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"Con esta nueva mesa nos jugamos el éxito o fracaso del proceso constituyente"

Exsenador y exsubsecretario del Interior afirma que no hay excusas para incumplir el plazo de julio, cuando debe ser entregado el texto constitucional que será sometido a plebiscito. Eso exigirá de las nuevas autoridades gran capacidad política para articular acuerdos.
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Como suficiente,"siempre y cuando haya voluntad y realismo", califica el convencional y exsenador Felipe Harboe el plazo que le resta a la Convención Constitucional para entregar al Presidente el texto de nueva Constitución que debe ser sometido a consideración de la ciudadanía.

El 4 de julio avanza a pasos agigantados y "aquí la gran amenaza al proceso constituyente se llama maximalismo irresponsable", afirma el también exsubsecretario del Interior, que el año pasado renunció calladamente a una militancia de más de 30 años en el PPD y que ahora, aparte de su labor en la Convención -donde integra el Colectivo del Apruebo-, trabaja en la gestación de un nuevo movimiento político, Proyecta Chile.

"Los que crean que la Constitución tiene que ser un código con una cantidad infinita de artículos, consagrando un conjunto de derechos imposibles de garantizar, pueden poner en riesgo el proceso constituyente", sostiene, a la vez que plantea que "no hay excusas" para incumplir el plazo.

Ello implica que el texto que en menos de seis meses debe estar en el escritorio presidencial, "tiene que haber sido aprobado por dos tercios, lo que supone capacidad política para articular acuerdos". Opina que ese será "el gran rol de la nueva mesa", con la que "nos estamos jugando el éxito o el fracaso del proceso".

Luces y sombras de la mesa saliente

- ¿Cómo evalúa los seis meses de gestión de la mesa directiva saliente de la Convención?

- Es una evaluación positiva, ya que tuvo luces y sombras. Entre las primeras estuvo entender el rol institucional que tenía la mesa y dejar de lado las expresiones o juicios individuales. También fue importante buscar acuerdos para instalar el proceso constituyente, que es extremadamente complejo, desde los reglamentos hasta el funcionamiento práctico y logístico, y eso se logró, no solo gracias a la mesa sino también a todos los colectivos que cooperamos. ¿Dónde está al debe? Creo que aún no se observa una capacidad de articulación política integradora que permita dar tranquilidad de que el proceso y el texto que le entreguemos al Presidente de la República, tenga un sustento amplio desde el punto de vista político. Eso se expresó probablemente de manera gráfica el martes. ¿Por qué la mesa saliente no convocó con anterioridad a los colectivos mayoritarios para buscar un acuerdo y llegar con este a la sesión? Ahí hay un déficit, encuentro yo, de oficio político.

-¿Comparte los cuestionamientos previos a la elección en el sentido de que la presidencia no debía quedar en manos del mismo sector político del Presidente electo?

- No considero que ese sea un argumento válido. No creo que haya un intento por afectar la autonomía del proceso porque este ya está instalado, y cualquier intento por parte del Gobierno de restarle autonomía sería rápidamente rechazado por los convencionales. Lo que sí me preocupa es que he observado en la designación de autoridades una falta de generosidad política que me ha llamado profundamente la atención, de personas que reclamaron contra la política tradicional y que hoy realizan las mismas o peores prácticas. Lo vimos cuando cada vez que se levantaba un candidato o candidata aparecían denuncias públicas o campañas en las redes sociales, para denostar. Hay que entender que la renovación de autoridades es un proceso normal, que no puede ser traumático. Adicionalmente, me habría encantado que la mesa hubiese exigido a los postulantes una declaración de principios, de objetivos, de resultados, porque lo que nos estamos jugando con esta nueva mesa es el éxito o el fracaso del proceso. Esa es la importancia. Nosotros, como Colectivo del Apruebo, no le pedimos nada a nadie. Lo único que exigimos para apoyar era que tuviésemos una mesa con capacidad política para conducir al proceso a fin de llegar a buen puerto; hacer los acuerdos amplios para dar un firme sustento al texto que se va a entregar al Presidente; capacidad comunicacional para explicar a los ciudadanos en qué va cada parte del proceso, y realismo político pensando en que nos quedan menos de seis meses.

"NO puede haber EXCUSAS" CON EL PLAZO

- ¿Cuáles son sus expectativas en torno a la gestión de la nueva mesa y sus principales desafíos?

