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El doble filo de la ciencia

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Después de que el mundo se uniera para frenar las muertes provocadas por el coronavirus, ahora lo vemos enfrentado en una guerra que puede ser bastante más

letal que el virus, provocando la muerte

de civiles y militares".

A inicios del siglo XX, los avances de la ciencia parecían no tener límites. Algunos inventos, como el aeroplano de los hermanos Wright, eran una demostración de la capacidad del ser humano para controlar la naturaleza. Por esta misma razón, no resultaba extraño que muchos observaran la historia como una constante progresión.

Sin embargo, los avances en la medicina, la física y la química se confrontaban con los intereses políticos, económicos e ideológicos de las grandes potencias. En este contexto y con el supuesto de que tarde o temprano Francia intentaría recuperar Alsacia y Lorena perdidas en la guerra franco-prusiana de 1870, el oficial alemán Alfred von Shlieffen diseñó un plan para derrotar a los franceses en 1906.

La guerra, tal como la pensó Schlieffen, sería corta. A los pocos días estarían en París firmando la paz para luego concentrarse en el frente oriental donde los esperaban los rusos, aliados de los galos.

La chispa que encendió el polvorín ocurrió a más de 1.500 kilómetros de la capital francesa, en Sarajevo, un 28 de junio de 1914. Ese día, un anarquista mató al heredero del imperio austro-húngaro, activando una red de alianzas que había mantenido el equilibrio en Europa desde 1871.

Sin embargo, son tantas las variables que están en juego en una guerra, que cualquier planificación, por minuciosa que sea, puede dejar fuera de la ecuación algunos factores y derivar en un completo fracaso. Por ejemplo, ¿imaginó el presidente ruso Vladímir Putin que su par de Ucrania, Volodímir Zelenski, el actor cómico que saltó a la fama por una serie de televisión se transformaría en un líder militar?

Volviendo a 1914, los franceses, que esperaban la arremetida por la frontera este, se vieron sorprendidos cuando supieron que el ataque, siguiendo el plan de Schlieffen, se había hecho por Bélgica, pero alcanzaron a reaccionar y se atrincheraron en las afueras de la capital gala. Mientras, las tropas alemanas quedaron estancadas a menos de 100 kilómetros de París, impotentes de poder seguir avanzando.

En ese momento, contrariados por el fracaso del plan Schlieffen, los alemanes se encontraron en la siguiente disyuntiva: hacían un esfuerzo hasta lograr acabar con la resistencia francesa y luego se enfocaban en Rusia o dividían el ejército en ambos frentes. Optaron por esta última. Con sus fuerzas debilitadas por la separación y la creación de las trincheras, la guerra se estancó en Europa y los alemanes trataron de quebrar el statu quo con el uso de armas químicas:

"Al despertar en la madrugada del jueves 22 de abril de 1915, los soldados vieron una enorme nube verdosa que reptaba hacia ellos por la Tierra de Nadie (…) en un rato el aire se había despejado y caminamos más allá de las botellas de gas vacías. Lo que vimos fue la muerte total. Nada estaba vivo. Todos los animales habían salido de sus agujeros para morir. Conejos, topos, ratas y ratones muertos en todas partes (…) Cuando llegamos a las líneas francesas, las trincheras estaban vacías, pero a media milla los cuerpos de los soldados franceses estaban esparcidos por todas partes. Fue increíble" (Un verdor terrible de Bejamín Labalut).

Así como ese, hay muchos otros relatos horrorosos sobre el uso de gases que afectaron al mismísimo Adolf Hitler durante la Gran Guerra. Solo las dificultades para controlarlos impidieron que su uso se intensificara en este conflicto.

La misma revolución industrial que parecía haber llevado a la civilización a alcanzar su máximo potencial, ahora estaba al servicio de la muerte. No me parece muy distinto a lo ocurrido estas semanas. Después de que el mundo se uniera para frenar las muertes provocadas por el coronavirus, ahora lo vemos enfrentado en una guerra que puede ser bastante más letal que el virus, provocando la muerte de civiles y militares. En especial, cuando los planes de Putin, como los de Schlieffen, parecieran haber fracaso. Esperemos que la historia sirva de algo e impere la razón, antes de tener que vivir un conflicto de grandes dimensiones. 2

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Se apareció marzo

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La desazón ciudadana será precisamente

uno de los puntos en los que tendrá que trabajar el próximo Ejecutivo. De hecho, las encuestas muestran que este sinsabor solo

ha empeorado desde 2019 y que incluso ya se verifica también hacia la Convención Constituyente".

