LA PELOTA NO SE MANCHA Redes que atrapan
POR WINSTON POR WINSTON
Luego de perder en un extenuante partido, con más de cuarenta grados de temperatura y después de haber disputado dos maratónicos encuentros en la semana, a cinco sets cada uno, el tenista Cristian Garín no lo podía creer: las redes sociales estaban plagadas de insultos por caer frente al francés Gael Monfils en Australia. El francés, que hace un año vivía una pesadilla luego de siete derrotas seguidas, hoy está en racha y ya instalado en cuartos de final. Pero a los forofos nada de eso pareció importales, algunos incluso reclaman por el ranking del chileno ¡consideran que está muy encumbrado!
¡Increíble! Mientras los argentinos hacen campaña por que la ATP le entregue el número uno honorífico a Vilas (demostrado científicamente), la élite de expertos que se desquita en las RRSS, en cambio, quieren que Garín retroceda a un lugar que esté "más acorde" con su tenis. La miseria del chileno amplificada por las redes sociales.
Pienso en esto a propósito de la entrevista que se le hizo en este diario ayer a Juan Olivares a raíz de la camiseta conmemorativa que salió en su honor. El ex arquero, baluarte de Wanderers y ex seleccionado nacional, confesaba que no entendía que las personas le pidieran una foto siendo que se retiró hace tantos años. Y es que, como dice la canción, Juanito creció "con el siglo, con tranvía y vino tinto". En aquellos años, se acababa el partido y había que esperar hasta el diario del lunes para ver si alguien lo "repasaba" o glorificaba. Pero la polémica terminaba ahí, con el diario del lunes. Después, había que esperar hasta el otro fin de semana.
Los tiempos de ahora son muy locos producto de las redes sociales, en especial para los deportistas que viven y se benefician de esta sobreexposición. Pienso en cómo habría sido la ya miserable vida de Moacir Barbosa, el arquero brasileño que se comió el segundo gol de Uruguay en la definición por la Copa del Mundo en el mítico Maracaná. Si Barbosa decía que lo habían condenado de por vida sin las redes sociales, lo más seguro es que con estas lo hubiesen matado o se habría suicidado.
Lo mismo pasa con Carlos Caszely y el penal contra Austria. El rey del metro cuadrado lo pasó mal por mucho tiempo, pero ahora habría vivido un infierno. Algo semejante con el Chino Ríos y su derrota contra el brazuca Meligeni en la final de los Juegos Panamericanos; para qué pensar en el caso del Cóndor Rojas y sus vueltas de carnero en torno a la bengala, etc.
Es cierto que si Juanito Olivares hubiese nacido en estos tiempos, no viviría en una modesta casa en Santa Inés, sino que habría disfrutado de la danza de millones que gira en torno al fútbol, pero ese dinero no le asegura una mejor calidad de vida que la que tiene ahora, sin mayores críticas ni juzgamientos.
Tener miles de seguidores, ser "influencer", les permite a los deportistas optar a contratos millonarios. No solo zapatillas, raquetas, camisetas, sino también a relojes, viajes y automóviles (el contrato de Roger Fereder con Mercedes, por ejemplo, le aseguraba un auto cada seis meses). El costo de esto es la sobrexposición a que cualquier caída tenga una repercusión amplificada. Mientras más grande, más fuerte caen, como dice el dicho.
En fin, mi recomendación para Garín es que haga como Winston y se olvide de las redes sociales. Y si es que no puede contra esta tentación de las redes que es como el Anillo Único de Tolkien, que se haga otra cuenta, de mentiritas, exclusiva para su amigos, por ejemplo, @nosoygarin, y ahí disfrute, desde una cueva virtual, de este mundo de sombras tan lejano a la realidad.