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Las últimas vacaciones

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Estas últimas vacaciones de Gabriel Boric como 'ciudadano de a pie' se le harán probablemente más cortas que cualquier otro periodo estival en sus 35 años de vida. No por nada trae encima las expectativas de todos quienes salieron a marchar en 2019 y de más de la mitad del país que lo ungió el pasado 19 de diciembre".

Cuando los estudiantes universitarios están a punto de terminar su carrera, los adultos suelen recomendarles que aprovechen sus últimas vacaciones como alumnos, pues nunca más en la vida tendrán un periodo estival tan extenso y tan despreocupado.

Quizás esa misma recomendación sería buena para el presidente electo, Gabriel Boric, y sus últimas vacaciones como ciudadano de a pie. Sin embargo, lamentablemente este periodo previo a su asunción el 11 de marzo, será álgido y difícil, considerando el momento país en el que iniciará su periodo.

#Nombramiento de autoridades. Si bien el jefe de Estado electo ya dio a conocer quiénes lo acompañarán en los distintos ministerios y ya mencionó a algunos subsecretarios, lo cierto es que faltan muchas nominaciones y estas requerirán de una intensa y pulcra búsqueda durante el mes y medio que queda antes de instalarse en Palacio.

Entre ellas, están los delegados presidenciales, los seremis, los jefes de servicios, las autoridades regionales, las cabezas de las empresas del Estado y un largo etcétera. Pero las colectividades que conforman Apruebo Dignidad están con la piel sensible y ya Boric recibió los primeros reclamos por la sobrerrepresentación de la ex Concertación. Los malabares que deberá hacer con el resto de los cargos tendrán que incluir llevar la fiesta en paz con sus propios partidos.

No solo eso, requiere encontrar a personas dispuestas a asumir el desafío y al parecer estas no sobran. Hasta el ministro Enrique Paris se dio el gusto de echar algo de sal en la herida con una frase de aquellas: "Nosotros sí tenemos subsecretarios", dijo.

#¡Es la economía, estúpido! La crisis que vive el país producto de la pandemia continúa golpeando, con una inflación que no ha sido fácil de controlar y un crecimiento que se proyecta escaso para 2022 y 2023, con previsiones del Banco Central que pronostican apenas entre 1,5% y 2,5%, y entre 0% y 1%, respectivamente.

Si esas cifras las cruzamos con el ambicioso plan con el que llega Boric a La Moneda, es fácil pronosticar un ajuste de las expectativas del gobierno, que a partir del frenesí con el que arriba cualquier nueva administración, podría golpearse fuertemente contra la realidad, más aún considerando las trabas que supone la maquinaria del Estado.

#Expectativas v/s realidad. Se trata de un meme que ya a estas alturas es un clásico, pero en el caso de la llegada del nuevo gobierno puede convertirse en un trauma difícil de revertir.

Marcelo Mella, en un paper en el que analizó el deterioro del respaldo a los gobiernos entre 1990 y 2014, afirma que "el primer año es un período de bajo desgaste" y que es el tercer año cuando se produce un daño más complejo, debido a la "mayor frustración por expectativas insatisfechas".

Sin embargo, en el mismo estudio se muestra cómo ese periodo de "luna de miel" se ha ido acortando. Y aunque está fuera de aquel análisis, en el caso de Sebastián Piñera apenas duró cinco meses: el momento más crítico no llegó en 2020, sino cuando apenas llevaba un año y medio al mando y el estallido social le reventó en la cara.

El exceso de expectativas que se ha generado frente al futuro gobierno de Boric y el casi endiosamiento que se ha producido en torno a su figura pueden convertirse en una bomba de tiempo y él lo tiene claro. Por lo mismo, una de sus primeras alocuciones al ser electo incluyó el llamado a no "idealizar a nadie… Partiendo por mí".

#Los meollos y las urgencias. La instalación en La Moneda será frenética y sin tiempo para sentirse a gusto en sus grandes salones. Y es que las urgencias son muchas y -como su nombre lo indica- apremiantes. El aumento de la inseguridad, el aterrizaje del narcotráfico y los homicidios que diariamente se conocen, la compleja situación en La Araucanía, la pobreza que aumentó brutalmente a partir de la crisis económica y la pandemia que sigue en un punto álgido, no le darán tiempo ni para servirse un café en su nuevo escritorio, más aún cuando no tendrá mayoría en el Congreso y deberá negociar con distintos sectores, lo que puede poner en jaque su programa original.

Con este panorama -y en el que quedan fuera varios desafíos, entre otros, la descentralización y el respaldo a las demandas regionales-, lo cierto es que estas últimas vacaciones de Gabriel Boric como "ciudadano de a pie" se le harán probablemente más cortas que cualquier otro periodo estival en sus 35 años de vida. No por nada trae encima las expectativas de todos quienes salieron a marchar en 2019 y de más de la mitad del país que lo ungió el pasado 19 de diciembre. 2

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Quilpué y el inicio del fin

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Quilpué exhibió toda la brutalidad que la guerra le deparaba a los derrotados. Copado de cadáveres insepultos (...), la última parada del presidente Balmaceda reflejó el horror de una guerra civil que, tal vez lo pensó en esa última parada macabra, pudo evitarse".

