestad de un Estado que se precie de democrático, no puede ser cuestionada. Como tampoco el hecho de que el 18 de octubre de 2019 marcó un antes y un después en la historia de Chile y que, lamentablemente, volvió a abrir heridas jamás cicatrizadas del pasado. Tampoco ayudó mucho la romantización de la primera línea y la justificación (Atria y otros dixit) del incendio social que vivió el país. ¿Cuál es el siguiente paso? ¿Existirá alguna vez un ánimo, por peregrino que éste sea, de reconciliación? ¿Busca esto forzar un indulto generalizado? ¿Se aplicaría a los citados carabineros?

Aprendizajes

"Parece razonable sostener que un aprendizaje o redescubrimiento es nuestra fragilidad; asumirla nos hace calibrar mejor la existencia, pues no somos infalibles y en el silencio de la noche o a plena luz del día podemos partir sin haber dado espacio al descubrimiento del prójimo". Bernardo Donoso Riveros, Profesor emérito PUCV
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Pronto nos acercamos a completar dos años desde que comenzamos a tener una noción más clara y tangible de la pandemia. Aquello que parecía tan lejano en términos espaciales, tan invisible por ser un virus sobre el cual éramos mayoritariamente ignorantes, pasó a ser parte de nuestra existencia. Entonces comenzó a suceder la vivencia, la experiencia en un indeterminado número de perspectivas se hizo cotidiana. Aprendimos bruscamente, aunque en un camino de prueba y error, sobre una circunstancia que ya es histórica y cuyos relatos están recién comenzando. Desde luego, tuvimos que asumir el dolor y la presencia de la muerte, acompañada del temor profundo y la penetrante incertidumbre que hace más compleja la existencia. Por otra parte, hemos empezado a admirar la obra de la ciencia, la incansable búsqueda en un océano de las naves de la salvación, que han hecho más visible el horizonte e iluminado la oscuridad original.

Mucho hemos aprendido, tal vez no lo suficiente, o mucho nos falta aún. Probablemente así es nuestro destino o la travesía humana. Sin embargo, a estas alturas lo que ha sido visto nos invita a la reflexión conjunta; nos abre una oportunidad para ponernos en círculos de fraternidad para descubrir o compartir los aprendizajes. Algunos podrán denominarlas como las lecciones de una época que sientan bases para una humanidad más cercana, más misericordiosa, más samaritana. Al lado de ello van en paralelo formas de relación que se alejan de esta realidad pandémica todavía presente hasta que nos acompañe controladamente como otras pestes. Mismos seres humanos caminan por el sendero del riesgo del virus mutante o por el del odio, el desprecio y la desconfianza. Vidas paralelas. Un camino que mata el cuerpo y otro que mata el alma. Parece razonable sostener que un aprendizaje o redescubrimiento es nuestra fragilidad; asumirla nos hace calibrar mejor la existencia, pues no somos infalibles y en el silencio de la noche o a plena luz del día podemos partir sin haber dado espacio al descubrimiento del prójimo.

Por decenios se irán descubriendo o reinterpretando los aprendizajes; seremos creativos en ver las analogías que nos ayuden a hacer un mundo mejor. El más evidente es la comprensión profunda de lo interdependientes que somos. Sí, ese invisible virus escribe en letras grandes que los seres humanos dependemos unos de otros; que las naciones siguen rumbos compartidos aunque estén lejanas; así lo que parece ajeno también es propio. Las migraciones de personas que huyen de cercanas dictaduras hacen comprender que el dolor de esas naciones también es nuestro. Las artes escribirán, pintarán, expondrán sus esculturas, las sinfonías serán escuchadas en toda la tierra, el teatro relatará sobre los encuentros y desencuentros: todos en coro desde sus oficios mostrarán que cada ser lejano está a mi costado. ¿Cuántos aprendizajes seremos capaces de relatar y hacer carne en nuestras vidas y contar a las nuevas generaciones? ¿O solo será posible desde el futuro comprender el pasado, que es el nuestro? Maravilloso es el desafío que nos puede hacer más civilizados, más humanos, generosos, artesanos de la paz aquí y en todo lugar donde haya un ser nacido en el mundo.

Más allá del episodio

"Los estudios nacidos bajo la poderosa presión de la inmediatez y eficiencia descuidan la visión de largo plazo -génesis, presente y futuro- y su unidad de análisis es tan estrecha que se disocia de la estructura social de la cual no es más que una parte". Crisóstomo Pizarro, Director ejecutivo Foro de Altos Estudios Sociales Valparaíso
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Durante las últimas semanas, los temas económicos han marcado la coyuntura periodística, ya sea para hablar de las proyecciones de crecimiento del PIB para lo que queda de este 2021, el bajo crecimiento que se espera para 2022, el aumento de la inflación, o la conveniencia o no de un cuarto retiro de fondos previsionales.

Mientras lo urgente y lo inmediato copan la agenda noticiosa, los temas de fondo son ahogados entre toneladas de información. Nos acordamos de la crisis climática cuando llueve o a raíz de algún reciente proyecto reñido con la defensa del medioambiente. Y luego, nuevamente, la olvidamos, hasta que la contingencia la trae de regreso, de manera efímera.

El predominio de esta visión cortoplacista y episódica no es algo que dependa exclusiva y principalmente de los medios de comunicación, las redes sociales o la discusión política. La mayor parte de la responsabilidad se origina en el predominio de las ciencias sociales profesionalizantes y la subordinación de su trabajo intelectual y técnico a la solución inmediata de las interminables emergencias por las que está atravesando el sistema.

Insistimos, se trata de resolver problemas meramente nacionales y locales y de muy corto alcance. En estos problemas, un lugar privilegiado es ocupado por los conflictos entre individuos y grupos desatados por intereses encerrados en las estrategias de poder partidistas. Por otra parte, esta actividad define la esencia de los think tanks dependientes del financiamiento de los partidos políticos.

Las razones que legitimarían esos tipos de utilidad están tan conspicuamente ausentes del debate que podría pensarse que todos estamos de acuerdo en los fines que perseguimos. Un horizonte intelectual tan reducido circunscribe la discusión a la idoneidad de los medios, excluyendo la deliberación sobre los fundamentos y los fines de la acción social y política, e ignorando la participación de las personas afectadas por los fines perseguidos.

Una clarísima muestra de este enfoque son los estudios de políticas públicas, en especial los de economía, cuyos magros resultados no derivan de sus métodos de investigación empírica, sino que de la exclusión de tres consideraciones: el lugar del episodio en la dimensión temporal de larga duración, la extensión de la unidad de análisis y la inestabilidad y complejidad del mundo social.

Los estudios nacidos bajo la poderosa presión de la inmediatez y eficiencia descuidan la visión de largo plazo -génesis, presente y futuro- y su unidad de análisis es tan estrecha que se disocia de la estructura social de la cual no es más que una parte. Se construyen, además, sobre el falso supuesto -que hasta el sentido común rechaza- de que las acciones que se desea emprender operan en un mundo social estable.