- Creo que es clave que la mesa entienda que debe tener compromiso de resultados. Aquí no puede haber excusas: el 4 de julio tiene que haber un texto en el escritorio del Presidente. Eso implica que ese texto tiene que haber sido aprobado por dos tercios, lo cual supone capacidad política para articular acuerdos. Es decir, el gran rol de la mesa va a ser articular acuerdos en torno a un texto que tenga un amplio consenso en los convencionales. El segundo desafío de la mesa es comunicar adecuadamente hacia el exterior las bondades y las dificultades en el proceso. Finalmente, cumplir el programa del proceso, es decir, no estar pidiendo prórrogas ni nada por el estilo. Chile necesita certezas. Y por lo tanto, lo que se requiere es que el 4 de julio tengamos un texto y lo entreguemos al Presidente para que sea sometido a un plebiscito y la ciudadanía decida.

- Es decir, la Convención debe atenerse al plazo. Hay quienes sostienen que se debería ampliar y que quienes fijaron estos tiempos pensaban que Chile era Noruega.

- En el marco del acuerdo del 15 de noviembre, en el que me tocó participar, sugerí que fueran 16 meses. Hubo quienes se opusieron, porque estaba pensado para que los convencionales no pudieran ser candidatos en una elección siguiente dentro de un año, etc. Algunos senadores y diputados tuvieron miedos electorales, cambiaron eso y lo fijaron en 12 meses. Yo creo que es un tiempo suficiente siempre y cuando haya voluntad y realismo. Aquí la gran amenaza al proceso constituyente se llama maximalismo irresponsable. Los que crean que la Constitución tiene que ser un código con una cantidad infinita de artículos, consagrando un conjunto de derechos imposibles de garantizar, pueden poner en riesgo el proceso. Eso no es una excusa para dejar todo igual. Hay que hacer cambios estructurales, pero con realismo. A mí me preocupa que haya ciertos incentivos negativos, es decir que haya gente que esté pensando en no llegar acuerdos para extender el plazo porque le quedó gustando la pega, pasearse por el Congreso o tener un carnet que diga que es convencional. Hay que asumir que nosotros no ostentamos un cargo, ostentamos un encargo que es redactar una Constitución.

Relación más horizontal gobierno-parlamento

-¿Usted es partidario del presidencialismo atenuado, del semi parlamentarismo o del parlamentarismo?

- El martes vimos una de las expresiones más complejas del sistema parlamentario, que se transforma en una especie de asamblea que puede no tener fin. Y claro, probablemente en la sociedad sueca o la sociedad inglesa puede resultar. En nuestra sociedad hemos visto que la atomización y la falta de institucionalidad, es decir, de partidos políticos, genera que haya que negociar uno a uno con las personas. Eso es prácticamente inviable y puede transformar al sistema político en un freno al desarrollo. Yo soy partidario de un presidencialismo atenuado. Que haya una relación más horizontal entre el Congreso y el Gobierno, donde el Presidente, por ejemplo, deba presentar un programa a la Cámara de Diputados con un jefe de gabinete, y en el evento de que ese programa no sea aceptado, puede caer el jefe de gabinete y tendrá que conformar Gobierno con otro. O sea, que haya un mecanismo de mayor control, donde el Congreso sea bicameral, pero con roles distintos, para que entre otras cosas no se repita el proceso legislativo.

- ¿Por qué es contrario a la fórmula del Congreso unicameral?

- No me gusta el Congreso unicameral porque en el proceso legislativo se cometen errores y es importante tener una tercera entidad democráticamente elegida que pueda revisar esos eventuales casos. Si el proyecto de reducción de dietas parlamentarias presentado por Jackson y Boric, que se aprobó en la Cámara de Diputados por amplia mayoría, se hubiese promulgado a ley, al 80% de los trabajadores de la salud le habría bajado el sueldo en medio de la pandemia. Así de mal fue aprobado ese proyecto y el Senado tuvo que modificarlo manteniendo la rebaja, pero estableciendo excepciones para no afectar las remuneraciones de los funcionarios de la Salud, del Poder Judicial, del Ministerio Público. Creo que esa revisión fue muy importante para mejorar el sistema.

- ¿Cómo piensa que debe ser la relación del próximo Gobierno

El Presidente electo debiera asumir con su coalición, y si quiere invitar a personas de otros conglomerados, bueno, será uno a uno, pero yo no veo a los partidos de la ex Concertación, que tanto se denostó en su minuto, siendo parte estructurante del Gobierno de Gabriel Boric".

Si la CAM u otra organización no quiere dialogar y le cierra la puerta al Gobierno, será responsabilidad de ellos. Pero yo creo que los gobiernos tienen que dialogar. Jamás estaré de acuerdo con la reivindicación de la violencia, pero pienso que ningún gobierno puede cerrarse a conversar si busca la paz social".

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