Hace ya algún tiempo que Carmen Mc Evoy y Gabriel Cid vienen removiendo la historiografía chilena y peruana con excelentes investigaciones y reflexiones. Aunque especializados en la guerra del Pacífico, en su última publicación, "Terror en Lo Cañas", decidieron extender su marco temporal a la guerra Civil de 1891 para abordar la tortura y crimen de 40 jóvenes ocurrida en las cercanías de la capital y que fue cruelmente ejecutada por las fuerzas balmacedistas.

Aunque el tema principal es lo sucedido en Lo Cañas, la investigación aborda pasajes interesantes que vuelven a ubicar a nuestra región como un lugar fundamental en este conflicto que vale la pena revisar.

De acuerdo a Mc Evoy y Cid, un momento clave en esta guerra fue lo ocurrido en Quilpué. Hasta esa ciudad llegó el presidente José Manuel Balmaceda a reunirse con su alto mando, a pocas horas de que su ejército sufriera su primer revés importante en Concón:

"Quilpué exhibió toda la brutalidad que la guerra le deparaba a los derrotados. Copado de cadáveres insepultos, que correspondían a los heridos trasladados por sus compañeros y que habían fallecido desangrados, poblado de soldados aterrados que veían al enemigo por todos lados, la última parada del presidente Balmaceda reflejó el horror de una guerra civil que, tal vez lo pensó en esa última parada macabra, pudo evitarse", señalan los autores.

Quizás fue en Quilpué el lugar donde empezó a circular en la mente del Presidente la idea de quitarse la vida. A la responsabilidad política que le cabía por haber tomado un curso propio en la disputa con el Congreso, se sumaba su complicidad en el crimen de los jóvenes en Lo Cañas y ahora el desastre de sus fuerzas en Concón.

Mc Evoy y Cid exponen las diversas versiones de lo que sucedió realmente en la "ciudad del sol". Algunos dicen que desestimó los telegramas en los que sus generales daban cuenta del desastre y por esta razón los opositores lo caricaturizaron como un personaje completamente desconectado de la realidad. Otros dicen que huyó apenas las fuerzas enemigas aparecieron en el horizonte, pero lo cierto es que regresó a la capital donde, al llegar, pasó desapercibido por los transeúntes.

Paralelo a estos hechos, las fuerzas comenzaban a mover sus piezas para el desenlace final. En este escenario, insisten los historiadores: "El avance hacia Quilpué era decisivo. No solo porque interrumpía las comunicaciones entre Santiago y el puerto, sino porque también obligaría a las fuerzas balmacedistas a abandonar sus posiciones en Valparaíso en la creencia de que el enemigo se dirigía a la capital".

En este contexto, el movimiento de tropas se vio afectado por una lluvia torrencial el 25 de agosto de 1891, que obligó a las fuerzas congresistas a concentrarse en la hacienda Las Palmas. En este lugar, actualmente ubicado en el camino Lo Orozco, se enteraron de los horribles acontecimientos ocurridos en Lo Cañas. Mientras los congresistas encontraban un motivo más que justificaba su causa, los balmacedistas empezaban a desertar asumiendo la pronta derrota. Así, hasta que llegamos al 27 de agosto, cuando ambos ejércitos se encontraron en la trágica batalla de Placilla que puso fin a este conflicto a favor del Congreso.

El escarnio público con los cadáveres de los generales de la guerra del Pacífico fieles a Balmaceda, José Miguel Alcérreca y Orozimbo Barbosa, solo se explica en este contexto más amplio en el que profundizan Mc Evoy y Cid, de una generación marcada o, más bien, embrutecida por las campañas del sur y del norte.

Los mismos que aplaudieron sus hazañas del ´79, recibían con vítores la llegada al puerto de la carreta de basura que transportaba a ambos cadáveres de los generales desnudos. Después de los oficiales, venía el turno de los defensores del régimen presidencial. En estas páginas relatamos el trágico final del periodista Rodolfo León Lavín. Junto a él, las cifras dan cuenta de cerca de 300 cadáveres desperdigados por las calles del puerto, un panorama desolador que iba acompañado por el hedor de los 1430 cadáveres que fueron incinerados en Placilla.

Horrorizado, arrepentido o quizás inconsciente del daño que había causado al país, el presidente José Manuel Balmaceda intuyó que su destino podía ser similar al de los héroes de la guerra del Pacífico y prefirió evitar las vejaciones con una bala que le quitó la vida. A pesar de todo, la reconciliación ocurrió pronto y con ella, el olvido de estos hechos macabros. 2

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