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Disparo en los pies

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La prestigiosa revista The Economist lanzó una advertencia brutal respecto del camino por el que está transitando el país y aseguró que 'Chile parece estar en peor forma que en cualquier otro momento desde hace tres décadas".

"Es cierto que nosotros vamos a meterle inestabilidad al país, porque vamos a hacer transformaciones importantes", dijo esta semana el candidato a senador por el pacto de Gabriel Boric y secretario general de Revolución Democrática, Sebastián Depolo, generando un terremoto en la campaña del abanderado del Frente Amplio y entregando en bandeja a sus contrincantes la posibilidad de criticarlo precisamente en su punto más flaco: la capacidad de un futuro gobierno suyo de generar la estabilidad necesaria para que el país se levante de la crisis social, sanitaria y económica en que se encuentra desde hace ya dos años.

Aunque pocas horas después, Depolo cayó en cuenta del error que había cometido e intentó desdecirse, lo dicho quedó en la retina y en las portadas de todo Chile. Y pese a que el dirigente de RD advirtió que fue "una frase desafortunada", tuvo que ser el propio abanderado de Apruebo Dignidad el que tuvo que salir a aclarar la situación, asegurando que "yo tengo la convicción de que nuestro programa y su concreción es lo que pueden asegurarle a Chile estabilidad, gobernabilidad y es en eso en lo que nos vamos a jugar".

El problema, es que como dice el dicho, en política el que explica, se complica. Y mucho más cuando las palabras de Depolo aparecieron justo en plena presentación del tardío programa de gobierno del abanderado del FA. Lo que debió haber sido la coronación de un largo proceso terminó convirtiéndose en una herramienta más para quienes critican al presidenciable y sus propuestas. El aumento de los impuestos a quienes ganan más de 4,5 millones de pesos, el fin de las AFP e isapres, y el sueldo mínimo de $500 mil, se convirtieron en un instrumento para que José Antonio Kast, Sebastián Sichel y hasta Marco Enríquez-Ominami lo desacreditaran y afirmaran que estas propuestas precisamente demuestran la inestabilidad que Boric supuestamente encarna.

Pero además, las palabras de Depolo apuntan precisamente a reforzar el corazón del mensaje que los contrincantes de Boric han intentado instalar durante toda la campaña, afirmando que este no da garantías de gobernabilidad, que no tiene experiencia y que un futuro gobierno suyo solo podría traer, precisamente, inseguridad al país.

Justo en esa línea, Kast no dejó de aprovechar el momento y sentenció a través de redes sociales que "no les basta con haber destruido el país, los ahorros de los chilenos, el alza del costo de la vida, ahuyentar la inversión: Gabriel Boric va por más inestabilidad e incertidumbre". Mientras, Sichel advirtió que "Depolo sincera lo evidente: Boric no está preparado para gobernar un país. Chile necesita cambios, pero en paz, en orden y con justicia; Chile también necesita defender la libertad, pero ojo, todas las libertades".

En pocas palabras y en buen chileno, Depolo entregó en bandeja a Boric.

Según cita Gonzalo Valdés en un texto fechado en noviembre de 2020, el Banco Mundial define la inestabilidad política como "la propensión de un gobierno a colapsar. La inestabilidad de los gobiernos aumenta la probabilidad de cambios abruptos de políticas públicas y de nuevos (des)equilibrios de poder, que a su vez generan más inestabilidad política", descripción que es preocupante si se extrapola a la realidad chilena. Más aun cuando en su panorama general, la misma entidad internacional recuerda que el estallido social expuso "la vulnerabilidad del sistema socioeconómico, con manifestantes que demandaban un cambio en la dirección política y social del país", mientras que la pandemia por Covid-19 "ha hecho que la economía se desplome, al punto de ver la peor recesión en décadas".

En la misma línea, esta semana la prestigiosa revista The Economist lanzó una advertencia brutal respecto del camino por el que está transitando el país y aseguró que "Chile parece estar en peor forma que en cualquier otro momento desde hace 3 décadas". Mucho más lapidaria, la publicación afirmó que "los políticos más ambiciosos de Chile han comparado a menudo el país con Finlandia. Pero los acontecimientos de las últimas semanas y años sugieren que en realidad se parece a uno de sus vecinos disfuncionales".

En ese escenario, considerar en medio de una campaña, en plena crisis económica y sanitaria, y a solo tres semanas de las elecciones, que la inestabilidad es la promesa más adecuada para promover el proyecto de Boric, parece un error a todas luces. Y si bien errar es humano, lamentablemente no fue el momento ni el lugar para, en buen chileno, meter las patas y dispararse en los pies. 2

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Relatos sangrientos al sur del Biobío

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Querer emular lo que sucede al sur del Biobío como continuación de los enfrentamientos entre los españoles y mapuches durante la Conquista, no es más que una búsqueda forzada para encubrir otros hechos más cercanos al narcoterrorismo".

