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LA TRIBUNA DEL LECTOR El nacimiento del Arte Moderno (II)

POR EUGENIA GARRIDO ÁLVAREZ DE LA RIVERA , EXALCALDESA DE VIÑA DEL MAR Y MAGÍSTER EN HISTORIA PUCV POR EUGENIA GARRIDO ÁLVAREZ DE LA RIVERA , EXALCALDESA DE VIÑA DEL MAR Y MAGÍSTER EN HISTORIA PUCV
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Llena de colorido, de vida, describe Sue Roe en In Montmartre, Picasso, Matisse and the birth of Modernist Art lo que fueron aquellos años de Montmartre, cuyo sello inicial, a pesar de pobrezas y carencias materiales, fue, sin dudas, la alegría de vivir. Los impresionistas ya habían escrito parte de esa historia, plasmando en sus telas imágenes de la vida diaria, donde no se omitía el espíritu de la bohemia de Montmartre.

Paralelo a ello, lentamente, entre los años 1900 y 1910, se empieza a gestar un espíritu de rebeldía frente a las técnicas y modalidades de la pintura, en parte impulsada por la aparición de un movimiento: el Modernismo anunciaba una nueva belleza, que rompía con las tradiciones clásicas y que junto con la irrupción de la fotografía y el cine, cada día se hacía más presente. Esta nueva concepción de la creatividad que se está desarrollando, ya en 1910 abarca la totalidad de las expresiones artísticas, hecho que se ve confirmado con la presentación del Ballet ruso, dirigido por Diáguilev con el tema de Sherezade. Allí se conjugan música, danza, decoración, diseño, vestuario y la maravillosa puesta en escena del famoso coreógrafo Bakst, donde la pintura cobra presencia. Se abre el cortinaje y a los sones de la música de Rimsky Korsakov, lo que parece un sueño se hace realidad: el público lanza una ovación, increíble lo que se está viendo, a la par de los sones musicales, se presenta una sinfonía de colores que acompañan la danza sensual de los bailarines, la música envuelve entre sus sones este maravilloso cuento de Las mil y una noches. El espectáculo es alucinante, el impacto visual inolvidable, el color se convierte en un gran protagonista: verdes intensos con azules y rojos, acompañados de tonos de naranjas, contrapuestos con gamas de lilas y amarillos, danzan entre los velos de movimientos sinuosos, de los bailarines, transformando el color en una fuerza emotiva, dominante, protagónica.

Formas y colores se han hecho presente en los nuevos tiempos, el modernismo esta en plena gestación, sus autores: Picasso y Matisse. Este último en sus inicios, fue influenciado por Van Gogh y Gauguin, tomando de Van Gogh la luminosidad y de Gauguin las máscaras africanas y rasgos de la pintura japonesa. Su pintura destacó sobre todo por el uso original del color de una gran sensualidad, aunque de forma equilibrada y bien estructurada y fluidez en su dibujo.

Buscaban estas "fieras" de la pintura la espontaneidad en sus obras, lográndolo con trazos cortos y discontinuos, llegando a distorsionar la figura, pero sin jamás perder la formas, mucho color y a veces el negro invadiendo. En los cafés y bares se interrogaban sobre Picasso, el maestro catalán quien con su seguidor Braque, vivía su trayectoria experimentando siempre en una búsqueda incesante, que lo llevaba a descubrir nuevas formas y estilos. Su pintura se da a través de diversos periodos, el primero es la etapa azul: figuras alargadas con algo de distorsión, gama cromática de los azules, reflejan pobreza, miseria y una profunda tristeza. Son los momentos del suicidio de su gran amigo Carlos Casagemas. Luego, el periodo rosa, se olvida de los colores fríos y teniendo por modelo al mundo del circo, hace uso de colores cálidos, con predominio del rosa y de los rojizos, sus modelos son payasos, bufones, arlequines, acróbatas, el mundo circense cobra vida en su pincel, tema que le apasiona. Lo abstracto es también toda una experiencia, como testimonio de ello, se cita el discutido retrato de Gertrude Stein en el que pinta parte del cuerpo y deja en blanco la cara de la escritora. Lo suyo esta por llegar: es el cubismo. Su reunión de años anteriores con Cézanne lo marca para siempre, éste le muestra su obra: Le Mont Sainte Victoire, que en sí, contiene los principios fundamentales del cubismo; es la forma en que se debe ver y pintar, a través de planos, figuras geométricas, tales como el cono, el círculo y el triángulo.

De esta concepción nacen, además, los "ismos".

Los dos grandes maestros Picasso y Matisse comparten el Siglo XX, y son parte de su devenir , impulsan la llegada de la modernidad, con sus corrientes artísticas. ¿Existió rivalidad entre ellos? Sí, la rivalidad que se da entre genios. La que se hizo más evidente cuando Matisse exhibió su obra Le Bonheur e de vivre (Alegría de vivir) con gran éxito, mujeres desnudas en una playa; Picasso presentó al poco tiempo Les Demoiselles d' Avignon, (Las señoritas d'Avignon), según se decía, inspirado en el cuadro de Matisse.

Compartieron mucho en sus vidas: mujeres, trabajos, ediciones de libros, incluso comisiones para diseñar vestuario para el Ballet ruso de Diáguilev. Quizás, lo que podría clasificarse como sentimientos de rivalidad, era que sentían una verdadera admiración, silenciosa, él uno por el otro. Picasso solía decir: "Nadie ha mirado la pintura de Matisse con más detenimiento que yo, y nadie ha examinado mis cuadros, con más detalle que Matisse".