"La agresión política… es totalmente inaceptable". Esas fueron algunas de las palabras del ministro vocero de gobierno, Jaime Bellolio, luego de que el Presidente Sebastián Piñera recibiera una botella con agua en la cabeza de parte de una estudiante que lo increpó en medio de una actividad oficial.

El rechazo a esta situación fue transversal y no podía ser de otra forma, considerando que se trata de un ataque a la principal autoridad de la Nación, que -guste a quien guste- fue elegido democráticamente para ocupar dicho cargo.

Pero este hecho no es algo aislado. Es una muestra del ambiente de crispación que se vive en el mundo político y de la difícil relación que este tiene con la ciudadanía hace ya varios años y gobiernos. Y, obviamente, será parte del país que recibirá Gabriel Boric cuando asuma, este viernes 11.

La desazón ciudadana será precisamente uno de los puntos en los que tendrá que trabajar el próximo Ejecutivo. De hecho, las encuestas muestran que este sinsabor solo ha empeorado desde 2019 y que incluso ya se verifica también hacia la Convención Constituyente, aun cuando esta surgió como una respuesta a la crisis que detonó el estallido social. El sondeo de Criteria mostró esta semana que ninguna institución supera el 60% de aprobación y el gobierno actual apenas logra un 17% de valoración positiva. Qué decir de los partidos políticos, que -subsumidos en el peor de los mundos- no llegan ni siquiera a los 5 puntos.

La constituyente tampoco está por sobre el pesimismo ciudadano. De hecho, en la misma medición, apenas un 31% de los consultados aprueba cómo esta institución está realizando su trabajo. Cuesta encontrarle sentido a aquello, considerando la amplia mayoría por la que ganó el Apruebo. Pareciera ser que una vez que la convención se instauró, pasó a convertirse, para el ciudadano de a pie, en una entidad "política" más, entendiendo el concepto de la manera más negativa posible.

El problema es el ambiente y la porfía de la élite gobernante -de todos los sectores- que insiste en cometer errores -a veces horrores- de los cuales la ciudadanía está cansada. Pareciera ser que, como dice la célebre frase que se le atribuye al presidente norteamericano JF Kennedy, "todas las madres quieren que sus hijos crezcan y se hagan presidentes, pero no quieren que mientras tanto se conviertan en políticos". La desazón ciudadana con el sistema y las instituciones serán un hueso duro de roer para Boric y su equipo, muchos de ellos debutantes en estas lides o con poca experiencia en ellas.

Porque, además, el mundo político no ayuda mucho a mejorar la percepción ciudadana. Hace un par de semanas los "trapitos" del debate interno constituyente se ventilaron ampliamente, luego de que los representantes de la derecha dijeran sentirse ninguneados por un pleno que no demuestra "moderación". Ante ello, el exvicepresidente Jaime Bassa les recordó que "son minoría" y que les cuesta no "tener la sartén por el mango".

El debate además ha subido de tono en varias ocasiones con actitudes impresentables. En una de ellas, Teresa Marinovic trató con duros garabatos a César Valenzuela, enojada porque no se le daba la palabra. Esto, solo unos días después de insultar a la convención con epítetos irreproducibles en este medio.

Y, como si fuera poco, el anuncio de Rodrigo Rojas Vade -el convencional que llegó a la entidad basando su campaña en un falso cáncer- de su intención de volver a su cargo a falta de un reglamento que le permita renunciar, encendió todas las alarmas. Lo bueno es que apuró al Senado para iniciar la discusión al respecto.

Ahora, la convención no es la única entidad en la que los exabruptos y la noción de conflicto como eje central de la actividad política se han convertido en un habitué. Las palabras del secretario general de RN, Diego Schalper, en una reunión de dirigentes de ese partido al inicio de esta semana dan muestras de aquello, a partir del llamado a "quitarle fuerza moral a la convención", lograr que el partido haga "oposición con todo" y se dedique a "atrofiar" al gobierno de Boric apenas este asuma.

La lista de conflictos que muestran lo peor de la política nacional requeriría probablemente varias páginas de este diario. Pero lo cierto es que en el mundo político se apareció marzo -como reza el comercial- y que esta es la atmósfera crispada y agitada en la que asumirá este viernes Gabriel Boric y a la que deberá hacer frente durante los próximos cuatro años, quizás con una luna de miel mucho más corta de lo que habría deseado. 2

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