Entre el 7 y 8 de noviembre, hace aproximadamente cinco siglos, se escribió uno de los pasajes notables de la historia de la Conquista. Ese día, según indican las crónicas, se produjo la batalla del Bío Bío, también conocida como de Lagunillas.

El año 1557 arribó a Chile para asumir el rol de gobernador desde las cortes de España, García Hurtado de Mendoza. Hijo del virrey de España, Hurtado de Mendoza (García era su nombre) venía acompañado del "inventor de Chile", Alonso de Ercilla.

La expedición de García Hurtado de Mendoza tenía como objetivo controlar a un grupo de bárbaros que estaban causando demasiados problemas a un grupo de hombres civilizados. La muerte del gobernador Pedro de Valdivia había encendido las alarmas y obligaba a una intervención más profesional. Guardando las proporciones, la expedición de García Hurtado de Mendoza era algo así como un "comando jungla" de Sebastián Piñera.

Terminado el mal tiempo en el sur del país, antes del cambio climático y cuando las lluvias lo inundaban todo, la expedición estaba determinada a cruzar el Biobío. Lo hizo el 7 de noviembre con una fuerza que, a diferencia de las anteriores, estaba muy bien armada y uniformada para enfrentar a los mapuches. Cincuenta hombres bien montados iban a la vanguardia, cumpliendo labores de exploración; detrás, doce sacerdotes, llevando la cruz que les proveía del apoyo divino, en especial, del Apóstol Santiago, preferido en estas lides; en la retaguardia del poder eclesiástico, estaba el joven García Hurtado de Mendoza con su guardia y, al centro, el estandarte real, la representación monárquica como elemento esencial en todas las acciones que se emprendían en nombre de la Corona; a esto se sumaban los estandartes particulares de cada compañía. La explicación de tanta pompa en un escenario tan complejo no es muy distinta a la que observamos en los desplazamientos de las fuerzas especiales o del ejército y, en este caso, la proporciona el historiador Diego Barros Arana:

"Comparado con las escasas huestes de Valdivia, el ejército de don García, tanto más numeroso, perfectamente equipado, provisto de cascos y corazas relucientes, de las mejores armas de ese tiempo y de música militares, debía ofrecer un golpe de vista capaz de imponer y desalentar a enemigos menos empecinados y resueltos que los arrogantes guerreros araucanos".

Las primeras escaramuzas dieron cuenta de que la pompa hispana amedrentó poco a los locales. Uno de los soldados, que se separó del ejército atraído por unas hermosas frutillas, pagó caro su tentación. Rodeado por los indios, terminó siendo descuartizado según el relato de los cronistas.

Antes de que el general en jefe diera la orden, el ímpetu de la caballería dio inicio a una carnicería. Los jinetes se abalanzaron con sus bestias sobre los mapuches provocando su retirada. García Hurtado observaba a distancia, según su relato, obligado por sus compañeros que temían perder al jefe. El avance fue detenido por la humedad del terreno que frenó el ímpetu de los caballos, permitiendo a los mapuches pasar a la ofensiva.

Solo el orden de una fuerza regular, la superioridad de los caballos y arcabuces evitó el desastre. Alonso de Ercilla, miembro ilustre de la compañía de García Hurtado de Mendoza, fue testigo privilegiado de estos acontecimientos y relata en La Araucana, "uno de los más animados y vigorosos cuadros de este poema", según Barros Arana, correspondiente al castigo impuesto al mapuche Galvarino:

"Donde sobre una rama destroncada

Puso la diestra mano (yo presente)

La cual de un golpe con rigor cortada,

Sacó luego la izquierda alegremente,

Que del tronco también saltó apartada,

Sin torcer ceja ni arrugar la frente;

Y con desdén y menosprecio dello,

Alargó la cabeza y tendió el cuello.

Diciendo así: «Segad esa garganta,

Siempre sedienta de la sangre vuestra,

Que no temo la muerte, ni me espanta".

A pesar de sus deseos, el objetivo de los españoles era dejarlo con vida para que el resto lo pensara dos veces antes de enfrentarse a los europeos. No fue así, por el contrario, Galvarino juró desquitarse: "yo espero, sin manos, desquitarme / Que no me faltarán para vengarme".

Lejos de sentirse orgulloso de la acción de sus compañeros, Ercilla destacó la obstinación, ánimo y atrevimiento del audaz Galvarino, tras un castigo que lo dejó "sin fuerza, sin voz y sin aliento".

A casi quinientos años de distancia, querer emular lo que sucede al sur del Biobío como una continuación de los enfrentamientos entre los españoles y mapuches durante la Conquista, no es más que una búsqueda forzada para encubrir otros hechos más cercanos al narcoterrorismo. Acciones delictuales que tienen poco de épica y que están lejos de representar el valor y la bravura de personajes notables como el "audaz Galvarino". 2

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